Francia condena al etarra Acarregui a ocho años por pertenecer al aparato militar de ETA
- Fue detenido en el sur de Francia en febrero de 2009
- Pertenecía a la estructura logística del aparato militar de ETA
El etarra Alex Acarregui Casas ha sido condenado este martes a ocho años de cárcel por el Tribunal Correccional de París por pertenecer a la estructura logística del parato militar de ETA cuando fue detenido en febrero de 2009 cerca de Millau, en el sur de Francia.
La presidenta del tribunal, Dominique Piot, ha justificado lo "elevado" de la sentencia por la "peligrosidad" de Acarregui (Bilbao, 1977) y por el hecho de que pese a haber cumplido una pena en España de cuatro años por su pertenencia a ETA, desde su puesta en libertad "volvió a la clandestinidad" y "perseveró" en su activismo en la organización terrorista.
Piot ha señalado que la condena, derivada de la culpabilidad para la totalidad de la quincena de cargos por los que estaba acusado, va acompañada de la expulsión definitiva del país, de forma que "tendrá prohibido poner el pie en el territorio francés".
La pena se corresponde exactamente con la petición del fiscal, que en su requisitoria había solicitado al tribunal que "no (tuviera) en cuenta la evolución" de ETA, antes de dudar de la declaración del cese de la acción armada de forma definitiva, a la vista de que eso "no afecta al territorio francés".
Acarregui se negó a declarar durante la vista y tan solo dijo que tiene "nacionalidad vasca" y que es "militante de ETA".
El fiscal señaló que, tras salir de la cárcel en España en julio de 2008, el encausado "optó por integrar la estructura más importante y la más peligrosa de la organización terrorista": el aparato militar.
El representante del Ministerio Público también hizo hincapié en que desde su puesto en esa estructura se mostró "extremadamente determinado", como puso en evidencia el día de su detención, no solo al forzar un control policial, sino también en la persecución que siguió y al haber robado a punta de pistola un coche durante su huida, momentos antes de ser capturado por los gendarmes.
Recordó que la logística del aparato militar es la que se encarga del transporte de material, de la confección de explosivos y de los zulos y que, durante los alrededor de siete meses que Acarregui estuvo con esas ocupaciones, en España se cometieron "numerosos atentados", varios de ellos mortales.
El fiscal también afirmó que "contribuyó a la creación" de un zulo encontrado por unos cazadores en un área rural del departamento francés del Gard en septiembre de 2010 en el que había tres bidones con sustancias sustraídas para confeccionar documentos falsos, armas y municiones procedentes de un robo cometido por ETA en Vauvert (Francia) en 2006 y explosivos.
Mensaje de Acarregui en el piso de Thierry
De hecho, en los bidones estaban las huellas de Acarregui, que también dejó su traza en objetos requisados en pisos francos ocupados por miembros del aparato de reserva de la banda, así como un mensaje hallado en el piso de Burdeos donde fue detenido el presunto jefe de ETA Francisco Javier López Peña, Thierry, en mayo de 2008.
En ese mensaje, enviado desde la cárcel, mostraba su disposición a reincorporarse a la lucha armada desde que saliera en libertad.
También se leyó durante la vista una carta manuscrita dirigida a Acarregui y encontrada en el apartamento de Tarbes que ocupaba al ser capturado en diciembre de 2002 el entonces jefe militar, Juan Ibón Fernández Iradi, "Súsper".
El autor de esa misiva, no identificado, le daba ánimos para seguir en su acción clandestina y matar "a un montón de españoles de mierda".
La policía española lo tenía fichado desde 1993-1994 por participar en actos de violencia callejera en Bilbao.
Unos años después se le vinculaba a actos de colaboración con la acción de los comandos, en particular con la provisión de coches.
Precisamente su condena por la Audiencia Nacional en diciembre de 2004, tras haber sido detenido en el aeropuerto de Amsterdam el año antes, tuvo que ver con el alquiler de un coche en el que murieron el 23 de septiembre de 2002 los etarras Hodei Garralaga y Egoitz Gurruchaga cuando transportaban un artefacto explosivo por las calles de Bilbao.