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'Midnight's Children', la adaptación de la novela de Salman Rushdie, se presenta en la Seminci

  • Emoción e historia enmarcados en la India del siglo XX
  • El filme cuenta con 64 localizaciones distintas y 124 actores

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Hoy en la sección oficial de la Seminci compite la película "Hijos de la medianoche".

La emoción y la historia se embarcan en sendos viajes que les  llevan, de la mano, por distintos momentos de la historia de la India  del siglo XX gracias a los niños mágicos creados por Salman Rushdie  en 'Midnight's Children', su novela convertida en película y que,  dirigida por Deepa Meetha, se ha presentado este domingo en la  Sección Oficial de la Semana Internacional de Cine de Valladolid  (Seminci).

La producción, grabada en 64 localizaciones distintas, a lo largo  de 70 días y con 124 actores,  según los detalles aportados por el  productor, David Hamilton, se basa en el guión adaptado por Rushdie  de su novela homónima y es fruto del corazón y no del sentido lógico,  como lo ha recalcado hoy su directora durante la rueda de prensa  celebrada tras la proyección.

"La película es el matrimonio entre un viaje emocional y un viaje  histórico desde la fascinación por el personaje del niño", ha  recalcado la cineasta india afincada en Canadá en referencia al  personaje de Saleem Sinai, un joven nacido en la medianoche del día  de la Independencia de la India, en 1947, quien es intercambiado  intencionadamente por una enfermera por un menor de una familia sin  recursos.

Vida del "niño mágico"

El guionista y la directora, que antes de centrar la trama en el  personaje de este niño se remontan hasta la figura de su abuelo  --"nuestra historia informa nuestro presente y la historia de la  India informa su presente", ha recalcado Mehta--, coincidieron  plenamente en el contenido que debía abordar la película antes de  comenzar su rodaje, llevado a cabo en Sri Lanka por los escasos  cambios que este país ha sufrido en los últimos años frente a la  evolución experimentada por la India.

De este modo e inspirado en una de las novelas "más épicas" sobre  la India postcolonial, como la directora considera la obra de su gran  amigo Rushdie, la historia viaja desde un lago que une la vida de los  abuelos de Saleem (biológicamente de Shiva) hasta Bombay, donde tras  más de dos horas y media de película el aún joven Saleem se  reencuentra con las únicas personas de su infancia.

Hasta ese momento, la vida del niño "mágico" con capacidad para  convocar al más de millar de menores nacidos en la misma noche que él  y dotados con distintos dones como volar o hacer magia a traviesa por  muy distintos episodios vinculados, en todos los casos, con el  devenir de la historia del país: desde su obligado exilio a Pakistán  fruto de las dudas de su padre sobre su paternidad, directamente  vinculado a la guerra entre los dos países, hasta su reencuentro con  Parvatti, otra de las niñas mágicas, con motivo de la celebración de  la independencia de Pakistán oriental (Bangladesh).

Al margen del escenario histórico, de gran importancia y apoyado  por imágenes reales de hechos histórico vinculados al momento, como  la declaración, en 1975, del estado de Emergencia por parte de la  primera ministra Indira Gandhi y los dos años siguientes de  dictadura, la película se detiene también en algunos elementos de la  esencia del pueblo indio, como la práctica del cricket, la música o  la celebración de las tradicionales bodas hindúes.

Pero, de manera especial, ahonda en aspectos como la importancia  de las ideas frente a la lucha, la natural vuelta a los orígenes, la  importancia del amor por encima de la genética y la capacidad para  "oler": en el caso de Saalem, los sentimientos.

Una cobra y un elefante perdidos

La compleja producción hacía que cada día hubiera que afrontar un  nuevo reto en el rodaje, según Hamilton, quien ha confesado, entre  risas, que perdieron un elefante y dos cobras --una fue recuperada--  y que las escenas de transición fueron las únicas rodadas en la India  frente al resto de escenarios de Sri Lanka.

Deepa Mehta ha reconocido que, pese a su amistad, surgieron  discrepancias durante el rodaje con Rushdie aunque la experiencia,  perseguida desde años atrás ha sido una de las "más divertidas" de su  vida. "Salman es muy cinematográfico, tiene un gran sentido del humor  y está abierto a todo lo que vaya en beneficio de la película", ha  recalcado la directora.

Los nervios que, según ha reconocido, tenía en el primer visionado  de la película junto a Rushdie --"sabía que si detestaba la película  era el fin de nuestra relación"--, desaparecieron en cuanto el  escritor dio su aprobación.

La cineasta, que ha estrenado su nueva obra en Valladolid para  toda Europa, ha lamentado las consecuencias "extremas y demoledoras"  del fundamentalismo religioso sufridas por Rushdie tras la  publicación de los Versos Satánicos y ha negado, como recientemente  lo hiciera su amigo, la existencia de una conspiración de Occidente  contra el islamismo.

La perspectiva que, desde Canadá, tiene de la India, el país en el  que nació, creció y se educó, está fuera del encuadre debido a la  distancia, que no obstante no hace mella en el "gran compromiso" que  tiene con su país. "Mi mirada es distinta".

La vitalidad y el enorme desarrollo económico experimentado por la  India contrastan con otra realidad, la del 67% de la  población en el umbral de la pobreza,  según Mehta, quien ha defendido  la existencia de personas que quieran cambiar el país y que tienen  que enfrentarse a una maquinaria política "enorme y trasnochada"  ahogada por el peso de la corrupción.

La directora

Deepa Mehta nació en 1950 en Amritsar (India), se licenció en  Filosofía por la Universidad de Nueva Delhi y comenzó su carrera en  el cine escribiendo guiones de películas para niños; en 1988 dirigió,  junto a Norma Bailey y Danile J. Suissa, el largometraje 'Martha,  Ruth & Edie'.

Con su primer trabajo en solitario, 'Sam y yo', consiguió una  Mención Especial del Jurado de la Cámara de Oro del Festival de  Cannes y participó en la 36 Seminci dentro de Punto de Encuentro; a  principios de los 90 dirigió varios episodios de la serie de  televisión 'Las aventuras del joven Indiana Jones', y en 1994 logró  gran repercusión internacional gracias a 'Freda y Camilla', que  participó en la 39 Seminci.

En 1996 comenzó con 'Fuego' su laureada saga inspirada en los  cuatro elementos, que continuó en 1998 con 'Tierra' y prosiguió con  'Agua', proyectada en la 50 Semana en la Sección Oficial y que le  valió el Premio de la Juventud.