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Newtown, conmocionada por una tragedia tras la que "nada volverá a ser igual"

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El tiroteo rompe con la tranquilidad del pequeño pueblo de Newtown

Newtown, la localidad sacudida por una de las mayores matanzas acaecidas en un colegio en la historia de EE.UU., amaneció este sábado con sus habitantes conmocionados por la pérdida de 28 de sus vecinos, una tragedia que se proponen afrontar unidos aunque algunos admiten que "nada volverá a ser igual".

"Querría decirles a los niños que la vida no es así, que esto no ocurre normalmente, pero curarse va a costar mucho, y nunca lo lograremos del todo porque este lugar ha sido golpeado de una forma tan horrible que nada volverá a ser igual", señala Marsha Moskowitc, antigua conductora del autobús escolar del colegio de primaria afectado.

Debido a su puesto en la escuela primaria de Sandy Hook, que desempeñó desde 1999 hasta junio pasado, Moskowitc, de 56 años, conocía a muchos de los 20 niños que el viernes murieron en el tiroteo,  y, emocionada, dice de ellos que eran "estupendos, adorables, amables, encantadores".

"He visto a tantos niños hacerse mayores. Muchos empiezan el instituto, pero a pesar de eso no los olvidas y mantienes el contacto con ellos, porque ésta es una ciudad pequeña, los ves por las calles", añade.

A uno al que no había olvidado era precisamente a Adam Lanza, identificado por los medios como el supuesto autor de la masacre, de 20 años, y al que ella recuerda de la época en la que éste viajaba en el autobús.

"Era bastante callado, tímido, reservado, no tenía demasiados amigos en el autobús, pero era educado", declara Moskowitc, quien también conocía a la madre de Lanza, otra de las personas que al parecer fue asesinada en la casa que compartía con él presunto homicida.

La conductora reconoce su impotencia, pero afirma que pasará el día "hablando con la gente, para coger fuerzas" y que rezará por las familias, máxime "ahora que se acercan las fechas navideñas".

Velas y flores en memoria de las víctimas

La preparación para las fiestas es palpable en los adornos que engalanan esta localidad de 27.000 habitantes,  donde se recogían numerosos testimonios de vecinos con condolencias a las familias de las víctimas.

Velas y flores en las inmediaciones de la escuela, una bandera confeccionada con los nombres de los fallecidos o carteles colocados en las tiendas y las casas con mensajes como "Abraza hoy a un profesor" o "Nuestros corazones están rotos" ponen de manifiesto el dolor de la comunidad.

"Estoy aquí para ayudar a cualquiera que lo necesite. Este lugar es muy familiar y lo que afecta a una persona afecta a todos los demás. Es una tragedia, pero ha unido a la gente y nos estamos ayudando los unos a los otros", dice Marcy Benítez, dueña de una tienda para niños que ha recibido mensajes de apoyo en su cuenta de Facebook de lugares como Australia o Reino Unido.

"No pude dormir en toda la noche, estaba deseando despertarme esta mañana y ver que todo era un mal sueño. Esto es surrealista", declara, y agrega que de momento ha preferido no conocer el nombre de las víctimas porque "probablemente las conozca, si no a todas, a la mayoría" ya que han sido sus clientes durante diez años y a muchas las ha visto nacer.

En el mismo sentido se expresaba otro vecino, Michael Porco, propietario de una escuela de kárate por la que han pasado muchos niños de la localidad, quien explica que piensa pasar el día "hablando" con sus vecinos porque lo "único" que pueden hacer es "estar unidos como una gran familia y seguir adelante".

"Desafortunadamente, nos vamos a sentir un poco diferentes durante un tiempo y estaremos afectados emocionalmente durante una larga temporada", subraya Porco, quien asistió a la vigilia que tuvo lugar la noche del viernes en la principal iglesia de la población, Santa Rosa de Lima.

Otros templos de Newtown, como la iglesia episcopaliana de Saint John, mantenían oficios religiosos durante el día para orar por las víctimas.

El colombiano Diego Jiménez, de 42 años y padre de dos niñas, declara que conocía a la directora del colegio, una de las fallecidas en el tiroteo, y que en los siete años que lleva viviendo en esta comunidad "lo máximo que había pasado era el robo de algún coche".