La economía pone la reelección de Obama en el filo de la navaja
- El presidente pierde apoyos por la lentitud de la recuperación
- La clase media es la que más ha sufrido la recesión
- Economistas destacan las diferencias entre los programas de ambos partidos
La batalla por la presidencia de Estados Unidos entre el demócrata Barack Obama, candidato a la reelección, y el republicano Mitt Romney se anuncia reñida y centrada en la economía, según las últimas encuestas. Muchos votantes esperaban una recuperación económica más rápida, y buscan un culpable por las dificultades que atraviesan.
El exgobernador de Massachusetts tiene garantizado el voto del tercio más opulento de la sociedad y de los estados del sur, tradicionalmente más pobres pero predominantemente republicanos. Y su campaña está logrando hacer mella en el tradicional granero demócrata: las clases bajas y medias.
Lejos están los días de 2008, en los que la victoria de Obama frente a John McCain estaba prácticamente cantada, y su candidatura estuvo impulsada por una ola de simpatía popular agitada por la guerra de Irak, la crisis económica en sus inicios, los escándalos de Wall Street y la perspectiva de elegir al primer presidente negro.
A pesar de todo, Obama no ha perdido aún el favor de las clases trabajadoras debido, precisamente, a los subsidios que su rival criticaba en el famoso vídeo del 47%. Según Ipsos/Reuters, las familias que han sufrido la recesión siguen prefiriendo a Obama (47%) frente a Romney (43%).
"Todo está yendo a mejor, pero no espero milagros", relata a Reuters Joseph Wozniak, de 29 años, que perdió su trabajo como instalador electrónico y ahora se ha establecido por cuenta propia como especialista en montaje de espectáculos musicales. Wozniak asegura que votará por Obama: "Es el responsable de extender el subsidio del paro. Aproveché ese tiempo para construirme una red".
Felisa Medalla, una camarera que lleva siete meses en el paro, tuvo la oportunidad de estrechar la mano del presidente cuando este visitó su barrio en Las Vegas, hace un año. Sin embargo, ahora está decepcionada, y no sabe a quién votará. "La gente dice que Obama lo está haciendo bien. Pero ¿cómo lo puede estar haciendo bien cuando aún no tengo trabajo?", se pregunta.
Promesas incumplidas
Mónica Melle, economista de la Universidad Complutense y miembro del grupo Economistas Frente a la Crisis, defiende que los logros de Obama en empleo (7,8% en septiembre) y crecimiento económico (un 1,3% en el segundo trimestre) se ven dificultados por la crisis internacional, especialmente en Europa, que retrae la demanda.
Melle cree que Romney está ocultando sus planes reales para captar voto. "En campaña se miente mucho, y la gente se quiere creer lo que dice Romney, pero sus cuentas (reducir impuestos y a la vez reducir el déficit) no salen", explica a RTVE.es
"La gente desconfía, porque no ha habido el cambio radical que prometió Obama", considera Nuria Alonso, profesora de Economía Aplicada de la Universidad Juan Carlos I, y miembro del colectivo Econonuestra.
Alonso estima que el desencanto generalizado con la clase política de las sociedades más desarrolladas ha llevado a que se extienda la idea de "todos son iguales", lo que beneficia a Romney. "Y no, no son todos iguales", advierte.
De manera similar, Michele Boldrin, director ejecutivo de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA), culpa al presidente de cometer "muchos errores económicos".
"Prometió una política muy de izquierda que no ha llevado a cabo y perderá ese voto, y no se ha ganado a la clase media porque no ha creado trabajo y no ha reformado el sistema financiero en profundidad", sentencia Boldrin. "No le costará la presidencia, pero será por poco", vaticina en declaraciones a RTVE.es.
La clase media, objetivo demócrata
La crisis ha afectado especialmente a la base tradicional de votos del Partido Demócrata: la clase media.
Empleados públicos, trabajadores industriales, sindicatos y profesionales liberales han dado su apoyo tradicionalmente a los demócratas, al menos desde el New Deal de Roosevelt. Sin embargo, este sector de la población ha sido, precisamente, el más golpeado por la recesión y el único que ha menguado, según una encuesta reciente del Pew Research Center (PRC).
El porcentaje de estadounidenses que se identifican como clase media se ha reducido un 4% desde que comenzó la crisis, en 2007. En una perspectiva más amplia, en 1971 sumaban un 61% de la población, mientras que en el 2011 son un 51%.
Por contra, han aumentado quienes se consideran clase alta (20%) y clase baja (29%). La participación en la renta nacional también ha descendido para los dos tercios inferiores de la escala social, mientras que ha aumentado para el tercio más alto. En EE.UU., los ricos son más ricos ahora que en los años 70.
La profesora Alonso culpa de este declive a las políticas neoliberales que se extendieron en EE.UU. y en buena parte del mundo desarrollado desde la presidencia de Ronald Reagan (1981-1989). "Se ha acentuado mucho la disparidad de renta, a pesar del crecimiento económico. El sueño americano, el de que trabajando duro se puede vivir mejor, ha caído ya", sentencia.
"Obama había prometido un cambio radical, pero en buena medida el arbitrio republicano no se lo ha permitido", añade Alonso.
Boldrin, en cambio, no considera que la política de Reagan haya tenido un efecto duradero en el descenso de la calidad de vida de las familias trabajadoras. En opinión del economista de FEDEA, la reducción de la clase media es "un fenómeno que se está desarrollando en un periodo de 30 años, y que no es relevante para unas elecciones que se deciden en tres meses".
Boldrin pone la ampliación de la cobertura sanitaria, el llamado Obamacare, como ejemplo de medida fallida que sí tendrá un coste en votos. "Ha sido un desastre y un regalo a los seguros médicos", dice Boldrin, quien lamenta que ninguno de los dos partidos tenga "el coraje" de crear un servicio sanitario público o, en caso contrario, liberalizar la oferta médica.
Los sondeos parecen darle la razón respecto a la impopularidad de un programa pensado para los más desfavorecidos. Según una encuestra de Reuters/Ipsos, a pesar de que en torno a un 80% de los consultados aprueban las medidas que contiene, un 55% se oponen a la ley en su conjunto, sobre todo debido a la obligación de contratar un seguro.
Programas antagónicos
Los estrategas demócratas, no obstante, siguen confiando en movilizar al sector central del electorado. El término "clase media" (middle class) aparece nada menos que 41 veces en el programa electoral, que comienza con la siguiente declaración de intenciones: "Reconstruir la seguridad de la clase media".
Según la muestra de PRC, el 52% de quienes se identifican con este grupo social creen que las políticas de Obama les beneficiarán, y la mayoría culpa al Congreso y a las instituciones financieras, no al presidente, de sus problemas.
Mónica Melle cree que, en efecto, la plataforma del actual ocupante de la Casa Blanca es la que más puede beneficiar a la clase media. "Apostar por un estado del bienestar sólido, con inversión productiva, bajar impuestos a la clase media y elevarlos a la clase alta y mejorar la justicia social es necesario para un crecimiento económico sostenido". "Es el único modelo posible para salir de la crisis, también en Europa", añade Melle.
En cambio, la plataforma electoral de Romney es "ultraliberal". "Beneficia a las rentas altas, elimina cualquier tipo de regulación y control y disminuye el gasto público", asegura Melle.
Romney apuesta por "más austeridad", una receta que, en opinión de la economista, "no es válida, como se ha demostrado en Portugal y Grecia".
Nuria Alonso, por su parte, califica el modelo de Obama como "moderadamente socialdemócrata". "No tiene una política agresiva de aumentar la progresividad del sistema, pero al menos no alardea de que la única manera de aumentar el crecimiento es bajar impuestos a los que más tienen y reducir la presencia del Estado", explica.
Boldrin, para quien los programas son "solo palabras", afirma que el problema de EE.UU. requiere una solución más profunda.
"Tiene que ver con China, India y Brasil. La clase media en los países desarrollados reciben su renta del trabajo que llamamos standard, ni muy sofisticado ni muy sencillo, pero esto ahora lo hacen muchas personas en el mundo, que se están volviendo más eficientes y están dispuestos a hacerlo por menos".
"La única solución es desarrollar la capacidad de hacer trabajos extraordinarios, que tengan demanda, para capturar más renta", asegura.