Mo Yan al aceptar el Nobel: "Soy un cuentacuentos y seguiré contando cuentos"
- El escritor chino repasa su vida y su obra en su discurso en la Academia
- "No quiero escribir una crónica de acontecimientos sociales", dice de la política
- Alaba la "apertura y la reforma" del régimen chino en los últimos 30 años
- Lea el discurso íntegro de aceptación del Nobel (.pdf)
El escritor chino Mo Yan se ha definido este viernes como un "cuentacuentos" en su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura 2012, plagado de pequeñas historias y en el que ha tenido palabras de recuerdo y agradecimiento hacia su madre fallecida y en el que ha hecho leves alusiones a la política, a la que se ha referido para subrayar que no quiere "escribir una crónica de los acontecimientos sociales".
"Soy un cuentacuentos. Me han dado el Premio Nobel por mis cuentos (...). En el futuro seguiré contando cuentos", ha afirmado Mo Yan en las últimas palabras de un discurso de unos 40 minutos, pronunciado en chino, en los que ha repasado su vida y su obra literaria, íntimamente ligadas y con un punto de origen en el distrito de Dongbei de Gaomi, su pueblo natal.
Ataviado con una chaqueta oscura estilo mao -su vestimenta para los actos del Nobel ha sido un asunto muy debatido en las redes sociales en China-, el escritor chino, al que algunos acusan de adepto al régimen, ha hecho menciones en su discurso a algunas cuestiones políticas, aunque para justificar su alejamiento de ella, tras la polémica por no suscribir una carta de 134 premios Nobel en favor de la liberación de su compatriota Liu Xiaobo, Nobel de la Paz 2010.
"Cuando escribí novelas realistas, el mayor problema que se me presentó no era que tuviera miedo de enfrentarme a las oscuridades sociales y criticarlas, sino cómo controlar la pasión ardiente y la furia para no desviarme hacia la política ni alejarme de la literatura. No quiero escribir una crónica de los acontecimientos sociales", ha aseverado.
Según el premiado, es "natural" que un novelista tenga sus propias opiniones e ideas como parte de la sociedad que es, pero cree que cuando escribe debe ser justo "y respetar a todos los personajes, igual que respeta a las personas reales". "Siempre y cuando se cumpla este requisito, la literatura puede nacer de la realidad e incluso superarla, puede preocuparse por la política pero estar por encima de ella", ha dicho ante el auditorio de la Academia Sueca.
Más allá de la crítica, Mo Yan ha alabado el régimen al asegurar que, cuando en 1976 se enroló en el Ejército Popular de Liberación y salió de Gaomi, empezó una nueva etapa de su vida, y que "si no hubiera sido por los grandes progresos y el desarrollo de la sociedad china durante estos 30 años, por la apertura y la reforma, no existiría un escritor como yo".
"Hijo mío, ¿quieres ganarte la vida contando cuentos?"
El discurso de Mo Yan ha rendido homenaje a la única persona a la que ha echado de menos al ganar el Nobel, su madre, fallecida en 1994. La mujer que, pese a ser "genéticamente feo desde que nací" y haber sido objeto de burlas en su pueblo, le decía que no era feo, "sino normalito"; y una analfabeta que, pese a las dificultades para dar a sus hijos tres comidas diarias, siempre que su hijo le pedía un libro, se lo compraba.
La madre a la que empezó a contar los cuentos que oía de los cuentacuentos en el mercado y a los que iba añadiendo cosecha propia. La madre que se preocupaba de que su hijo fuera a "ganarse la vida contando cuentos". Y la madre que vivía en el "gran dilema" entre -como el protagonista de su relato Toro- tener que pedirle a su hijo que no hablara mucho -"porque en mi pueblo un chico hablador no estaba muy bien visto y podía traer problemas"- y la "gran alegría" que le producían la capacidad de recitar cuentos de su hijo Mo Yan -pseudónimo que precisamente significa "No Hables".
A esa madre admirada, y "a todas las madres de este mundo", está dedicada Grandes pechos amplias caderas.
El escritor, que ha desvelado que tuvo que abandonar el colegio de niño por su delicado estado de salud, ha explicado cómo todo lo que vivió en su pueblo, las leyendas, las anécdotas, las historias familiares y locales, han sido el bagaje que le ha servido de material para sus obras.
Ha citado a William Faulkner y Gabriel García Márquez como inspiradores en los comienzos de su obra, con títulos como Sorgo rojo, pero luego comprendió que debía alejarse de ellos y "contar mis cuentos a mi manera". A juicio de Mo Yan, que cita al protagonista de El rábano invisible como su auténtico reflejo, las novelas deben incluir experiencias y, a su vez, ser "imaginarias y fabulosas".
Espectador de las "paradojas" del Nobel
El escritor ha concluido su discurso relatando las "muchas paradojas" que le ha supuesto ganar el Premio Nobel y cómo se ha ido desligando de ello y se ha convertido en su propio espectador: "Había visto que al protagonista, ganador de un premio, le ofrecían flores, pero además también le tiraban piedras y agua sucia. Temía que no pudiera aguantarlo. No obstante, huyó de las flores y las piedras, se limpió las manchas de agua sucia y salió tranquilamente a dar un discurso al público".
Mo Yan ha afirmado que la mejor forma de comunicarse de un escritor es la escritura y, por ello, "todo lo que tengo que decir están en mis obras". "Las palabras que salen de la boca se las lleva el viento, sin embargo las que están escritas quedarán para la historia", ha dicho para animar a leer sus obras.
El escritor chino, que el lunes recogerá su galardón en la ceremonia de entrega de los Nobel, ha confesado, por último, llevarse de esta experiencia "muchas anécdotas maravillosas" que le servirán para sus próximos cuentos y que le hacen "creer en la existencia de la justicia y la verdad".