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Así será el debate decisivo entre Obama y Romney

  • El presidente hablará primero y el aspirante dirá la última palabra
  • El tema será la política doméstica, con especial antención a la crisis
  • Obama tendrá que evitar su estilo doctoral y Romney medir su agresividad
  • El 'juego de expectativas' hace que el republicano pueda salir reforzado
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Esta noche, primer debate entre Obama y Romney

Los debates son coordinados y producidos por la organización no partidista Comisión de Debates Presidenciales (CPD), que los organiza desde 1987. Estos son los datos de los cuatro encuentros organizados para estas elecciones. Todos los debates comienzan a las 09.00 hora del este de Estados Unidos (03:00 hora peninsular española), y tendrán una duración de 90 minutos.

- Primer debate presidencial:

Lo moderará Jim Lehrer, editor ejecutivo de la cadena pública de televisión PBS NewsHour. Se celebra el 3 de octubre, en la Universidad de Denver (Colorado).

Se centrará en política nacional y estará dividido en seis segmentos de cerca de 15 minutos cada uno.

Por sorteo, la primera pregunta corresponderá a Obama, mientras que la intervención de Romney será la última de la noche.

Cada segmento será abierto por el moderador con una pregunta, después de la cual otorgará dos minutos a cada candidato para responder. El moderador hará un uso equitativo del tiempo para coordinar una discusión sobre el tema.

- Debate vicepresidencial:

Moderará Martha Raddatz, corresponsal de Asuntos Exteriores de ABC News.Tendrá lugar el jueves 11 octubre, en el Centre College de Danville (Kentucky).

La discusión cubrirá tanto temas de política exterior como nacionales, y estará dividida en nueve segmentos de aproximadamente 10 minutos cada uno.

- Segundo debate presidencial:

La moderadora será Candy Crowley, corresponsal política de CNN y presentadora de "State of the Union". Se celebrará el martes 16 octubre en la Universidad Hofstra de Hempstead (Nueva York).

Su formato será distinto a los anteriores: a modo de encuentro con los ciudadanos, quien

Durante una hora y media Barack Obama y Mitt Romney se encontrarán cara a cara ante cerca de 60 millones de estadounidenses en un debate televisivo de alto riesgo: cuando la votación ya ha comenzado en algunos estados y pese a la reticencia de ambos a concretar aspectos de su programa, tendrán que exponer al moderador, el veterano Bill Lehrer, por qué creen que deben ser el presidente de Estados Unidos en los próximos cuatro años.

En ese tiempo la historia de los debates en Estados Unidos muestra que pueden pasar muchas cosas: que uno de los dos meta la pata, que haga un gesto o suelte una expresión desagradable o que, simplemente, alguno de ellos sea capaz de enganchar a la audiencia con un lema o una frase que dure menos de 30 segundos.

Más allá de lo inesperado, hay claves que ya se pueden adelantar sobre lo que será el primero de los tres cara a cara entre ambos candidatos, el que tradicionalmente tiene más impacto en la audiencia y que se celebra a partir de las 19:00 hora local (03:00 hora peninsular española) en la Universidad de Denver (Colorado).

La importancia de la primera media hora

La suerte ha querido que Obama sea el que abra el debate y Romney el que lo cierre. El dato podría resultar baladí pero no lo es: según los expertos la primera media hora es clave a la hora de ganar un debate y el presidente tendrá desde el principio la iniciativa.

"Mientras puedes perder el debate en cualquier momento, solo puedes ganarlo en los primeros 30 minutos", asegura en un memorando recogido por Reuters Ron Klain, antiguo asesor del candidato demócrata Al Gore.

Esto es así porque se calcula que la mayoría de los espectadores sigue detenidamente el primer bloque del debate y es ahí cuando los candidatos necesitan incluir sus agendas y lanzar los ataques más agresivos a sus adversarios.

Es en ese momento, recuerda Klain, cuando los líderes de opinión (periodistas y analistas políticos) aún se están formando una idea de por dónde está yendo el debate.

Romney al ataque pero sin atosigar...

En ese periodo el candidato que probablemente lance ataques más agresivos es Romney, al que las encuestas le colocan por detrás y que necesita una victoria para reanimar su campaña.

"Para Romney hay más presión y realmente necesita el debate para cambiar la dinámica de la carrera", asegura en declaraciones a Reuters John Sides, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad George Washington.

El candidato republicano tiene a su favor el hecho de que lleva debatiendo todo el año porque ha tenido que someterse a unas primarias, mientras que Obama no se ha enfrentado a este formato desde que debatió con McCain hace cuatro años.

Con todo, el historial de debates del ex gobernador de Massachussetts es mixto: si fue capaz de arrinconar a Newt Gingrich en uno de los momentos críticos de las primarias, también cometió errores de bulto cuando se apostó con el gobernador de Tejas, Rick Perry, 10.000 dólares en directo y para asombro de la audiencia por la facilidad con la que manejaba esa suma de dinero.

En el caso del debate de esta noche, Romney tiene que guardar un cuidadoso equilibrio: debe atacar a Obama para no alienar a su base pero debe no cruzar una línea invisible que le aleje de los votantes independientes que decidirán las elecciones y que, como reconoció en su convención, tienen un vínculo sentimental con Obama tras llevarle a la Casa Blanca hace cuatro años.

Según ha declarado un asesor de Romney al New York Times su jefe será "respetuosamente agresivo" con el presidente.

...y Obama a la defensiva pero sin despreciar

En el otro lado, el presidente Obama puede quedarse a la expectativa y esperar que su rival cometa un error, como señala Sides: "Obama solo tiene que evitar cualquier gran error. Normalmente los candidatos quedan arruinados por sus propios errores más que por el éxito de sus oponentes".

Pero, como señala la página web Politico, buena parte del éxito de Obama en el último mes se debe a una doble estratégia: el desprestigio contra Romney por parte de su equipo, que ha logrado retratarle con éxito como alguien alejado del pueblo llano, y la buena imagen personal que tiene el propio presidente entre el electorado pese a las dudas que genera su habilidad como gestor económico.

Además, el presidente tendrá que luchar también contra sí mismo en dos aspectos: en primer lugar, por su tendencia a hacer largos y argumentados discursos frente a las respuestas concisas y breves que se necesitan en un debate.

"El presidente Obama debe hablar de forma más concisa. Tiene tendencia a hablar mucho tiempo", ha declarado a Afp Alan Schroeder, autor de un libro sobre debates presidenciales.

Ese tono didáctico de profesor de Harvard, que tantos quebraderos de cabeza le ha provocado a veces en los últimos cuatro años a la hora de comunicar su gestión a los estadounidenses, a veces se puede mezclar con un cierto desprecio al adversario.

Según Político, el candidato demócrata ha hecho saber a su entorno que considera a su oponente un oportunista que cambia de postura cuando le place, algo que considera uno de los vicios de la política estadounidense.

Sus asesores reconocen que cuando es retado a Obama le cuesta ocultar sus sentimientos de desdén o desprecio, tal y como se vio en el famoso debate con Hillary Clinton en las primarias demócratas con su desafortunada frase: "Hillary, eres lo suficientemente simpática".

Economía...y ¿Libia?

El tema del debate es política doméstica, con énfasis especial en la economía, el tema que más preocupa a los estadounidenses y en el que Obama se siente más débil y Romney más fuerte por su éxito en la gestión de la empresa que le hizo multimillonario, Bain Capital.

Si algo destacó en las convenciones de ambos partidos es la alergia de los candidatos a dar detalles sobre cuestiones problemáticas. ¿Cómo rebajar impuestos tal y como dice Romney sin aumentar el ya de por sí preocupante déficit?¿Cómo invertir en educación y en infraestructuras como quiere Obama sin añadir más presión a la increíble deuda pública? Y, sobre todo, ¿qué solución tienen para poner en marcha una economía anémica con un desempleo por encima del 8%?

La línea de Obama será pedir a Romney que explique su plan para crear millones de empleo reduciendo el déficit e impuestos.

"Su plan fiscal parece ser solo la extensión de las deducciones fiscales a las rentas altas. Tiene 90 minutos para dar detalles", ha advertido a Reuters su portavoz de campaña, Jen Psaki.

En este punto estará en el aire la cuestión del famoso comentario del 47%, las palabras de Romney ante sus donantes en las que descalificó a los votantes de Obama como personas que quieren depender del estado.

La de Romney será subrayar el balance económico de Obama e incluso ampliar la línea de ataque a la política exterior con la gestión de lo ocurrido con la muerte del embajador de Estados Unidos en Libia, una situación a la que el Departamento de Estado ha dado una respuesta errática.

'Matar al padre'

La respuesta de Obama a los ataques de Romney sobre economía será, de manera recurrente, que se encontró el país en tan mala situación en 2009 que no ha podido hacer más.

O, lo que es lo mismo, que la deuda enorme del país y el colapso financiero que provocó la crisis es resultado directo de un presidente republicano llamado George W. Bush.

"Hasta que el gobernador Romney pueda mostrar que sus políticas pueden ser diferentes a las de Bush pensamos que es muy improbable que pueda ganar", declaraba el analista Brian Gadner en un reciente artículo del que se hace eco Reuters.

Si Romney se desvincula de Bush de una manera clara podría ser un movimiento inteligente, ya que atraería a votantes independientes que tienen muy mala valoración del expresidente, pero podría alienar a su base conservadora, que ya le ve con recelo por su historial centrista como gobernador en Massachussetts.

En el otro lado, el candidato republicano puede usar a Bill Clinton como arma arrojadiza contra Obama al resaltar su buen historial económico, la buena relación personal entre ambos y los roces que tuvo el expresidente con Obama hace cuatro años en las primarias que disputó contra su esposa.

Con todo, el apoyo decidido de Clinton a Obama en la campaña (de hecho pronunció el discurso mejor valorado de la convención demócrata) hace poco probable que su nombre dañe al presidente que, eso sí, ha abandonado la retórica de hace cuatro años, cuando no dudaba en pintar al expresidente demócrata como un vestigio del pasado que él quería superar.

El 'juego de expectativas'

Pero el mayor riesgo que tiene Obama es el hecho objetivo de la mayor probabilidad de su victoria. La últimas encuestas le colocan más de tres puntos por encima y, sobre todo, le dan una ventaja en los estados clave que los expertos consideran muy díficil de superar si no hay un giro radical en la campaña.

Eso hace que, en el conocido 'juego de expectativas' que se produce en los días anteriores al debate, lleve las de perder (o las de ganar, según se mire).

"El presidente Obama es un orador reputado, considerado como uno de los comunicadores políticos más talentosos de la historia reciente", decía sin reparos el pasado viernes una de las consejeras de Romney.

Lo cierto es que la mayoría de votantes que cree que Obama va a ganar -aunque no les guste a algunos de ellos- también considera que va a machacar a Romney, una sensación que se mezcla con la historia del 'comeback kid' (el chico que renace de sus cenizas) que tanto entusiasma a los medios estadoundienses.

La mezcla de estos elementos sitúa a Romney en mejor posición para ser declarado ganador, al menos en los puntos, como la mayoría de los contendientes que acuden en peor posición a estos debates.

Eso sí, como advierte el gurú de las encuestas del New York Times, Nate Silver, de confirmarse la tendencia el impulso que se consigue suele ser pequeño y durar lo mismo o menos que el de las convenciones.