Enlaces accesibilidad

El asalto a las embajadas reabre el abismo entre EE.UU. y los Hermanos Musulmanes

  • Obama llamó molesto a Mursi para pedirle más colaboración
  • El Departamento de Estado rebaja su afirmación de que no eran aliados
  • El número 2 de los Hermanos envía una carta de disculpas al 'New York Times'

Por
Las primaveras árabes están lejos de alcanzar la estabilidad

-Estamos aliviados de que nadie de la embajada de Estados Unidos en El Cairo haya resultado herido y esperamos que las relaciones entre Estados Unidos y Egipto se sostengan pese a las turbulencias de los hechos del martes.

-Gracias. Por cierto, ¿habéis comprobado vuestros propios 'tuits' en árabe? Espero que sepáis que también los leemos.

Este simple intercambio de 'tuits' en la tarde del pasado jueves entre la cuenta oficial de los Hermanos Musulmanes -en inglés, claro- y la de la embajada de Estados Unidos en Egipto, acosada por manifestantes desde el martes, cuando entraron en el edificio y quemaron su bandera, muestra hasta qué punto las protestas desatadas por un polémico vídeo sobre Mahoma ha saltado las costuras de la relacion entre Washington y el nuevo poder en Egipto tras la caída de Mubarak.

Los diplomáticos estadounidenses se referían a que mientras en inglés los islamistas, de mano de su número 2, el multimillonario Jairat el-Shater, buscaban calmar las aguas con Estados Unidos, en árabe se decía, por ejemplo, que los egipcios "se levantan para apoyar a Mahoma frente a la embajada de Estados Unidos".

Llamada de Obama

Unas horas después, según informa el New York Times, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, daba rienda suelta a ese malestar con una llamada a las once de la noche en el hotel de Colorado, donde estaba haciendo campaña.

"El presidente le hizo saber que estamos comprometidos en el proceso de cambio de Egipto y que queremos seguir construyendo una relación con el gobierno egipcio pero dejó claro lo importante que es que el gobierno egipcio trabaje con nosotros para bajar la tensión tanto por la cooperación práctica que nos dan y las declaraciones que hacen", detallaba un alto cargo sobre la conversación.

Frente a la rápida condena de las autoridades libias de lo ocurrido en el consulado de Bengasi, Mursi tardó un tiempo precioso en condenar el asalto del pasado martes y cuando lo hizo aprovechó para anunciar que denunciaría en Estados Unidos a los responsables de la película La inocencia de los musulmanes.

Un día después, en la noche del miércoles, Obama sorprendía con una declaración en la cadena Telesur donde aseguraba que Egipto "no era ni aliado ni enemigo".

Las palabras, que no fueron consultadas por el Departamento de Estado, propició luego que sus propios asesores quitasen hierro al asunto al asegurar que "aliado" es un término que aplicaba de forma literal, es decir, que Estados Unidos no tenía ningún tratado de defensa mutua con Egipto ni el país árabe estaba dentro de la OTAN.

La portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland, enmendaba al propio presidente al asegurar que Egipto es uno de los mayores aliados de Estados Unidos fuera de la OTAN.

Las palabras de Obama reflejan su malestar al considerar que el apoyo que ha dado a la transición egipcia y a los Hermanos Musulmanes como nueva fuerza hegemónica frente a la Junta Militar no se ha traducido ni en una protección efectiva de su embajada ni en un posicionamiento político fuerte por parte del presidente egipcio, Mohamed Mursi.

"Creo que es un mensaje de Obama de que tomar una posición menos fuerte en esto va a tener un coste para los líderes egiptos, al menos retóricamente a corto plazo. Nos dijeron que los Hermanos Musulmanes iban a ser un socio que cooperaba y sus acciones y sus declaraciones no son un bueno ejemplo de eso", apuntaba a Foreign Policy Andrew Tabler, experto del Washington Institute for Near east Policy.

Mensajes contradictorios de los Hermanos

Consciente de ese malestar, Shater, auténtico peso pesado de la Hermandad, escribía una carta al New York Times donde subrayaba que, "pese a nuestro resentimiento por la continua aparición de productos como esa película antimusulmana que ha llevado a la violencia actual, no consideramos que el gobierno estadounidense o sus ciudadanos sean responsables de los actos de unos pocos que abusan de sus leyes protegiendo la libertad de expresión.

Durante la tarde del jueves, en una intervención televisiva, el propio Mursi trataba de autoenmendarse hablando de "el deber religioso de proteger a nuestros invitados y a aquellos que vienen desde fuera a nuestra nación".

Pero, a renglón seguido, volvía a hacer sus equilibrios: "A los musulmanes enfadados de Egipto les decimos que comprendemos su ira, que tienen derecho a estar enfadados y que lo compartimos, pero vamos a expresar nuestra ira de la forma correcta y controlarla. En el otro lado, les decimimos al mundo que condenamos esos ataques y les urgimos a tener contención".

"Estamos recibiendo presiones de ambos lados", ha asegurado al New York Times Gehad el-Haddad, portavoz de los Hermanos, en referencia al creciente poder que en la calle están demostrando los salafistas de Al Nour, la segunda fuerza del país que se han puesto a la cabeza de las manifestaciones en las embajadas, y al malestar creciente que existe en Estados Unidos por su respuesta.

Para Shadi Hamid, director del Doha Center de la prestigiosa Brookings Institution, "Mursi está bailando una danza difícil".

Por el momento, los Hermanos Musulmanes ya han decidido dar un paso atrás y han desconvocado las manifestaciones nacionales en protesta por el vídeo, dejándolass en una mera protesta simbólica en la plaza Tahrir.

Tras ganar las elecciones presidenciales después de un recuento eterno y dar un golpe de mano para relevar a toda la cúpula militar, el primer presidente islamista de la historia de Egipto se encuentra con un poder sin precedentes, labrado tanto gracias al apoyo que la Administración Obama ha dado a la Hermandad frente a la Junta Militar como al poder de las protestas en la calle contra Mubarak.

De hecho, para Jytte Klausen, experta del Council of Foreign Relations, Mursi está jugando la misma estrategia que Mubarak con las caricaturas de Mahoma en 2005: alentar las protestas en el interior para asentar su poder, denigrando de paso las virtudes de un sistema de total libertad de expresión, y presentarse ante el exterior como el guardián del orden, esta vez frente a los salafistas en el lugar que ellos mismos jugaban en la estrategia del dictador.

"Si quiere alejarse del antiuo régimen, Mursi debería asumir la responsabilidad de alentar una ira popular equivocada y convertirla de un fenómeno sin importancia en internet a una catástrofe del mundo real", añadía en un artículo en la revista Foreign Affairs.