Si Atenas no logra recomprar parte de su deuda, Grecia volverá a asomarse al abismo
- Necesita comprar a un tercio de su precio bonos valorados en 30.000 millones
- Si eso no se consigue, el FMI no entregará su parte del rescate al país heleno
Las declaraciones de los líderes europeos el pasado martes y los posteriores titulares de los medios de comunicación cerraron en falso, una vez más, la crisis de Grecia. Hace una semana, se subrayaba el acuerdo logrado entre el Eurogrupo y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para desbloquear la ayuda de 44.000 millones de euros que Atenas necesita con urgencia para hacer frente a sus pagos. Sin embargo, lo que no se destacó entonces -y se revela ahora como clave para que el rescate griego sirva de algo- es que, sin el éxito del programa de recompra de deuda por parte del Gobierno heleno, el país mediterráneo volverá a estar al borde del abismo.
Los países del euro se pusieron de acuerdo -tras 40 horas de negociaciones repartidas en tres reuniones a cara de perro- en reducir los tipos de interés aplicados en los préstamos que le concedieron a Atenas dentro del primer rescate activado en mayo de 2010 y en ampliar en 15 años el vencimiento de los créditos incluidos en el segundo rescate acordado este año. También se decidió retrasar diez años el pago de los intereses de esos mismos préstamos del segundo rescate.
La ayuda del FMI depende del programa de recompra
Pero esas medidas solo reducirán la deuda griega de 2020 en nueve puntos (del 144% previsto caería a 135% del PIB), con lo que la mayor parte del recorte de la deuda pública helena recaerá en el programa de recompra de deuda. De él dependerá que se haya reducido hasta el 124% dentro de ocho años, el nivel aceptado por el FMI como el mínimo para que las finanzas griegas sean sostenibles.
Si esa sostenibilidad no se garantiza ahora, es decir, si el programa de deuda no consigue atraer al suficiente número de inversores, el Fondo Monetario Internacional no desembolsará la parte que le corresponde de los 44.000 millones de euros porque considerará que las cuentas helenas no son sostenibles y no garantizan la devolución de los préstamos internacionales.
El FMI ha dudado desde el principio de la efectividad de ese programa de recompra, por lo que apostaba por que esta vez fueran los inversores públicos (Estados y BCE, entre otros) los que asumieran la quita sobre sus bonos griegos. Pero los países del euro no aceptaron esa fórmula, básicamente, por la oposición de Alemania, que no quiere admitir una pérdida directa en favor de Grecia antes de las elecciones del próximo septiembre.
De esta forma, Grecia dispone de esta semana para tratar de convencer a los tenedores privados de su deuda de que se la vendan asumiendo unas pérdidas que oscilarán entre el 30% y el 40% del valor nominal de los bonos. El objetivo es difícil, si se tiene en cuenta que ellos ya asumieron la última quita de la deuda griega que concluyó en marzo y que supuso admitir pérdidas del 70% sobre el valor de los bonos. Con aquella operación de quita de hace nueve meses, el Estado griego redujo su deuda en 100.000 millones de euros, la mitad de la que en ese momento estaba en manos privadas.
Convencer a los inversores para una nueva quita
La Agencia de Gestión de la Deuda Pública de Grecia (PDMA) ha iniciado este lunes el proceso de recompra, en el que ofrece a los inversores privados que poseen deuda del país con vencimiento dentro de 10 y 20 años recomprársela pagando entre un 30% y un 40% del valor nominal de los bonos. La idea es que Atenas se gaste ahora en esa compra mucho menos dinero del que tendría que pagar en el momento en que vencieran.
Para que el resultado de la recompra se considere un éxito deberían recomprarse títulos valorados en 30.000 millones de euros -la mitad de los 60.000 millones de euros que están en manos privadas-, pero Atenas solo dispone de 10.000 millones de euros para comprarlos, los 10.000 millones que le va a prestar el fondo europeo de rescate temporal a un interés cero.
El plazo para que se acojan a la oferta termina el próximo viernes, ya que el Eurogrupo y el FMI deben cerrar el próximo 13 de diciembre el desembolso de la ayuda a Grecia y la complicada batería de medidas acordadas para reducir la deuda helena.
Las perspectivas de que falle el plan de recompra son altas, algo que también se refleja en las declaraciones que llegan desde Berlín. Allí, la canciller Angela Merkel empieza a admitir que su gobierno podría perdonar algunos de los préstamos de emergencia concedidos a Atenas.
En una entrevista publicada en la edición del domingo del Bild, Merkel ha asegurado que ese perdón -de producirse- se concedería una vez que Grecia "sea de nuevo dueña de sus ingresos y no asuma nuevas deudas", algo que -como ella misma reconoce- "no va a suceder antes de 2014-2015".
Con la misma estrategia de los últimos meses, este lunes, el portavoz del Ejecutivo germano se ha encargado de echar un jarro de agua fría sobre todos los que pudieran sospechas un cambio de posición de Berlín. Steffen Seibert ha reiterado en respuestas a los periodistas que "no ha habido ningún cambio de postura, ni tampoco una interpretación correcta" y ha subrayado que, "en ningún momento, Merkel alude en su respuesta a la palabra quita".