Los sindicatos contrarios a Cristina Fernández protagonizan una huelga general en Argentina
- El Gobierno la califica de "piquetazo"
- Ambiente de día festivo en Buenos Aires
- Cristina Fernández asegura que aguantará
Sindicatos argentinos enfrentados al Gobierno de la presidenta Cristina Fernández hicieron este martes una demostración de fuerza con una huelga nacional que consideraron un "éxito" y que el Ejecutivo calificó como una "extorsión".
"El paro es un éxito en todo el país, es de una contundencia impresionante", afirmó el dirigente sindical Pablo Micheli, quien le recomendó al jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, recorrer las empresas para verificar "que todo está desierto" después de que el funcionario denunciara que el paro fue "un piquetazo extorsivo".
La huelga, apoyada por la Federación Agraria Argentina (FAA), fue convocada por sectores de la Confederación General del Trabajo (CGT) y de la Central Obrera de Trabajadores de Argentina (CTA), cuyos dirigentes, antes enfrentados entre sí, han superado sus diferencias para desafiar al Gobierno de Fernández.
"La jornada de hoy (por el martes) ha tenido una adhesión mucho mayor de la que esperábamos", que se ha expresado "en el vacío que encontramos en la ciudad, en los establecimientos, en las rutas. Muchos hombres y mujeres expresando su disconformidad por la falta de respuesta del Gobierno", señaló Hugo Moyano, de la CGT.
"Ha sido una jornada realmente importantísima. Los trabajadores se han expresado en silencio. Ese silencio es la mejor voz que el Gobierno tiene que escuchar", agregó Moyano.
No faltaron las advertencias a Fernández, como la que lanzó Ricardo Cirielli, que acusó al Ejecutivo de "falta de humildad" y aseguró que si no hay respuesta a los reclamos, el "Gobierno nos va a encontrar una y mil veces en la calle si es necesario".
Comercios cerrados, avenidas vacías
Ni Gobierno ni sindicatos han dado cifras de seguimiento del paro aunque según las centrales convocantes se han registrado más de 300 cortes en las rutas y puentes del país y se han repetido las movilizaciones en todas las ciudades importantes.
Las amenazas sindicales sobre cortes y bloqueos hicieron que muchos argentinos desistieran de trasladarse a sus puestos de trabajo y Buenos Aires amaneció con áreas prácticamente desiertas y con un ambiente de día no laborable.
La protesta paralizó los trenes de cercanías y afectó a los vuelos domésticos y regionales, a la actividad bancaria y a buena parte de las oficinas del microcentro porteño. Sin movilizaciones masivas, los sindicatos bloquearon con piquetes los principales accesos a la capital durante las primeras horas de la mañana.
Los únicos incidentes se registraron en el centro de Buenos Aires cuando un piquete presionó a los dueños de los bares y restaurantes abiertos para que cerraran sus puertas.
Fernández promete aguantar
En un acto por el día de la soberanía argentina en la localidad bonaerense de San Pedro, Fernández afirmó que no fue una "huelga en serio" sino "apenas" "aprietes y amenazas" y cuestionó la "presión" de los sindicatos para "impedir que otro vaya a trabajar".
"Por suerte (la huelga) fue un fenómeno circunscrito a unos pocos gremios de servicios y al ámbito de la capital porque en el resto del país trabajando todos porque la gente quiere trabajar", afirmó.
"Me voy a bancar (aguantar) las que me tenga que bancar. A mí no me corre (echa) nadie, y mucho menos con amenazas, patoteadas o con matones", añadió la mandataria.
Horas antes, el jefe de Gabinete había afirmado en declaraciones en la radio que el paro no fue una huelga sino "un piquetazo extorsivo, en el que los que logran ir a trabajar son apedreados".
En la misma línea, el ministro del Interior, Florencio Randazzo, consideró que con este "paro de la prepotencia y el autoritarismo" los huelguistas "han mostrado su peor cara, con cortes en los accesos y las vías y con amenazas a comerciantes".
El secretario de Seguridad argentino, Sergio Berni, adelantó que el Gobierno llevará a la Justicia a "los delincuentes que han provocado destrozos en bares y comercios" que habían decidido abrir.
Los convocantes exigen, entre otras demandas, un aumento del salario mínimo, reformas impositivas, mejoras en las pensiones y el giro a las obras sociales manejadas por los sindicatos de cerca de 20.000 millones de pesos (unos 4.200 millones de dólares) retenidos a los trabajadores de sus salarios para gastos de salud.
La protesta sindical se produce apenas unos días después de que cientos de miles de personas se movilizaran en todo el país, el pasado 8 de noviembre, en contra de la política del Gobierno de Fernández.