Las elecciones en Libia, un complicado rompecabezas difícil de resolver
- Las milicias armadas no se han integrado en el Ejército o la policía
- Las rencillas tribales han aflorado en el desértico sur de Libia
- En el este, aumentan los "federalistas" por el mal reparto de escaños
Cuando Gadafi fue asesinado a manos del furioso grupo de milicianos que le capturaron en Sirte, la euforia se apoderó de miles de libios que salieron a la calle a festejarlo ruidosamente en las avenidas de la capital, Trípoli, en la Plaza de los Mártires (la antigua Plaza Verde), y en prácticamente todo el país.
Pocos pensaron entonces que la “liberación” de Libia daría paso a un proceso de transición que se ha convertido en un complicado rompecabezas. Muchas de las milicias armadas que conformaron las fuerzas rebeldes y que, con la ayuda de la OTAN, derrotaron al ejército de mercenarios del Coronel no se han integrado en el ejército y la policía o entregado sus armas, como les pidieron los miembros del Consejo Nacional de Transición que ha llevado las riendas del país en los últimos meses. Lejos de eso, hacen valer su poder ejerciendo presión contra las autoridades y controlando sus territorios, como ocurre con las milicias de Misrata o Zintán.
Lo cierto es que el Consejo de Transición no tiene el control sobre algunas zonas del país, y eso es especialmente cierto en el desértico sur, en localidades como Sebha o Kufra, donde en las últimas semanas se han producido enfrentamientos armados entre grupos tribales que han dejado decenas de muertos. Esas rencillas tribales han emergido rápidamente tras la caída de Gadafi y la falta de un poder central efectivo.
Crece la voz de los "federalistas"
Por si fuera poco, en la región de Cirenaica, en el este del país, cada vez son más las voces que piden un Estado federal o una autonomía respecto a Trípoli. La capital de esa región, Bengasi, fue la cuna de la revolución contra Gadafi, y está a más de mil kilómetros de Trípoli. En el este se quejan del reparto territorial de los 200 escaños de la Asamblea que va a ser elegida en las urnas, y que en principio tiene que elaborar una nueva Constitución (aunque al final puede que no sea así y que la comisión constitucional sea elegida también por medio de elecciones). Al oeste del país, donde se encuentra Trípoli, le han correspondido cien escaños. Sesenta serán para el este, y cuarenta para el sur.
En las últimas semanas los “federalistas” han intensificado sus protestas, con asaltos a la comisión electoral en Bengasi o con el último episodio de la toma de los estratégicos puertos petroleros de Brega o Ras Lanuf, que fueron escenarios clave de la guerra porque de ellos sale la mayor parte de las exportaciones de crudo del país. Y este viernes, horas antes de la votación, un funcionario de la Comisión Electoral ha muerto al ser alcanzado por disparos cuando viajaba en helicóptero trasladando urnas y papeletas electorales.
A pesar de este panorama, los observadores europeos que van a supervisar el desarrollo de estas elecciones son moderadamente optimistas. Consideran que el Consejo de Transición está haciendo bien su trabajo y que la organización de estas elecciones, las primeras en más de 42 años, es aceptable. Creen que el riesgo de que haya fraude electoral es bajo, y ven entusiasmo en la población por el proceso democrático: 2.700.000 electores, el 80 por ciento del cuerpo electoral, se han inscrito para votar a los más de 3.000 candidatos que se presentan.
Respecto al resultado de los comicios, pocos tienen la clave sobre quién puede ganar. De los 200 escaños que tendrá la nueva Asamblea, 120 están reservados a candidatos independientes, y 80 a los partidos. La adscripción ideológica de esos “independientes” no estará demasiado clara hasta que transcurra un tiempo.
Tendencias electorales
Tres son las tendencias principales que se pueden apreciar: Por un lado están lo que podría llamarse modernistas laicos, que encabezan Mahmoud Jibril y Ali Tarhouni, que fueron primer ministro y ministro de petróleo en la nueva Administración post Gadafi, y que se han agrupado en la llamada Alianza de Fuerzas Nacionales.
Por otro lado está el Frente de Salvación Nacional, un viejo partido opositor a Gadafi, cuyos integrantes han estado exiliados muchos años, así como los partidos que piden un retorno a la monarquía a la que puso fin el golpe de Gadafi en 1.969.
En tercer lugar, se encuentran los islamistas, que tampoco son un todo homogéneo. Uno de los partidos con más presencia en cuanto a carteles electorales es el Watan, formado por Andel Hakim Belhaj, el hombre fuerte de las fuerzas rebeldes en Trípoli, antiguo yihadista en Afganistán y considerado cercano a Al Qaeda, que ha colgado el traje militar para embarcarse ahora en la política.
Por otro lado, están los Hermanos Musulmanes, prohibidos en Libia durante los años de Gadafi, y que han formado el Partido de la Justicia y el Desarrollo, formación que se proclama moderada y que pretende emular el éxito de esta corriente en Egipto, aunque poco parecen tener que ver su nivel de organización y de seguimiento. La lidera Mohamed Suwan, un antiguo preso político en las cárceles gadafistas.
Finalmente, hay toda una pléyade de pequeños partidos islamistas, algunos muy extremistas, por lo que el voto islamista parece que estará dividido.
Reconstrucción del país
Más allá del resultado de las elecciones, el trabajo fundamental que el nuevo poder libio va a tener en los próximos meses es la construcción de un Estado que respete los derechos humanos y la justicia. Hay todavía cientos de presos progadafistas en manos de las milicias, sin ser sometidos a juicio ni al control de las autoridades. Muchos de esos presos son de nacionalidades africanas, acusados por sistema de ser mercenarios de Gadafi. Y organizaciones como Human Rights Watch o Amnistía Internacional han denunciado ya casos de secuestros indiscriminados y torturas llevados a cabo por esas milicias.
En fin, que el panorama tras las elecciones de este sábado, sea cual sea el resultado, es muy complicado. La OTAN, de la mano del entusiasmo de Sarkozy y Cameron, ayudó a los rebeldes a acabar con Gadafi. Pero luego éstos tardaron cero minutos en ordenar el retorno de sus aviones y marcharse. Y la mayor parte del trabajo para la reconstrucción del país está todavía por hacer.