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Un tribunal israelí exonera al Estado en la muerte de la activista estadounidense Rachel Corrie

  • Asegura que fue un "accidente lamentable" ocurrido en tiempo de guerra
  • Corrie murió atropellada por un bulldozer del Ejército hebreo
  • La familia de la activista podría apelar el fallo ante la justicia israelí

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Un tribunal israelí exonera al Estado en la muerte de la activista estadounidense Rachel Corrie

Un tribunal israelí ha rechazado este martes las acusaciones de negligencia contra el Ejército israelí por la muerte, en 2003, de la activista estadounidense Rachel Corrie. Corrie murió atropellada por un bulldozer del Ejército hebreo durante una manifestación pro-palestina en la Franja de Gaza.

La familia de la activista interpuso una denuncia ante un tribunal de la ciudad israelí de Haifa en 2005, en la que acusaba a Israel del asesinato intencionado de su hija de 23 años y de no investigar debidamente los hechos.

En una larga sentencia, el juez rechaza la demanda y dice que el estado no es responsable de ningún daño causado durante lo que ha catalogado como acciones de guerra, y ha calificado la muerte de Corrie de "accidente lamentable".

"Me siento dolida", ha dicho la madre de Corrie, Cindy, tras conocer el veredicto. En la página de la Fundación que lleva el nombre de la activista, un comunicado lamenta que "ha prevalecido la impunidad" sobre la Justicia.

El abogado de la familia, Hussein Abu Hussein, ha subrayado que el veredicto contradice "los principios fundamentales de la legislación internacional en lo relativo a la protección de los defensores de los derechos humanos".

Protesta contra la demolición de casas

En el momento de su muerte, Corrie participaba en una protesta no-violenta contra la demolición de casas de palestinos en Rafah, en el sureste de la Franja, como miembro del Movimiento de Solidaridad Internacional con Palestina.

Sus compañeros afirman que se encontraba en un promontorio cuando el bulldozer avanzó y Corrie perdió pie debido al movimiento de tierras. Aseguran que gritaron al conductor que parara, pero este les ignoró.

El Ejército, por su parte, argumentó desde el primer momento que el conductor no pudo ni oír ni ver a la joven desde la cabina donde se encontraba y explicó que pidió reiteradamente a los activistas que abandonaran la zona por medio de gritos, gases lacrimógenos y granadas de sonido.

Según el juez, los soldados hicieron todo lo que pudieron para mantener a la gente alejada del lugar. "Ella (Corrie) no se distanció del área, como cualquier persona con sentido hubiera hecho", dice el fallo.

Altos representantes de EE.UU. habían criticado la investigación militar  original, advirtiendo que no había sido profunda ni creíble. Pero el  juez ha establecido que la investigación fue apropiada y que el Ejército  no tiene ninguna responsabilidad.

La muerte de Corrie la convirtió en un símbolo de la Intifada, mientras su familia inició una lucha en los tribunales para establecer la responsabilidad por el asesinato. Su historia se convirtió en obra de teatro y fue recogida en un libro.