Terrence Malick decepciona en Venecia con 'To the Wonder'
- La cinta es recibida con abucheos y algunos aplausos en la Mostra
- Parece un descarte de El árbol de la vida con bocanadas magistrales
El maestro Terrence Malick ha errado esta vez su tiro "hacia la maravilla", que es como titula su nuevo filme, To the Wonder, una ambiciosa y multilingüe búsqueda de la intangible naturaleza del amor que fue recibida con abucheos y algunos aplausos en la Mostra de Venecia.
El realizador, que ya tiene un Oso de Oro en Berlín por La delgada línea roja y ganó la Palma de Oro el año pasado por El árbol de la vida (The thin red line), busca unir a esa vitrina el León de Oro con este filme, protagonizado por Ben Affleck, Olga Kurylenko, Rachel McAdams y con un pequeño papel de Javier Bardem.
Como era de esperar en él, se ha ausentado de todo tipo de presentación oficial del filme, pero como no es tan habitual en el realizador de Días del cielo (Days of Heaven) y Malas tierras (Badlands), su genio tampoco acaba de aparecer en su película.
A Venecia tampoco han venido ni Bardem, por estar rodando con Ridley Scott en Londres -explicación dada por los productores del filme de Malick-, ni Affleck, ni McAdams.
Historia de amor imposible
Por lo que Kurylenko ha sido la encargada de defender, junto con los productores de una cinta que, según ella, se resume como "la historia de una pareja que se ama pero que no puede convivir, que se separa y vuelve con la esperanza de que esa vez sí funcione, pero eso nunca sucede".
To the Wonder tiene los rasgos estéticos distintivos de su cine -queda su fotografía, su vínculo con la naturaleza, la ingravidez de su cámara y su aroma espiritual- pero, quizá por el poco tiempo que esta vez se ha tomado entre película y película -que solía ser de, al menos, cinco años- su nueva criatura parece un descarte de El árbol de la vida (The tree of life).
En vez de realizar un análisis cósmico de la humanidad, apunta ahora a dos personas para abrir un debate no menos ambicioso. "La pregunta que hace la película es si ese amor es una expresión de nuestro libre albedrío o si por el contrario el algo por encima de nosotros que nos domina", ha explicado Kurylenko.
Bocanadas magistrales puntuales
Sobre esta premisa emergen puntualmente bocanadas magistrales, cuando se dibuja una vida como un camino "hacia la maravilla" pero que nunca llega a encontrarse con ella, bien sea el Dios que no se manifiesta al sacerdote interpretado por Bardem o el amor de pareja que se escurre entre los dedos de Kurylenko y McAdams.
Y también aborda con su sabiduría habitual el debate sobre la aceptación pasiva de los acontecimientos (a través de un igualmente pasivo Ben Affleck) y la elección proactiva de los caminos, haciendo uso de la tantas veces frustrante libertad e intentando caminar sobre las aguas, metáfora de la que hace uso la película en algunos de sus más hermosos planos.
Por lo demás, el grueso de la película transcurre entre la afectación, el sermón y el tono "new age" que Malick suele sortear con elegancia, pero al que esta vez se ve arrastrado por esa marea que sube y baja en el francés Mont Saint-Michel, donde comienza y termina la película.
Sorpresa entretenida de Burshtein
Tras la decepción, la sorpresa frente a una cinta tan poco ambiciosa como Lamale et ha'chalal (Fill the Void), mirada amable, vitalista y, finalmente, muy entretenida ofrecida por la cineasta judía ortodoxa Rama Burshtein sobre su propio entorno.
Ambientada en Tel Aviv, Fill the Void (llenar el hueco) habla de los tejemanejes que las mujeres mayores de la comunidad ortodoxa para buscar una nueva mujer a un joven viudo.
"No hemos querido ni criticar ni celebrar nada, sino sumergirnos en este mundo poco conocido y escuchar diferentes voces", ha explicado la directora, que forma parte de ese mundo que, a ojos occidentales, se presenta conservador y con una visión mercantilista del matrimonio.
"No sé si es fiel a ese mundo, pero sí es fiel a la manera que yo lo veo. Solo cuento historias, no tengo ninguna otra ambición de análisis político o religioso. Me interesa ser fiel a la combinación de dolor y alegría que es la vida", ha declarado sobre este filme, interpretado con suma corrección por Hadas Yaron y Yiftach Klein.
Burshtein, que eligió convertirse al judaísmo ortodoxo, retrata con sentido folclórico pero con sensibilidad entrañable esos roces entre la pragmática judía y la libertad de elección sentimental, aunque quienes quisieron ver acidez en su retrato, quedaron decepcionados por las declaraciones de la directora.
"Entiendo que mi manera de leer la situación que yo reflejo es diferente", ha dicho a la prensa extranjera. "Pero yo no soy feminista, me gusta mi rol como mujer y siento que es auténtico, que yo lo he elegido. Eso me hace dejar de hacer películas, pero la manera en la que veo un hogar, con un hombre y una mujer, es como a mí me gusta. Me parece más sexy", ha concluido.