Llega a Madrid 'Agonía y éxtasis de Steve Jobs', una obra que cuestiona "el mundo ideal" de Apple
- Este sábado se cumple un año de la muerte del cofundador de Apple
- David Serrano dirige la polémica obra del estadounidense Mike Daisey
El 6 de octubre de 2011 el mundo se levantaba con una triste noticia: Steve Jobs, cofundador de Apple, había muerto a los 56 años víctima de una enfermedad. La empresa que diseñó los Mac, los Ipods, los Iphones y los Ipads comunicaba en una nota su fallecimiento y decía que “el mundo había perdido a un ser humano increíble”. Los medios de comunicación, por supuesto, se afanaban en editar especiales sobre una de las personas más influyentes del momento. Pero... ¿era Jobs tan bueno?
Según Mike Daisey, el Michael Moore en versión teatro, no. Y para probarlo visitó en China la compañía en la que se fabrican, entre otros, los productos de Apple. Moore se hizo pasar por un empresario estadounidense con intención de establecer sus negocios en el gigante asiático, lo que facilitó su entrada a las entrañas de Foxconn.
Nada más llegar, Daisey comprobó que de la fachada de esa empresa en la que trabajan, duermen y viven miles de personas colgaban redes. Redes que la compañía tuvo que colocar para evitar en lo posible los numerosos suicidios que allí tenían lugar.
¿Y por qué había trabajadores de Foxconn que se quitaban la vida?, nos preguntamos. “Pues, entre otros motivos, porque en algunas épocas del año llegaban a trabajar 60 horas a la semana, estando vigilados durante 24 horas por cámaras”, explica a RTVE.es David Serrano, director de Agonía y éxtasis de Steve Jobs, que acaba de estrenarse en la capital madrileña.
Serrano, además, nos cuenta que, entre los que ensamblan los productos estrella del imperio Apple, había y sigue habiendo niños de 12 y 13 años que duermen hacinados junto a sus compañeros. “Todos estos datos son ciertos; de hecho, Daniel Muriel y yo nos hemos documentado bien para no decir nada que fuera falso”, nos aclara.
"Un gilipollas con delirios de grandeza"
La obra de teatro, que se puede ver hasta el 9 de diciembre en el Teatro Alfil, va desgranando durante hora y media la vida de Jobs, con sus luces y sus sombras. En un momento de la función el personaje -interpretado por Daniel Muriel- llega a decir que Steve Jobs era “un gilipollas con delirios de grandeza”.
“Era un tipo muy peculiar”, aclara Serrano. “Muy cabezón, sobre todo, lo que seguramente le llevó a convertirse en el empresario más influyente de los últimos 30 años. Pero esa cabezonería igual también pudo acelerar su muerte, porque cuando le diagnosticaron cáncer él se empeñó en decir que se podía curar comiendo fruta””, añade.
Visionario para algunas cosas más que para otras, la obra habla, además, de Jobs como jefe. “Era un mal jefe, sí, un jefe muy duro y tiránico al que no le gustaba pedir perdón si se equivocaba. Y le gustaba apropiarse de las ideas de los demás”, cuenta el director.
Daniel Muriel, por su parte, que encarna a Mike Daisey a través de un monólogo, reconoce acabar agotado tras la hora y media de función. “Gracias a Dios que estoy en buena forma física, porque necesito mucha energía para interpretar este papel; aunque creo que es necesario no parar, porque no queremos que el espectador se desenganche”, nos explica.
"La obra deja tocado al público"
Preguntado por la reacción del público cuando sale del teatro, Muriel afirma que “la obra le deja tocado". "Hay una labor social que la gente reconoce y nos encanta que sea así”, nos cuenta.
¿Hemos idolatrado entonces al magnate norteamericano? “Sí, hemos idolatrado a Steve Jobs, igual que los artistas se endiosan sin motivo, porque tampoco es que salven vidas. Pero es que, al margen de ello, cuando compras el aparatito de Apple estás diciendo que te gusta lo que se ha hecho”, afirma Muriel.
Pese a todo, la obra está estructurada en clave de comedia. “No es un monólogo al uso”, explica David Serrano. “Estamos acostumbrados a los monólogos tontorrones y facilones y cuando el público ve éste y se ríe, pero a la vez se entera de cosas interesantes… pues yo creo que lo agradece”.
La moraleja de la obra, según Serrano, es que “lo de tener a los obreros en condiciones de semiesclavitud no solo lo hace Apple. Muchas empresas del mundo lo hacen. Pero Apple también. Y esto es importante decirlo”.
Muriel está de acuerdo y concluye: “Sin duda, Jobs era un genio del diseño y de la forma, pero se tapó los ojos ante el modo en que se hacían las cosas, y eso, el modo en que se hacen, también forma parte del diseño”.