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Newtown acoge las primeras ceremonias fúnebres de las víctimas del tiroteo

  • La lista de víctimas incluye 16 niños de seis años y cuatro de siete años
  • Las dos personas que resultaron heridas se recuperan en el hospital
  • Los colegios del área de Newtown reabrirán sus aulas este martes
  • La escuela de la masacre podría no volver a abrir sus puertas

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Newtown intenta volver a la normalidad tras la tragedia

Mientras trata de recuperarse de una de las peores masacres de la historia de Estados Unidos, la pequeña ciudad de Newtown comenzó hoy la triste y difícil tarea de enterrar a los 20 pequeños fallecidos en el tiroteo con los funerales de Jack Pinto y Noah Pozner, ambos de seis años.

Los habitantes de Newtown volvieron a mostrar su incondicional apoyo a las familias de las víctimas reuniéndose masivamente frente a la funeraria Honan, donde se llevaba a cabo un servicio en memoria del pequeño Pinto, un fanático del jugador fútbol americano Víctor Cruz, de los New York Giants.

En su honor, Cruz escribió el domingo en una de sus botas "Jack Pinto, mi héroe" y en otra "R.I.P Jack Pinto".

Para recordar al pequeño asesinado, algunos de los que allí se reunieron este lunes se vistieron con sudaderas de ese equipo de fútbol americano y, de nuevo a pesar de la lluvia y el frío, ofrecieron su cariño a los familiares de las víctimas con velas, osos de peluche y mensajes de apoyo.

Multitud de homenajes a las víctimas

Tras la ceremonia en la funeraria, que realizará en los próximos días al menos otros once velatorios de las víctimas de la matanza, el pequeño cuerpo de Pinto fue enterrado en el cementerio Newtown Village Cemetery.

También muchos se congregaron en las cercanías de la funeraria Abraham L. Green and Son, en la vecina Fairfield, donde se celebraba el servicio en memoria de Pozner, quien, según su tía, podía "conseguir lo que quisiera simplemente pestañear y mirarte con sus grandes ojos azules".

El triste proceso continuará con el velatorio de James Mattioli, de seis años, que será enterrado mañana al igual que Jessica Rekos, de su misma edad, mientras que para el miércoles están previstos los de los pequeños Chase Kowalski y Catherine V. Hubbard, así como de la directora del colegio, Dawn Hochsprung, y la profesora Victoria Soto (esta última en la cercana Stratford).

Sandy Hook podría no volver a abrir

Mientras tanto, las escuelas seguían hoy cerradas por la tragedia del viernes, cuando Adam Lanza, de 20 años, disparó hasta en cuatro ocasiones a su madre en la enorme casa de Newtown en la que vivían y después se dirigió al colegio Sandy Hook, donde acabó con la vida de otros seis adultos y 20 niños de 6 y 7 años.

Mañana se reanudarán las clases en los colegios de la zona, pero no en Sandy Hook, que sigue siendo una escena del crimen bajo investigación y que podría no volver a abrir sus aulas jamás, por lo que sus estudiantes serán trasladados a un centro de primaria cercano.

La tragedia ha reabierto además el debate en Estados Unidos sobre la seguridad en los centros de enseñanza y en concreto sobre la necesidad o no de armar a sus guardias de seguridad, un extremo sobre el que los ciudadanos de Newtown tenían hoy sentimientos encontrados.

"Hay diferencias, hay gente que no querría tener a alguien armado en el instituto, pero también es verdad que podría tranquilizar las cosas ahora", ha dicho Jamie Dunkin, de 16 años y estudiante del centro de enseñanza media de Newtown, donde tuvo lugar el domingo la vigilia con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama.

Desde uno de los memoriales que se han creado en esta población para recordar a las víctimas del tiroteo, Dunkin reconoció que mañana sentirá "algo de miedo y nervios" cuando tenga que volver a clase "porque todo es posible, puede haber imitadores y hemos visto otros colegios cerrándose porque está pasando lo mismo".

Precisamente hoy las dos escuelas de la localidad de Ridgefield, también en Connecticut, tuvieron que cerrar brevemente cuando los vecinos alertaron a la policía de la presencia de un hombre sospechoso que parecía portar un rifle en el hombro, aunque el incidente resultó ser una falsa alarma.

"No importa si es una escuela primaria, media o una universidad, (los guardias de seguridad) deberían estar siempre armados porque nunca sabes lo que puede pasar", dijo también a Efe Vicky Alevreas, una madre de 34 años que viajó desde el neoyorquino barrio de Queens hasta Newtown para ofrecer su apoyo a los afectados por la masacre.

Mientras tanto, la policía continúa con la investigación para tratar de esclarecer qué ocurrió exactamente el pasado viernes y anunció que son dos, y no uno como se había dicho inicialmente, los adultos que resultaron heridos en el colegio Sandy Hook durante el tiroteo.

"Los investigadores hablarán con ellos cuando estén recuperados y arrojarán mucha luz sobre los hechos y las circunstancias de esta trágica investigación", dijo hoy en una rueda de prensa el teniente Paul Vance, de la policía estatal de Connecticut.

El gran interrogante sigue siendo todavía el motivo que llevó a Adam Lanza, un joven "brillante" pero "callado y tímido", como le han definido a Efe sus conocidos, a cometer el pasado viernes esta terrible matanza.

El entorno de la madre del autor de la masacre sale en su defensa

El entorno de Nancy Lanza, madre del autor de la masacre, la describe como una mujer "normal". Sus amigos y conocidos dicen que era una mujer que poseía armas, pero que las usaba de forma responsable y que su única preocupación era su hijo Adam al cual estaba dedicada a tiempo completo.

Tanto es así que estaba planeando mudarse a otro lugar para encontrar una universidad conveniente para su hijo, según han declarado unos amigos de Nancy Lanza a la cadena CNN.

Uno de estos amigos ha desmentido que la madre fuera "preparacionista" -como la había definido una cuñada-, en alusión al movimiento que acumula alimentos, armas y pertrechos en sus casas para asegurar la supervivencia en casos de catástrofes mundiales.

El supuesto autor de la matanza, Adam Lanza, también mató a su madre antes de acudir a la escuela, donde se suicidó ante la llegada de la policía.