Europa busca reinventarse en la cumbre trascendental (ahora sí) para salvar al euro
- La unión bancaria es el principal pilar sobre el que hay un mayor consenso
- Merkel teme que los eurobonos se conviertan en el tema central de la cumbre
Todas y cada una de las últimas cumbres europeas han venido acompañadas de los adjetivos “trascendental” y “decisiva”, pero esta vez, al menos por lo extraordinario de las circunstancias que la rodean, los políticos (y los periodistas) no pecan de grandilocuentes.
La Unión Europea ha llegado al límite, al punto en el que un gran pacto puede marcar la diferencia entre la catarsis o el cataclismo. Los Veintisiete se reúnen con la voluntad clara de apostar por “Más Europa” para salir de la espiral de destrucción en la que se encuentra sumergida la eurozona. El problema es que, como casi siempre, no todos entienden la integración de la misma forma y el tiempo para el consenso se agota.
A pesar de que Bruselas y Fráncfort han elaborado una hoja de ruta para profundizar en la Unión Económica y Monetaria –un documento que se presenta como el “salto cualitativo” que viene a corregir los defectos de construcción del euro- los líderes tendrán que abordar también los escollos que ponen en jaque la moneda común en el corto plazo.
Estabilidad de la deuda
Una de los problemas más inminentes es resolver el problema de la liquidez y la sostenibilidad de la deuda soberana. En este capítulo, el primer ministro italiano, Mario Monti, arropado por sus socios del sur de Europa, ha pedido que el Banco Central Europeo –o en su defecto los fondos de rescate–intervenga en el mercado secundario cuando las primas de riesgo se disparen y que Mario Draghi ponga en marcha una nueva barra de liquidez a los bancos.
Para Europa y el FMI no tiene sentido el elevado tipo de interés que los mercados le están pidiendo a España para financiarse. Con la prima de riesgo en máximos históricos por encima de los 500 puntos durante casi un mes, todas las alarmas se dispararon y miraron a Italia. Ni el rescate de la banca ha calmado a los mercados. De hecho, las dudas sobre esa ayuda financiera han puesto en evidencia los agujeros y las debilidades de los “cortafuegos” europeos.
Con la salida del euro de Grecia siempre como sombra amenazante, pese al Gobierno pro-rescate elegido en las urnas, los líderes tendrán que decidir hasta dónde están dispuestos a llegar para proteger a sus socios. Y aquí es donde Angela Merkel y sus socios del norte han dicho “no” a más intervención del BCE y a la compra de deuda por los fondos de rescate. La Comisión Europea, por su parte, calificó la medida de “paracetamol financiero” y, entre tanto, España e Italia siguen pensando cómo restaurar la confianza perdida.
El corto plazo: Unión bancaria
Al tiempo que se discuten estas soluciones de urgencia, la UE pretende impulsar de forma inmediata una unión bancaria que, según José Manuel Durao Barroso, es el primer pilar que puede conseguirse en el corto plazo ya que no requiere de cambios en los tratados.
La propuesta de Bruselas pasa por convertir al BCE en el supervisor máximo del sistema financiero europeo con derecho a intervenir en cualquier entidad y por crear un fondo de garantía de depósitos común y otro para la resolución de crisis bancarias. Las entidades estarían obligadas a aprovisionar fondos para responder ante futuras crisis, evitando así que casos como el agujero de Bankia recaigan otra vez sobre las espaldas de los ciudadanos europeos, pero el fondo de rescate europeo sería el garante último tanto de los ahorros de los depositantes como del dinero necesario para liquidar un banco en problemas.O, lo que es lo mismo, ahorros y riesgos se comparten.
Aunque el consenso sobre estos pasos parece que está cerca de alcanzarse (entre los países del euro), los líderes tendrán que responder a algunas preguntas como, por ejemplo, si esta regulación afecta solo a las entidades sistémicas o a todos los bancos y quién será el organismo supervisor: el BCE con sede en Fráncfort o la Autoridad Bancaria Europea con sede en Londres, para lo cual algunos ven imprescindible que Reino Unido –reacio a contradecir a la City- se comprometa.
El medio plazo: Unión fiscal y presupuestaria
El otro capítulo que abrirá ampollas es el de la unión fiscal y presupuestaria. Berlín ha repetido hasta la saciedad que la convergencia en materia de impuestos y gasto público era la condición indispensable para pensar en mutualizar la deuda, los “temidos” eurobonos. Ahora que Bruselas ha propuesto dar más poder a la UE para controlar y corregir los presupuestos de los Estados miembros, Merkel ha vuelto a decir “nein”.
La mayor cesión de soberanía nacional de la historia no le parece suficiente. Cree que se habla demasiado de “garantías comunes” y “demasiado poco sobre la mejora de los controles y medidas estructurales”. No lo ha podido decir más claro: “No veré los eurobonos mientras viva”. Es la eterna puja entre la ortodaxia presupuestaria que defiende Alemania junto a Austria y otros estados del norte frente a la deuda compartida que abandera el François Hollande, la Comisión y los periféricos.
De hecho, París tampoco está dispuesto a ceder tanta soberanía en favor de las instancias europeas. La integración política no puede ser la condición previa a las medidas urgentes de recuperación", ha advertido el ministro francés de Asuntos Europeos, Bernard Cazeneuve.
Y es que la hoja de ruta de Herman Van Rompuy parecía ser el armisticio de esta guerra porque es un quid pro quo, pero todavía quedan muchas batallas que librar.
Merkel es consciente de que con este discurso se está quedando cada vez más sola y ha expresado su pesar de que los eurobonos vayan a ser uno de los temas centrales de la cumbre.
¿Y el crecimiento?
Al menos tendrá algo de alivio en su otro gran caballo de batalla: el crecimiento. Junto a Mariano Rajoy, Hollande y Monti, la canciller alemana acordó en Roma la pasada semana un plan de 130.000 millones de euros, el 1% del PIB europeo, para impulsar el crecimiento y el empleo. Tampoco era una propuesta del todo nueva, porque la CE ya planteó dedicar los excedentes de los fondos europeos a estos objetivos, junto a los "bonos de proyecto" del Banco Europeo de Inversiones.
En este aspecto es en lo único en lo que los Veintisiete podrían conseguir una verdadera unanimidad. En el resto de puntos, la hoja de ruta para "una unión económica y monetaria genuina" amenaza con abrir más la brecha de una Europa a dos velocidades: la de los 17 países que forman parte del euro, y los otros diez que conservan su moneda nacional.
Todas las soluciones a la crisis van a estar sobre la mesa. No habrá tabúes, según los líderes, porque lo que está en juego es demasiado importante como para cerrarse puertas.
“La crisis del euro es en algunos casos pasmosamente simple de soluciones…porque no son económicas, sino políticas”, afirma a la agencia Reuters, Jim O'Neill, presidente de Goldman Sachs Asset Management. "Si Angela Merkel y sus colegas permanecieran juntos con el resto de la zon euro y si se comportaran como una verdadera unión, esta crisis se terminaría este fin de semana", añade.