Empresas japonesas cierran fábricas en China por el conflicto diplomático de las islas Senkaku
- Canon y Panasonic cierran fábricas, y Toyota evalúa pérdidas
- Japón asegura que el tratado con EE.UU. cubre el conflicto en el Mar de China
- Tokio pide a Pekín que garantice la seguridad personal de sus ciudadanos
Varias empresas japonesas han cerrado temporalmente algunas de sus fábricas y tiendas en China después de las violentas protestas causadas por la disputa territorial por las islas Senkaku (Diaoyu, en chino).
Canon y Panasonic han anunciado que suspenderán la producción en algunas plantas. Honda lo hará a partir del 18 de septiembre y durante dos días. Toyota está cuantificando las pérdidas recientes, que incluyen el incendio en un concesionario en la provincia de Shandong, aunque de momento ha asegurado que continuará operando.
El comerciante de ropa más importante de Asia, Fast Retailing Co, ha anunciado que echa el cierre a varias de sus tiendas Uniqlo, mientras que Aeon Co Ltd, el segundo distribuidor textil de Japón, ha prohibido los viajes de negocios a China.
La mayor cadena japonesa de supermercados, Seven & I, cerrará más de 200 de sus establecimientos en el país vecino, mientras la compañía aérea All Nippon Airways Co. informa de un aumento de las cancelaciones en vuelos con destino Japón.
Durante el fin de semana, las protestas han degenerado en ataques y saqueos en tiendas y ataques contra coches y restaurantes japoneses en al menos cinco ciudades. También ha habido asaltos a fábricas en Qingdao, según la cadena de televisión NHK.
La Policía de Qingdao ha anunciado la detención de un número indeterminado de personas por "alterar el orden social".
Advertencia económica de China
El cruce de advertencias entre ambas partes continúa. Este lunes, los medios de comunicación chinos advierten que la economía japonesa podría afrontar otra "década perdida" si el conflicto se alarga.
Así lo recoge la edición internacional del Diario del Pueblo, el órgano oficial del Partido Comunista Chino, que asegura que Pekín podría recurrir a las represalias económicas.
"¿Cómo puede ser que Japón quiera otra década perdida, y pueda incluso estar preparado para retroceder 20 años?", dice en su editorial en primera página.
China "ha sido siempre extremadamente cautelosa sobre jugar la carta económica (...) Pero en disputas que conciernen a la soberanía territorial, si Japón continúa sus provocaciones, entonces China dará la batalla", asegura el diario.
Desde el otro lado, el titular de Exteriores, Koichiro Gemba, ha asegurado que Japón y EE.UU. coinciden en que el conflicto en el Mar de China estaría cubierto por el tratado de seguridad común. Estas declaraciones se han producido tras una reunión con el secretario de Defensa de EE.UU., Leon Panetta.
Panetta, por su parte, ha explicado que EE.UU. cumplirá con las obligaciones del tratado pero no toma partido por ninguna de las partes, y urge a ambas a que mantengan la calma.
Temor ante ataques personales
Tokio teme también por aquellos de sus ciudadanos que viven en el gigante asiático. El primer ministro, Yoshihiko Noda, ha urgido a Pekín a que garantice la seguridad de las personas y propiedades niponas.
"Interesa a todo el mundo que Japón y China mantengan buenas relaciones y encuentren una manera de evitar una escalada mayor", ha declarado Noda.
Japón ha advertido a sus nacionales de la posibilidad de un recrudecimiento de las protestas en vísperas de que este martes China celebre su conmemoración anual de la ocupación japonesa. En Pekín, Shanghai y otras ciudades, las escuelas japonesas han cancelado las clases.
"Hoy no voy a salir, y mañana pediré a mi novia, que es china, que se quede conmigo todo el día", relata a Reuters Sayo Morimoto, un estudiante de 29 años de la Universidad de Shenzhen.
Kayo Kubo, ama de casa, dice que su familia y otros expatriados japoneses también han optado por no salir de casa tras las violentas manifestaciones. "Había tanta gente, nunca había visto nada igual. Daba mucho miedo", explica.
El portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Hong Lei, ha prometido que su Gobierno protegerá las empresas y a los ciudadanos japoneses y ha pedido a los manifestantes que obedezcan la ley.