Un gusano que se adapta a las condiciones espaciales como pez en el agua
- Los nematodos se adaptan mejor a la microgravedad y la radiación espacial
- Tras volver a la Tierra, los gusanos tenían menos proteínas tóxicas
- Los resultados sugieren que se trata de un proceso de adaptación
Después de un viaje espacial, los astrounautas regresan muy débiles a la Tierra, principalmente por haber estado sometidos a las condiciones de microgravedad y a la radiación del espacio.
En cambio, un pequeño nematodo -más conocido como 'gusanos redondos'- ha demostrado que se adapta mucho mejor que los humanos a los viajes espaciales, según ha confirmado un nuevo estudio recogido por la Agencia Espacial Europea (ESA).
La investigación comenzó cuando un astronauta de la ESA, André Kuipers, viajó por primera vez a la Estación Espacial Internacional en el año 2004 y llevó al espacio varios ejemplares de estos microscópicos Caenorhabditis elegans.
Un equipo internacional de científicos escogió esta especie para estudiar como reaccionaba en el espacio porque era la primera forma de vida pluricelular de la que se había logrado secuenciar toda su estructura genética.
Al volver a la Tierra, los investigadores descubrieron que los gusanos tenían menos proteínas tóxicas en sus músculos que si se hubieran quedado en la Tierra en vez de viajar al espacio, según los resultados publicados en la revista Nature Scientific Reports.
Todo está en los genes
Los científicos descubrieron que siete de los genes de los nematodos habían permanecido prácticamente inactivos durante su estancia en órbita, ya que vivir en la ISS evitaba que ciertos genes funcionasen con normalidad.
Como los gusanos parecían vivir mejor sin esos genes, los investigadores probaron a desactivarlos en el laboratorio. Descubrieron que los ejemplares que nacían sin ellos estaban más sanos y vivían más tiempo.
“Parece que los músculos envejecen mejor en el espacio que en la Tierra“
Los músculos, explica Nathaniel Szewczyk, uno de los científicos del proyecto, "suelen encoger en el espacio". Los resultados sugieren que se trata de un proceso de adaptación, en lugar de una simple respuesta involuntaria ante las condiciones espaciales".
Al contrario de lo que pensábamos, señala Szewczyk, "parece que los músculos envejecen mejor en el espacio que en la Tierra. También podría ser que la estancia en el espacio ralentizase su proceso de envejecimiento”.
Los humanos comparten alrededor del 55% de la secuencia genética con el C. elegans, por lo que el próximo paso de los científicos consistirá en estudiar cómo responden nuestros músculos a la vida en el espacio.