El arsenal químico de Siria despierta los temores de los países vecinos
- Según expertos, Damasco tiene uno de los arsenales más potentes de la región
- Rusia asegura que ha recibido garantías de que el arsenal está a salvo
- Israel teme que, si el cae el régimen, las armas terminen en manos de Hezbollah
"Esas armas están vigiladas y almacenadas, y no serán empleadas a menos de que Siria se exponga a una agresión externa", comentó el pasado lunes el portavoz del Ministerio de Exteriores sirio, Jihad Mahdessi. Unas palabras que, más que tranquilizar, incrementaron los temores de la comunidad internacional sobre la utilización de armas químicas en un escenario, el de la guerra civil siria, que parece cada vez más fuera de control.
La respuesta internacional fue rápida: el presidente de EE.UU., Barack Obama, advirtió a Bachar al Asad de que usar ese armamento sería un “trágico error” de proporciones históricas y que el “mundo vigilaba”. Rusia, por su parte, ha asegurado que tiene garantías de Al Asad de que el arsenal está a salvo. "Hemos recibido seguridades firmadas de Damasco de que la seguridad de su arsenal está totalmente salvaguardada", ha declarado el viceministro ruso de Exteriores, Gennady Gatilov.
La irrupción del peligro de las armas químicas en el conflicto sirio saltó a la escena internacional con las palabras del primer diplomático sirio en desertar, el exembajador en Irak, Nawaz Fares, quién advirtió que Damasco podría usarlas contra los rebeldes. Poco después, fuentes de inteligencia estadounidenses alertaron de que el régimen estaba haciendo movimientos estratégicos de este arsenal.
Las declaraciones de Mahdessi han sido las primeras por las que el régimen reconocía que contaba con este tipo de armamento. Pero con ellas Damasco también mandaba otro mensaje: las armas siguen en su poder, unas palabras encaminadas a desactivar las iniciativas que buscan una intervención extranjera.
El arsenal químico de Siria
Todos los años, el jefe de la inteligencia militar de EE.UU., Ronald Burgess, advierte en el senado estadounidense de que Siria “tiene depósitos de agentes neurotóxicos que pueden ser diseminados por vía aérea o por medio de misiles balísticos”. Sin embargo, como casi todo lo que tiene que ver con el régimen sirio, conocer la verdadera dimensión de este arsenal es casi imposible.
Los datos públicos son inexistentes, pero muchos analistas apuntan a que este arsenal es uno de los más potentes de la región. Siria dispone de “centenares de toneladas” de agentes químicos, apunta a AFP el experto en estudios sobre la no proliferación del Instituto de Monterrey, en EE.UU, Leonard Spector.
“Damasco logró dominar la síntesis de los organofosforados, la última generación, y la más eficaz y tóxica de armamentos químicos. A esta familia pertenecen el gas Sarín y el VX”, añade el experto Olivier Lepick, de la Fundación para la Investigación Estratégica. Pero también domina “agentes mucho más antiguos como el sulfuro de etilo diclorado, es decir, el gas mostaza”.
Según el centro de Investigaciones del Congreso de EE.UU., los principales centros de producción se encontraban en Alepo, Damasco, Lataquia, Hama y Homs. Algunos de estos enclaves se encuentran inmersos en duros combates, lo que podría hacer peligrar el control de esos agentes.
Siria lanzó su programa de producción en los años 70, en plena Guerra Fría, gracias a la ayuda de la URSS y Egipto, y desde 1990 ha recibido apoyo de Irán, su principal socio en la región, para un mayor desarrollo.
Los datos, sin embargo, son muy escasos, ya que Siria es uno de los seis países del mundo (Egipto, Somalia, Angola, Sudan del Sur y Corea del Norte son los otros) que no han firmado la Convención contra las armas químicas de 1997. Incluso la Libia de Gadafi firmó en 2004 esa convención y destruyó, oficialmente al menos, todas sus municiones que contenían cargamento químico, aunque aún debe destruir los agentes que no estaban en las municiones.
Según la Organización para la Prohibición de Armas Química (OPAQ), en los últimos 15 años sólo siete países han reconocido disponer de ese armamento (EE.UU, Rusia, India, Albani, Irak, Libia y una nación que prefirió mantener el anonimato). Pero eso no significa que sean los únicos en la región. Aunque no lo han reconocido, se sospecha que otros como Irán, Israel o Turquía también las poseen.
Temor internacional
Las palabras del Ministerio de Exteriores sirio no han tranquilizado a nadie. De hecho, Mahdessi resaltó la posibilidad de que “grupos terroristas” puedan obtener este armamento del exterior que “podrían utilizar, Dios no lo quiera, para luego acusar a las fuerzas sirias”.
Las fuerzas opositoras, temerosas de que Damasco utilice este armamento, especialmente, tras el duro golpe que recibió con el atentado que acabó con la vida de su cúpula de mando militar, han asegurado que repartirán máscaras de gas entre sus combatientes.
Para el profesor de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Alicante, Ignacio Álvarez Ossorio, el riego de que Al Asad utilice las armas químicas no es muy elevado: “El gran temor, sobre todo de EE.UU. e Israel, más que el régimen use las armas químicas, es que caigan en manos no deseadas, elementos yihadistas, etc…”, comentó en una entrevista con RTVE.es
Sin embargo, el cada vez mayor descontrol dentro del territorio sirio, hace que algunos de sus vecinos reaccionen en una lógica más propia de la guerra fría. Es el caso, por ejemplo, de Turquía. Según informa la agencia de noticias turca Dogan, Ankara ha enviado expertos en ataques con armas químicas a la frontera y el batallón de armas químicas del Ejército ha sido traslado del oeste del país a la céntrica ciudad de Konya.
En Israel, sin embargo, los miedos son otros. En una entrevista en el programa televisivo estadounidense Fox News Today, el primer ministro Benjamín Netanyahu mostró su preocupación de que un colapso caótico del régimen sirio deje los depósitos de armas sin vigilancia y caígan en manos de la milicia libanesa Hezbollah.
De hecho, el propio ministro de Defensa israelí, Ehud Barack, no ha descartado que Tel Aviv prepare planes de contingencia en esta situación extrema.