Europa impondrá más ajustes y reformas a España si pide que el fondo de rescate compre sus bonos
- Un reglamento de noviembre de 2011 establece las reglas de compra de bonos
- Tendría que seguir las recomendaciones de la Comisión a rajatabla
- El BCE y la Comisión supervisarían que se cumplan las condiciones cada mes
- Todos los fondos del FEEFy el MEDE estarían a disposición de este programa
Cuatro de agosto de 2011. El entonces presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet reconoce que está comprando deuda soberana española e italiana ante la presión de los mercados, que ponen en riesgo la moneda única.
En plena comparecencia, hace un matiz: el BCE comprará deuda en el mercado secundario hasta que el fondo de rescate, el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), esté operativo para que compre deuda por sí mismo. “El fondo debería estar operativo lo antes posible”, señalaba Trichet, que pedía que este fondo “sea eficaz en su intervención”.
El resto ya es conocido: la acción del BCE en el mercado secundario logró bajar los diferenciales de las deudas española e italiana, aunque lo hizo a un precio, recogido en sendas cartas enviadas por Trichet a los entonces jefes de gobierno de España e Italia, José Luis Rodríguez Zapatero y Silvio Berlusconi.
En el caso español, el presidente Zapatero tuvo que impulsar una reforma exprés de la Constitución para establecer la regla de oro presupuestaria, que hacía vinculante el déficit cero para los gobiernos españoles a partir de 2020.
Más de diez meses después, los actores han cambiado –Trichet, Zapatero y Berlusconi han sido sustituidos por Mario Draghi, Mariano Rajoy y Mario Monti- pero la situación es casi la misma, altos diferenciales de deuda y exigencia de acción por parte del BCE, pero con una diferencia: Fráncfort se niega por activa y pasiva a retomar la compra de bonos.
Más condicionalidad
Tras semanas de insistencia por parte del gobierno español y con un rescate al sector financiero de por medio, Monti ‘rescataba’ en las postrimerías de la cumbre del G-20 la salida esbozada por Trichet, que ha sido calificada como ‘megarrescate’ por algunos medios británicos.
En realidad, no es más que la constatación de la capacidad total tanto del FEEF (250.000 millones de euros) como de su sucesor, el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) (500.000 millones de euros), que formalmente estaría a disposición de cualquier país de la zona euro que pidiese una intervención en el mercado secundario.
"El volumen de intervención disponible por el FEEF será similar a la capacidad de préstamo que le queda al fondo", señala el documento donde se establecen los supuestos en los que es posible que un país que no está sometido a un rescate soberano pida este tipo de ayuda.
Y es que, como ocurrió con el 'capote' de Trichet en verano, esta acción no se hace gratis, sino que está sometida a una estricta condicionalidad, plasmada de nuevo en un Memorándum de Entendimiento.
Así, si en el caso del rescate bancario España, aunque sea formalmente, ha escapado a más ajustes macroeconómicos impuestos por Bruselas, en una acción de este tipo no podría hacerlo.
"Los países que se beneficien de este tipo de intervenciones fuera de un programa de ajuste macroeconómico tendrán que cumplir con una serie de condiciones de elegibilidad definidas en el contexto de la supervisión macroeconómica y fiscal y tomar acciones correctivas", dice el documento.
Las condiciones serían, básicamente, cumplir con las recomendaciones de la Comisión Europea a rajatabla, tanto en lo que se refiere al ajuste fiscal para reducir el déficit como en los desequilibrios económicos. O, lo que es lo mismo, si Bruselas ha dicho a España que tiene que corregir aspectos de la reforma laboral, subir el IVA y volver a suprimir la deducción fiscal por vivienda probablemente tenga que hacerlo.
Más aún, el rescate bancario presenta un problema añadido para nuestro país que no tiene Italia, ya que una de las condiciones establecidas es la ausencia de problemas de solvencia bancaria que suponga una amenaza a la estabilidad de todo el sistema bancario de la zona euro.
Este riesgo es precisamente el que desencadenó que se pidiese el rescate de hasta 100.000 millones de euros al sector financiero, lo que puede provocar dos reaccionar de los socios europeos: que consideren que con el rescate se evita el riesgo sistemático o hacer que España acuda al programa de ayudas en el mercado primario.
En el caso español, supondría, tal y como dice claramente el documento que recoge las condiciones para acceder a este tipo de compra de bonos, una complicación añadida al 'rescate' bancario: que el dinero de la compra de bonos se descontaría de la cuantía del rescate a la banca. Más aún, "la implicación del Fondo Monetario Internacional en el procedimiento de supervisión será buscada activamente".
Mecanismo ya contemplado en 2011
En todo caso, llama la atención que, como ocurrió con el rescate al sector financiero, la letra pequeña del FEEF ya había previsto una situación como ésta en un documento aprobado con fecha del 29 de noviembre de 2011 (pdf), apenas nueve días después de la victoria de Rajoy por mayoría absoluta.
El documento, llamado ‘Guía para las compras en el mercado secundario’ recoge las enseñanzas precisamente del ataque a España e Italia del pasado verano.
"En el curso de las crisis soberanas que se están produciendo se han producido dinámicas de precios en varias ocasiones y en diferentes países que son difíciles de explicar en función de los fundamentos económicos. La correción de pasadas expectativas infundadas del rescate a países y la especulación sobre la coherencia política de la zona euro ha jugado un papel aquí", señala el documento.
Por este motivo, se desarrolla este mecanismo con el objetivo de tomar una acción preventiva, en la que el propio BCE tendría un papel clave en un sistema de alerta temprana que puede poner en marcha la compra de bonos en cuestión de días.
El procedimiento sería el siguente: un país miembro pide la ayuda al presidente del Eurogrupo, como en otros rescates, y en un periodo de tiempo muy corto, entre uno o dos días, el BCE, junto con la Comisión prepararían un Memorándum de Entendimiento donde se especificaría el periodo de compra de bonos, el ajuste fiscal y las reformas estructurales que se pedirían.
Aquí es donde se entiende la reticencia de España e Italia a acudir a este mecanismo hasta ahora: bajo el paraguas de una acción directa del BCE no había memorándum ni condiciones económicas que cumplir, al menos de forma oficial, mientras que en este caso sí.
Más aún, la Comisión y el BCE harían un seguimiento mensual de que las condiciones para la compra de bonos se están cumpliendo, con un informe al eurogrupo que podría paralizar las operaciones si se considera que el estado que está recibiendo la ayuda incumple.
Eso sí, tiene la ventaja de que puede ser activado inmediatamente, lo que puede calmar a los mercados mientras se produce la negociación del memorándum del rescate bancario para España, que puede alargarse semanas.
Visiones contrepuestas
En este ámbito, no es de extrañar dos reacciones opuestas como las del ministro de Exteriores español, José Manuel García Margallo, y el portavoz económico de la UE, Amadeu Altafaj.
El primero calificó como “inteligente” esta solución para “cortar la hemorragia de deuda pública”.
El segundo consideró esta solución como una especie de “paracetamol financiero que sirve para el tratamiento del dolor pero no sirve para resolver los problemas estructurales de España e Italia”.
Para el Gobierno, la compra de bonos por el fondo de rescate puede calmar las incertidumbres más a corto plazo con una prima de riesgo por encima de los 550 puntos y un bono que ronda el 7%.
Igualmente, el ejecutivo comunitario cree que solo soluciones a medio o largo plazo como la unión bancaria, una garantía de depósitos europea, más unión fiscal o los eurobonos pueden calmar definitivamente el mercado de deuda.
En este punto, la canciller alemana, Ángela Merkel, que se resiste a la urgencia de estas reformas, señalaba el camino para España: primero tiene que pedir formalmente el rescate a la banca y luego plantearse esta salida, que además calmaría de paso el deseo tanto de Berlín como de otros países con nota triple A en la zona euro de que las condiciones del rescate a España no se circunscriban solo al sector financiero.