Biden, un político locuaz con deslices verbales
- En los últimos años se ha convertido en el mejor aliado de Obama
- Su carácter desenfadado le hace cercano a los votantes
- Pero sus deslices verbales le han granjeado fama de impulsivo
El vicepresidente de EE.UU., Joe Biden, un experimentado político conocido por su locuacidad, que en más de una ocasión le ha llevado a cometer algún desliz verbal, defenderá este jueves a capa y espada las políticas del presidente para enmendar la primera intervención de Obama contra su rival republicano, Mitt Romney.
El vicepresidente, que compitió en las primarias de 2008 contra Barack Obama se ha convertido en el mejor aliado del presidente. Su carácter desenfadado le hace cercano a los votantes pero también le ha valido las críticas de quienes le ven como un político impulsivo y metepatas, capaz de descarrilar incluso al cauto Obama.
Así por ejemplo, Biden no pudo aguantar la frase This is a big fucking deal ("Esto es algo de puta madre") en la ceremonia de promulgación de la ley de reforma sanitaria cuando le cedió la palabra al presidente.
“Nunca digo nada que no sienta, y a veces digo cosas que siento que no debería decir asegura el número dos de Obama“
A pesar de su experiencia, sus errores parecen perseguirle desde la campaña electoral de 2008. El más reciente fue en agosto, cuando advirtió en un mitin ante afroamericanos que las políticas republicanas iban a ponerles a todos ellos "cadenas en los pies".
No se quedó atrás en mayo, cuando afirmó en un programa de televisión que se encontraba "absolutamente cómodo" con el matrimonio homosexual, lo que obligó al propio Obama a reconocer su apoyo a las uniones del mismo sexo, no sin antes dar un tirón de orejas a su irreprimible vicepresidente.
"Nunca digo nada que no sienta, y a veces digo cosas que siento que no debería decir", reconoció en 2010 el propio Biden. No obstante, Obama se toma con buen humor los deslices de su "número dos" y asegura que "en los últimos dos años la mejor decisión que he tomado ha sido la de escoger como vicepresidente a Joe Biden".
Biden dice ser "el último" en abandonar cualquier reunión en el Despacho Oval y en ellas, fiel a su carácter franco, nunca teme llevar la contraria al presidente. Son sonadas sus divergencias con Barack Obama como su opinión de no impulsar la reforma sanitaria en un momento de dificultad económica o cuando recomendó no lanzar la operación que mató a Osama Bin Laden en mayo de 2011, aunque más tarde admitió que esta acción fue la decisión "más audaz" que nadie ha tomado "en 500 años".
Sus opiniones, en cualquier caso, no han caído en saco roto: en 2010 se opuso al envío de 30.000 soldados más a Afganistán, pero la decisión de Obama de poner una fecha a la retirada poco después es, para muchos analistas, una señal clara de la influencia de Biden.
Su historia personal
Joseph Robinette Biden nació en una familia humilde -su padre era vendedor de automóviles- y eso le ha ganado tirón con los votantes blancos de clase trabajadora, los mismos que se le resisten a Obama.
Su historia personal está profundamente marcada por el accidente de tráfico que mató a su mujer y su hija cuando él tenía 29 años y saboreaba su elección como senador, puesto que ha ocupado durante 35 años en representación del pequeño estado de Delaware, a pesar de ser oriundo de Scranton, Pensilvania. No obstante, Biden no se ahogó en la amargura y se volcó en los otros dos hijos de la pareja, heridos en el mismo accidente.
El exsenador se casó de nuevo en 1977 con Jill Biden y tiene otra hija, Ashley, una trabajadora social. En 1988 sufrió dos aneurismas que casi acabaron con su vida, pero se recuperó. Ese mismo año se presentó como candidato a la presidencia por primera vez. Una opción que quedó frustrada al descubrirse que había plagiado un discurso, un borrón en su expediente que lo ha perseguido desde entonces.
En definitiva, su carácter de político a la vieja usanza mantiene dividido a EE.UU. Una reciente encuesta del Washington Post y la cadena ABC reveló que el porcentaje de estadounidenses que lo aprueban o lo rechazan es el mismo en los dos casos, un 43 %.