La violinista Hilary Hahn y el pianista Hauschka improvisan en Silfra, un CD grabado en Islandia
- 12 temas en los queexploran texturas inspirados por el paisaje islandés
- Han contado con el productor de Björk, Valgeir Sigurösson.
- Silfra es la grieta que divide las placas tectónicas de Norteamérica y Euroasia.
Ella es una reputada violinista estadounidense con grabaciones en su curriculum de Tchaikovski, Bach, Schoenberg, Mozart o Charles Ives. La revista Time la proclamó Mejor músico clásico joven, a los 21 años.
Él es un pianista alemán experimental, que ha seguido los pasos de John Cage. Su nombre lo asociamos al piano preparado, en el que para alterar e timbre y conseguir atmósferas diferentes, puede introducir papel de aluminio, bolas de ping pong, piedras o tapas de botellas.
Hilary Hahn y Hauschka se prepararon durante dos años para buscar una voz común como dúo, después de que les pusiera en contacto el músico folk Tom Brosseau, amigo de ambos.
El objetivo se concretó en Islandia -un lugar simbólico para los dos- donde se embarcaron en unas sesiones de improvisación que dieron lugar a 12 piezas, grabadas en una primera toma; "los momentos mismos en que las ideas tomaron vida".
El disco, publicado por Deutsche Grammophon, se titula Silfra, que es el lugar cerca de Islandia, donde se encuentra la grieta entre placas tectónicas de Norteamérica y Euroasia.
Un lugar de calma verde y azul
"Es un lugar de calma sobrenatural que se viste de matices de un azul y un verde que no se encuentran en ningún otro lugar. Bucear, hacer snorkel, en plena tempestad de nieve allí, es como sentirse suspendido en un espacio original; uno se siente minúsculo, rodeado por todos los lados de un paisaje infinito, fuera del mundo. Más que a una falla, es a una costura entre dos mundos, a lo que se parece Silfra", así definen las notas del disco ese lugar cercano a Reikiavik que ha inspirado este trabajo.
“Tenemos en común una sensación de explorar cosas”, ha comentado Hauschka. “Puede que en la época de Cristóbal Colón yo hubiera conocido a Hilary en alguna parte en medio del Atlántico: ella habría estado de camino para explorar Sudamérica y yo habría estado de camino para descubrir el país del hielo. Nuestros barcos se encontrarían y nos tomaríamos un té juntos intercambiando experiencias”, explica en el dossier de prensa acerca de este encuentro no guíado por el marketing.
Lo cierto es que antes de embarcarse en este proyecto, su único contacto profesional había sido la colaboración como invitada de Hahn en algún concierto de Hauschka.
La historia de un encuentro singular
Cuando se trata de realizar un trabajo en colaboración, Hahn y Hauschka comparten una filosofía similar. “Una colaboración tiene que tener sentido a todos los niveles”, insiste Hahn, “incluido el instintivo. Las dos personas tienen que estar verdaderamente interesadas y sentir la curiosidad de explorar la experiencia de trabajar juntas", añade.
Los pensamientos de Hauschka son similares: “Es enormemente importante salir de tu burbuja individual y también trabajar con alguien abre muchas
puertas a tu creatividad. Pero no soy muy amigo de colaborar por colaborar, o por motivos de márketing. Todas las colaboraciones que hago proceden de un interés y fascinación por el trabajo de otra persona”.
El interés a la hora de querer encontrar cosas nuevas, combinadas con un "auténtico placer por la vida" son las cualidades que han quedado inscritas en la totalidad de Silfra.
Tenían pocos objetivos concretos y, a buen seguro, ninguna estética preconcebida, y llegaron al estudio de grabación a propósito sin nada escrito. Allí trabajaron con Valgeir Sigurðsson, el productor, compositor y músico islandés cuyo sello Bedroom Community ha contribuido a que el mundo se fijara en músicos como Ben Frost y Nico Muhly, y que trabajó como ingeniero de sonido y programador para Björk en muchas de sus grabaciones entre 2000 y 2005.
Podemos visitar ese estudio y conocer el proceso de grabación en este vídeo:
Un estudio a las afueras de Reikiavik
Su espacioso estudio Greenhouse, en las afueras de Reikiavik, demostró ser el entorno perfecto: “La ubicación y ese estudio en concreto, comenta Hahn, “nos ayudaron realmente a salir de nuestras propias cabezas (...) como para ser capaces de encontrar un espacio creativo en el que nos sentíamos libres de relacionarnos entre nosotros y perseguir fragmentos de ideas que iban surgiendo mientras tocábamos"
Trabajaron durante diez días con Sigurðsson como coproductor e ingeniero, convirtiéndose el proceso en algo lleno de inspiración, natural y, con frecuencia, algo tan envolvente que, como señala Hahn, “estábamos en un marco mental tan concentrado que seguíamos estando en el álbum aun cuando ya no estuviésemos tocando”.
Aunque comparten valores en común –Hauschka, por ejemplo, también recibió una formación clásica–, anteriormente habían pasado cantidades considerables de tiempo operando dentro de campos musicales contrapuestos, y la experiencia de hacer música juntos les permitió investigar un territorio musical anteriormente inexplorado.
“Fue”, ha explicado la violinista estadounidense, "una cuestión de combinar lo que yo había hecho ya fuera del campo de la música clásica, que es donde yo había realizado mis propias improvisaciones, y las cosas que había aprendido y acumulado con el paso de los años”.
Para los dos, continúa ella, “era una cuestión de encontrar un modo de encontrarnos como en un punto intermedio de nuestras tendencias musicales creativas, pero
también en algún lugar lejos de nuestras tendencias”.
"En el proceso compositivo con Hilary, me sentí realmente empujado hacia delante, y también oí un gran número de nuevos aspectos de la música, pero también experimenté un proceso personal interior. Encontramos una manera de interactuar entre nosotros en la que éramos, de algún modo, un solo instrumento”, ha argumentado Hauschka para explicar el hecho de que el piano preparado y el violín suenen tan perfectamente equilibrados.
Hahn se hace eco de este punto de vista: “Creo que tenemos una ética del trabajo y una ética personal realmente similares y, aunque vivimos vidas diferentes, parece que hemos llegado a un lugar que nos resulta familiar a los dos”.
Corte a corte: saltos emocionales
Las emociones que proporciona Silfra son muchas. Comienza con la titulada Stillness (Quietud) –la mayoría de los temas del disco recibieron un nombre que representaba alguna forma de sinónimo para la música– antes de que estalle de golpe la energía incontenible de Bounce Bounce (Rebota rebota), en la que el piano de Hauschka suena estrepitosamente tras la interpretación virtuosística de Hahn.
Halo Of Honey (Halo de miel) es tan apacible como nada de lo que haya creado nunca Brian Eno de haber trabajado con instrumentos de cuerda para crear música de cámara en vez de instrumentos electrónicos para crear música ambiental.
Ashes (Cenizas) evoca la atmósfera de algunas de las composiciones de Arvo Pärt de finales de los años setenta y Draw A Map (Dibuja un mapa) resalta su lado más juguetón. Clock Winder (Cuerda de reloj) es una estampa atmosférica con el encanto de una caja de música, mientras que Krakow (Cracovia) ofrece una sencillez romántica que es profundamente conmovedora y puede evocar en algún momento a Erik Satie.
El tema “North Atlantic” es una inmersión en los mundos submarinos en la las melodías rítmicas de Hauschka dialogan con los ritmos cambiantes del violín de Hahn.
Son los doce minutos de duración de Godot, sin embargo, los que ambos músicos reconocen como su tema predilecto del disco y Hauschka lo identifica como capaz de capturar parte del espíritu islandés que ellos sintieron mientras estaban grabando-
Silfra, sin embargo, funciona como una entidad con cuerpo propio, algo incluso mayor que sus partes. Como apunta Hahn, “estás oyendo exactamente lo que surgió en el momento en que cobró vida, en cada segundo de este disco. Eso es muy infrecuente. Hacer el disco fue una experiencia tan gratificante que cuando lo oigo siento un poco de nostalgia”.