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La escritora Patricia Esteban y la ilustradora Sara Morante plasman sus filias en 'Casa de muñecas'

  • Se conocieron en Facebook y han trabajado unidas por el ordenador
  • Comparten pasión por el universo gótico y la estética de principios del XX
  • Las ilustraciones recrean fiel y originalmente el espíritu de los textos

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Ilustraciones de Morante para dos de los cuentos incluidos en el libro: Toilette (izda.) y La mujer de rojo
Ilustraciones de Morante para dos de los cuentos incluidos en el libro: Toilette (izda.) y La mujer de rojo

Nadie debería jugar con una casa de muñecas. La casa de juguetes es el falso juguete, el juguete maldito. Acarrea un oscuro pasado de películas de miedo y crímenes victorianos. Sus habitantes, (...), nunca te esperan ,nunca parecen felices de verte ni de existir.

Patricia Esteban (Advertencia final de 'Casa de muñecas'-Editorial Páginas de Espuma)

Pero a pesar de la advertencia, Patricia Esteban y su aliada gráfica, Sara Morante, se han asomado a ese microuniverso para espiar qué es lo que hace "la familia compuesta por señor con monóculo, dama camafeo y niño pálido y triste sin globo". Concluyen que los habitantes no se dirigen la palabra, pero las miran afuera, arriba, a las invasoras que se asoman y "perturban su calma fantasmal".

Nos cuentan el porqué de esa incursión en una madrileña mañana lluviosa, frente a un (delicioso) café en la recién inagurada librería LaCentral, junto a la Pza de Callao. Las dos creen en el significado e incluso en la vida más o menos oculta de los objetos.

Esto explica que en el libro, una primera esposa difunta dé consejos a la segunda desde un espejo, que un niño jabón tiemble cuando los visitantes se acercan al baño o que el muñeco Doro crezca mientras que su propietaria se quedó en la última marca de tiza que su madre dibujó en la puerta de la cocina.

Son tan sólo tres imágenes tomadas al azar del universo decadente, victoriano,fantástico, macabro e incluso necrófilo que Patricia y Sara han construido con delicadas palabras e imágenes que nos recuerdan a las fotos del mundo en que vivieron nuestros abuelos.

Hay en estos microcuentos, concreción, concisión e incluso extrema brevedad (alguno de los relatos sólo contiene una frase), lo cual facilita la lectura dividia en pequeños momentos (por ejemplo en el autobús). Pero nada sobra aquí.Incluso las imágenes, por exigencias editoriales, sólo han iluminado algunas historias, no todas. Pero son suficientes para crear el ambiente misterioso e inquietante pretendido.

"Soy una vintage de mierda, desde pequeña", afirma como si se tratara de una tara, Sara Morante (Torrelavega, 1976). Le fascina la estética de las primeras décadas del siglo XX, reconoce esta cántabra que se define como "una esteta" y que hoy en día vive en Hendaya, en Francia, a pocos minutos de la frontera con España. Su aspecto juvenil podría hacerla protagonista de algunos estos cuentos.

Patricia Esteban (Zaragoza, 1972), la escritora -este es su tercer libro de cuentos- parece más seria, más comedida. Pero en el fondo, comparte aficiones estéticas y conceptuales con Sara. Las historias contenidas en este cuento nos hablan de una personalidad amante de lo sobrenatural y a veces, transgresora.

Escribir un libro entre Hendaya y Zaragoza

Una de las cuestiones más interesantes de esta obra es precisamente su gestación. Patricia y Sara se conocieron en Facebook, a través de una amiga común. Comprobaron que compartían gustos e intereses. Y probaron. Patricia le envió un cuento. Sara inventó una ilustración ad hoc. Luego al revés, Sara envió una imagen y de ahí surgió un microcuento.

Fueron viendo que de esta colaboración podiá nacer algo más ambicioso. Un año de trabajo después nacía lo que hoy tenemos entre manos: una antología de cuento díficil de clasificar donde palabra y texto casan como anillo al dedo.

El proceso ha sido, asegura Sara, "gozoso" y el en el resultado ella, ha volcado todas sus "filias y fobias", "todo lo que llevaba dentro", concluye.

Un libro, que como una casa de las toda la vida (de muñecas o no) tiene todo tipo de habitaciones: alcoba, dormitorio infantil, cuarto de juguetes, cuarto de baño, comedor, cocina, bibilioteca e incluso, desván de monstruos y cripta. Son los capitulos del libro y, lo más curioso, quizás, es que las historias que ocurren en cada una de esas cámaras, son, quizás, las que menos podíamos esperar.