José Luis Borau es despedido por el mundo de la cultura antes de un entierro íntimo
- Sus conocidos resaltan la "peculiar" personalidad del director aragonés
- Borau ha sido enterrado en Madrid sin ninguna ceremonia
Enlaces relacionados
El director de cine Jose Luis Borau se ha marchado como le gustaba, en la más estricta intimidad, y sin fastos ni ceremonias; su círculo más cercano ha despedido esta mañana en Madrid "al bravo aragonés", un hombre generoso, tierno, a veces cascarrabias, y una figura irrepetible de la cultura española.
Quería "algo discreto", nada de capillas ardientes en ninguna de las dos academias que hoy le lloran, la del Cine y la de la Lengua, según han comentado fuentes cercanas a la familia, que han recibido este sábado en el Tanatorio de la M-30 al escueto grupo de representantes del mundo de la cultura que se ha acercado a dar su último adiós al director de Furtivos.
El longevo cineasta Jaime de Armiñán, uno de sus amigos más próximos, ha lamentado la pérdida que su fallecimiento supone para el mundo de la cultura, sin olvidar mencionar su peculiar personalidad: "No confesaba su amor por nadie. Ha sido el bravo aragonés".
El "tío Borau", así le llamaban en su casa, donde residió con su familia cuando llegó a Madrid procedente de Zaragoza, tras conseguir la plaza de funcionario en el Ministerio de Vivienda.
En cambio, "el extraordinario sentido del humor" y la "gran inteligencia" han sido las dos facetas recordadas por la expresentadora de televisión Elena Santonja, mujer de Armiñán, quien, visiblemente emocionada, le ha considerado de "su propia familia, un hermano".
Aitana Sánchez-Gijón, que le relevó al frente de la presidencia de la Academia de Cine, le ha definido como "un niño grande, un poco cascarrabias, pero sin peligro alguno", una faceta que compensaba con su carácter "tierno y generoso", siempre "pendiente" de los jóvenes.
"Entrañable" y "maravilloso" también han sido los calificativos escogidos por el actor Fernando Chinarro, que trabajó con Borau en El crimen del doble filo, y por el realizador Julio Diamante, que se han acercado esta mañana a la capilla ardiente madrileña para darle el último adiós.
Un entierro íntimo
Esta figura "única e irrepetible" de la cultura española, como ha dicho Sánchez-Gijón, ha sido enterrada hoy sobre las 14.30 horas, en la más estricta intimidad, en la Sacramental de San Justo de Madrid, tras fallecer ayer a los 83 años de edad a consecuencia de una enfermedad que padecía desde hace años.
Hombre poliédrico donde los haya, como profesor tenía "una peculiar manera de dar las clases" que hace que todos sus alumnos le recuerden "todavía", ha señalado el vicepresidente de la SGAE del área audiovisual, Miguel Hermoso, quien fue su alumno hace muchos años.
"Su fallecimiento es una pérdida que todos los del cine consideramos como propia", ha reiterado Hermoso en nombre de la SGAE, una entidad que el director de Furtivos presidió, al igual que la Academia de Cine.
La "tristeza compartida de las personas que aman el cine y de las buenas personas" de la exministra de Cultura, Carmen Alborch, ha sido otro de los testimonios de una de las personas visiblemente más afectada: "Ha sembrado inteligencia y bondad, y seguiremos queriéndole", ha dicho.
En películas como Tata mía o Hay que matar a B ha legado su "enorme talento", mientras que a sus seres queridos ha dejado su "buen hacer como amigo", ha explicado Alborch, quien ha tenido un especial recuerdo para sus manos blancas de la ceremonia de los Goya en 1998, en protesta contra el terrorismo.
Para Álvaro de Luna, la "modestia, algunas veces excesiva" del realizador aragonés, ha sido una de sus cualidades más destacables, junto con "su templanza".
Y es que, si el viernes fueron los recuerdos como figura relevante del cine y la literatura, hoy ha sido su generosa personalidad y su particular sentido del humor e ironía lo que han querido recordar los representantes del mundo de la cultura que se han acercado esta mañana a darle su último adiós.
Como una persona que le gustaba "disfrutar de la vida, de la amistad y de la buena conversación", con una vasta cultura y poseedor de una gran colección de libros, le ha definido el director de la RAE, José Manuel Blecua.
Tenía pendiente con él "un cocido" a su vuelta a la RAE, un lugar en el que cumplió excelentemente su labor como académico en el sillón "B", vacío desde ayer: "Se le va a echar mucho en falta", ha señalado.