El adiós a la UE de una Cataluña independiente
- Una Cataluña independiente quedaría fuera de la UE automáticamente
- Los juristas coinciden en que tendría que iniciar un proceso de adhesión
- Necesitaría la unanimidad del Consejo y, por tanto, el ok de España
Catalonia is not Spain. Esta frase escrita en el enorme cartel con el que un grupo de hinchas culés suele adornar una esquina del estadio del Camp Nou ha dejado de lado el Pain in Spain de los titulares de la prensa internacional, tan manido en estos últimos tiempos. Política y deporte a menudo se mezclan y el debate sobre la independencia de Cataluña planeó durante todo el Barça-Madrid. Solo el talento de Leo Messi y Cristiano Ronaldo devolvieron al 'clásico' su esencia.
Para The Guardian, el de este domingo fue "el partido más político" desde la muerte de Franco. El presidente de la Generalitat, Artur Mas, ha logrado que la discusión sobre una Cataluña independiente cale en la sociedad española y sea observada con interés por el resto de países, especialmente dentro la Unión Europea, donde Reino Unido y Bélgica, entre otros, sufren sus propias tensiones territoriales.
En los análisis de los corresponsales extranjeros en España, la crisis económica y la crisis territorial se dan la mano para dibujar una España abrazada a la incertidumbre. No solo España mira al abismo. El proceso de integración europea vive hoy una crisis de tinte existencial. Los errores de construcción de la moneda común han puesto en riesgo el futuro de la Unión Económica y Monetaria, y el fracaso del euro ya no es visto como un imposible sino como un desafío a combatir.
Soberanía nacional vs. federalismo europeo
La crisis ha abierto dos frentes en Europa. Mientras los líderes de la eurozona apuestan por una mayor gobernanza económica y una auténtica unión política y fiscal, los partidos de extrema derecha e izquierda radical tratan de aprovechar el descontento social para introducir un discurso muy polarizado ideológicamente pero con un denominador común: la crítica al déficit democrático de la UE y la oposición a una mayor cesión de soberanía.
Y con este panorama, "la erosión del estado nación" es un caldo de cultivo perfecto para que los partidos nacionalistas no estatales endurezcan su discurso, según el catedrático de Ciencía Política de la Universidad de Barcelona, Cesáreo Rodríguez-Aguilera. La paradoja es que quieran recuperar soberanía nacional para cedérsela después a Bruselas.
"En una Europa interrelacionada volver a insistir en viejos estados nacionales mono étnicos es una contradicción, una oferta muy anticuada", afirma Rodríguez-Aguilera a RTVE.es. "En el caso de Convergència i Unió ha habido un giro del autonomismo al soberanismo, pero el concepto de soberanismo en una Europa cada vez más integrada es una ficción. Que pregunten a los griegos o a los portugueses si son soberanos", añade.
Independencia unilateral
En el supuesto de que Cataluña se independizara de España –un proceso que tiene un muy difícil encaje en el ordenamiento jurídico español–, el nuevo estado quedaría automáticamente fuera de la Unión Europea, según la opinión mayoritaria de los juristas. Así lo ha advertido también el portavoz del Ejecutivo comunitario, Olivier Bailly, que ha dejado claro si Cataluña se independiza, tendría que "pedir la adhesión".
Según explica a RTVE.es el catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Carlos Fernández de Casadevante, "una Cataluña independiente debería negociar su acceso a la UE y podría ser vetada por cualquiera de los Estados miembros", tal y como recoge el artículo 49 del Tratado de la UE, que exige la unanimidad del Consejo (formado por representantes de los gobiernos de los Veintisiete) para la admisión de un nuevo Estado en la UE.
“Si Cataluña se independizara, quedaría automáticamente fuera de la UE independientemente de que la secesión fuese o no acordada. “
"El ingreso en ningún caso sería automático" y el proceso de adhesión sería diferente dependiendo de si la secesión es unilateral o acordada, afirma a a RTVE.es Carlos Carnero, presidente de la Fundación Alternativas y constituyente de la convención europea.
“Si la independencia es unilateral, es imposible que Cataluña se convierta en nuevo Estado miembro de la UE”, subraya. En primer lugar porque la UE no tiene competencia para reconocer una independencia unilateral de una región que se escinde de un Estado miembro y en segundo lugar porque España vetaría su ingreso.
"La Unión respetará la igualdad de los Estados miembros ante los Tratados, así como su identidad nacional, inherente a las estructuras fundamentales políticas y constitucionales de éstos, también en lo referente a la autonomía local y regional. Respetará las funciones esenciales del Estado, especialmente las que tienen por objeto garantizar su integridad territorial, mantener el orden público y salvaguardar la seguridad nacional. En particular, la seguridad nacional seguirá siendo responsabilidad exclusiva de cada Estado miembro" , reza el artículo 4.2 del Tratado de la UE.
Secesión acordada
Solo en "el supuesto poco imaginable", de que no fuera una secesión unilateral (sino acordada por todos los españoles previa modificación de la Constitución), Cataluña podría entrar a formar parte de la UE, señala a RTVE.es el profesor de Derecho Internacional Público de la Universidad de Salamanca, Luis Norberto González Alonso, que no obstante considera que este escenario es "ciencia-ficción".
"Por un lado, la propia UE respetaría la secesión, al ser aprobada dentro del marco constitucional, y el ingreso de Cataluña tendría el voto favorable de la unanimidad en el Consejo prácticamente garantizado", explica el jurista Carnero, que añade, además, que el nuevo Estado cumpliría, en principio con los criterios de adhesión.
“Solo si la secesión es acordada por todos los españoles, Cataluña tendría opción de ingresar en la UE“
En cuanto a la ciudadanía europea, según el artículo 20 del tratado de la UE "solo las personas que tengan nacionalidad de un Estado miembro son ciudadanos de la UE”. Los ciudadanos catalanes podrían conservar su nacionalidad española y por tanto europea, pero el ámbito de aplicación de los derechos como ciudadano de la UE es el territorio de un Estado miembro, por lo que si Cataluña no pertenece a la UE quedarían sin efectos en la práctica.
La CE rechazó en abril la Iniciativa Ciudadana Europea (ICE) presentada por la asociación Reagrupament, que tenía por objetivo precisamente garantizar que los ciudadanos de un nuevo Estado surgido por un proceso de secesión de una región de un Estado miembro de la Unión Europea conservaran su ciudadanía europea.
Escocia y Bélgica, otros procesos nacionalistas
No hay precedentes de que un proceso secesionista haya triunfado en el seno de la UE, aunque sí dentro de Europa. El último fue el de Kosovo que, en febrero de 2008, declaró unilateralmente su independencia, con el apoyo de EE.UU. y la mayoría de los países de la UE, pero no de España, que prefirió no dar el visto bueno a un peligroso precedente para su propia estabilidad territorial. Otro ejemplo es el de la Federación de Checoslovaquia que en 1992 se partió en dos: la República Checa y Eslovaquia. Ambos estados, ya independientes, se adhirieron a la UE en 2004.
Sin embargo, sí hay procesos de independentismo en marcha dentro de la UE. El caso escocés es el más avanzado. Edimburgo y Londres están negociando la convocatoria de un referéndum de independencia vinculante. Está previsto que se celebre en el otoño de 2014. Las partes han llegado al acuerdo de que solo voten quienes vivan en Escocia, pero aún faltan por pactar otras cuestiones, como las preguntas y la edad de los participantes.
En Bélgica, una monarquía constitucional y federal con tres regiones y comunidades lingüísticas diferenciadas, se han necesitado hasta seis reformas del Estado desde 1970 para configurar una organización política que permita al país gozar de una cierta estabilidad constitucional. La victoria del partido nacionalista Nueva Alianza Flamenca (N-VA), que aboga por la disolución gradual de Bélgica, en la región de Flandes en 2010 es una pesadilla para Valonia, una región más pobre que depende, en su mayor parte, de los fondos flamencos.
CiU, con su discurso ambiguo, según el profesor Rodríguez-Aguilera, autor de Partidos y estrategias nacionalistas en Cataluña, Escocia y Flandes, "ha abrazado la línea de la Nueva Alianza flamenca: programa electoral de derechas y pretensiones nacionalistas". Pero ha dado un paso más al plantearse convocar un referédum sobre la independencia. Los flamencos hasta ahora no lo han hecho. Habrá que ver si a Artur Mas le salen o no las cuentas.