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El vicepresidente iraquí rechaza la sentencia a muerte y la considera "politicamente motivada"

  • El Tribunal Supremo irakí lo consideró culpable de delitos de terrorismo
  • Tariq Al Hashemí se encuentra refugiado en Turquía

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El vicepresidente iraquí de orígen suní, Tareq al-Hashemi, que fue condenado a muerte en rebeldía este domingo por el Tribunal Supremo Penal de Irak, ha rechazado la sentencia emitida por la corte por considerar que está políticamente motivada y ha comunicado que no regresará al país, tal y como exige la sentencia.

"Ayer el primer ministro Maliki y sus jueces... concluyeron la fase final de campaña teatral contra mi usando una ‘corte canguro’ creada con ese propósito. Es realmente lamentable”, ha dicho Hachemi en una conferencia de prensa celebrada en Ankara, donde se encuentra refugiado.

"Por lo tanto, el tiempo que confirmará mi absoluta inocencia y la de mis guardias, la rechazo (la sentencia) totalmente y nunca reconoceré el injusto el veredicto, que está políticamente motivado", ha añadido, según Reuters.

La sentencia también ha considerado culpable a su cuñado, Ahmed al Qatan, por la muerte de la abogada Suhad al Obeidi, y de un oficial de la Policía y su esposa. La sentencia es apelable en los 30 días siguientes al dictamen del tribunal.

Un proceso polémico

El pasado 19 de diciembre, las autoridades iraquíes emitieron una orden de arresto contra Al Hashemi y varios de sus escoltas por delitos de terrorismo, lo que desencadenó una crisis política en el país.

El bloque político de Al Hashemi, Al Iraqiya, llegó a boicotear temporalmente las reuniones del Gobierno -encabezado por el chií Nuri al Maliki- y del Parlamento en señal de protesta por la detención de su dirigente.

Su juicio comenzó el pasado 3 de mayo en medio de un amplio dispositivo de seguridad, y cinco días después la Interpol (policía internacional) dictó una orden para su detención y entrega entre los 190 países miembros de la organización.

Al Hashemi siempre ha negado las acusaciones contra él y ha insistido en que los testimonios obtenidos de sus escoltas por las autoridades de Bagdad fueron conseguidos a la fuerza.