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'The Master', la crítica a la Cienciología que triunfó en Venecia

  • La cinta, con Joaquin Phoenix y Philip S. Hoffman, se estrena el día 4
  • Se centra en los orígenes de la Cienciología y en la figura de su creador

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Tráiler de 'The Master'

FICHA TÉCNICA

Título: The Master

Título original: The Master

Año: 2012

Duración: 137 minutos

Nacionalidad: EE.UU.

Género: Drama

Director: Paul Thomas Anderson

Guion: Paul Thomas Anderson

Reparto: Joaquin Phoenix, Philip Seymour Hoffman, Amy Adams, Laura Dern, Kevin J. O'Connor, Rami Malek, Jesse Plemons, Fiona Dourif, David Warshofsky, Lena Endre

Música: Jonny Greenwood

Fotografía: Mihai Malaimare Jr.

Parece haber pasado una eternidad desde su triunfal paso por Venecia, pero al fin llega a las pantallas españolas la esperada The Master, que se estrena este 4 de enero.

En la Mostra, la cinta que narra los orígenes de la Iglesia de la Cienciología, se hizo con varios de los premios gordosmejor director, para Paul Thomas Anderson (Pozos de ambición, 2007); y Joaquin Phoenix y Philip Seymour Hoffman se repartieron una Copa Volpi ex aqueo a la mejor interpretación masculina; además de llevarse el premio FIPRESCI de la crítica cinematográfica. No obstante, no se llevó el premio a la mejor película, y en las nominaciones a los Globos de Oro solo están en la lista sus protagonistas, incluida Amy Adams.

The Master, según la sinopsis, es un retrato de gente a la deriva y a la búsqueda de trabajo o de sí mismos tras la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos. Narra las vicisitudes de un veterano de la Marina, Freddie Quell (Joaquin Phoenix), que regresa inestable e inseguro ante su futuro hasta que es atraído por La Causa y su carismático líder, Lancaster Dodd (Philip Seymour Hoffman), respaldado por su esposa, Peggy Dodd (Amy Adams).

Los orígenes de la Iglesia de la Cienciología

Aunque la sinopsis no lo dice explícitamente, 'El Maestro' o 'El Amo', ambas definiciones nos sirven, no es otro que el fundador de la polémica Iglesia de la Cienciología, L. Ronald Hubbard, esa que tantos adeptos tiene en Hollywood, al que encarna el siempre magistral Philip Seymour Hoffman, que también colaboró con su amigo Anderson en la elaboración del guion.

La película narra los orígenes de la Cienciología, la creencia de la Dianética, en unos años 50 en los que muchos andaban perdidos tras las desgracias y miserias de la II Guerra Mundial y necesitaban algo en lo que creer, aunque la crítica no sea todo lo feroz que cabría esperar contra ella. Además, Anderson se cuida muy mucho de ser demasiado explícito y así evitar posibles problemas legales con lo que para muchos, sobre todo en Europa, solo es una secta con ánimo de lucro.

El perdido no es otro que un reaparecido Joaquin Phoenix, que interioriza el papel de alcohólico, desorientado y fracasado en la vida como nadie, aunque a veces roza el histrionismo. "Le he estado pidiendo durante doce años que apareciera en mis películas y él siempre ha tenido un motivo para no hacerlo. Le estoy muy agradecido de que esta vez haya dicho que sí", confiesa el director.

El personaje de Freddie es el perfecto "conejillo de indias" -como llega a definirse en la película- para que El Maestro experimente sus técnicas de auditación para 'curar' las enfermedades mentales, a la vez que su protegido y casi esclavo. Mientras que Freddie encuentra Lancaster Dodd la figura paterna y el líder que necesita para intentar poner un poco de orden en su vida, a cambio se convierte en su mamporrero que acalla a los críticos con los dogmas de El Maestro a paliza limpia.

Para el director, la película es "una historia de amor entre dos hombres", y, como en toda historia de amor, también hay desengaños -la secuencia del calabozo, en la que Phoenix destroza a patadas una retrete que no era precisamente de atrezo, es una de las más potentes del filme-. Entre ambos protagonistas, una genial Amy Adams cuyo personaje ejerce, paradójicamente, una enorme influencia sobre El Maestro.

Una delicia visual

Con The Master, el siempre alabado por la crítica Anderson demuestra que está un escalón por encima del común de los mortales directores de Hollywood y que es capaz de hacer lo que le da la gana sin importarle lo que le interesa al público, como demuestran las flojas cifras de taquilla en Estados Unidos.

Visualmente, la cinta es una delicia y está rodada en 65 mm -hacía 16 años que no se utilizaba esta técnica, por otro lado mucho más cara- para conseguir "un aspecto muy fiel a la época, con los tonos vibrantes y las texturas de los clásicos de los años cincuenta".

En su trama, la película es intensa, muy intensa, a ratos opaca y requiere más de un visionado para asimilarla y una maduración y reflexión fuera de la sala. Pero, ¿no es eso acaso lo que requiere una obra maestra?