20 años después, los políticos italianos vuelven a ensuciarse las manos
- Los últimos escándalos devuelven la sensación de corrupción
- Los principales partidos aún no tienen candidato para las próximas elecciones
Veinte años después estamos en el mismo sitio. Puede que peor. Es la idea que planea en Italia. Dos décadas después del escándalo de Tagentopoli, finalizado con la regeneración “mani pulite”, las manos vuelven a estar manchadas en la política italiana.
La corrupción campea a sus anchas entre representantes ciudadanos. En 15 días se ha visto cómo se disolvía el parlamento regional de Lacio después de que un consejero se hubiera metido en el bolsillo 1,3 millones de euros en apenas dos años; cómo el gobierno ha disuelto la junta municipal de Reggio Calabria por su relación con la mafia; cómo un consejero de Lombardía compraba votos a la mafia a cambio de 200.000 € y la promesa de contratas de obras de la próxima exposición Universal de Milán.
Habrá elecciones en Lacio antes de enero. No se sabe cuándo en Lombardía y el ayuntamiento de Reggio Calabria tendrá intervenido su gobierno municipal, al menos, 18 meses.
La Segunda República Italiana de descompone alejando la casta de la gente que vive entre apreturas una crisis económica de unas dimensiones aún no concretadas.
Elecciones sin un candidato adecuado
Con un gobierno técnico al frente del país, Italia se encamina hacia unas elecciones generales sin un candidato con el perfil adecuado como para dar un nuevo aire a la política.
Los dos partidos más importantes, centro derecha y centro izquierda, no tienen aún elegido a su candidato a primer ministro.
El nuevo aire lo pone el movimiento 5 estrellas del cómico Beppe Grillo, un hombre singular que representa el hastío social y al que las encuestas sitúan en segundo lugar en intención de voto.
Pero Grillo no es más que el aglutinador de la rabia. Él mismo asegura que si no existiera su movimiento, en Italia ocurriría como en otros países donde emergen fuerzas nazistas y xenófobas.
Las elecciones se acercan y aún no se sabe con qué ley se acudirá a las urnas. Una de las prioridades de los últimos cinco años ha sido el cambio de la ley electoral. No ha sido posible en este tiempo y el escepticismo es el sentimiento sobre futuros cambios.
Se prometió una reducción de las provincias, el pago del Impuesto de Bienes Inmuebles por parte de la Iglesia. Palabras nunca concretadas.
En este ambiente, el ejecutivo técnico no ha conseguido sacar adelante tampoco la ley anticorrupción. Los políticos profesionales bloquean en el parlamento las buenas intenciones de los técnicos.
La política en Italia es una comedia, de momento, el mejor antídoto contra la tragedia