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China afronta el relevo de sus dirigentes en 2013 con un nuevo protagonismo internacional

  • Mantiene litigios territoriales con Japón y Vietnam
  • "China ha dejado atrás su perfil bajo", afirma el profesor Sean Golden
  • Las nuevas autoridades centrarán sus esfuerzos en la modernización

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Un hombre pasa con su bicicleta frente a un cartel de propaganda en la Plaza de Tiananmen de Pekín
Un hombre pasa con su bicicleta frente a un cartel de propaganda en la Plaza de Tiananmen de Pekín.

El pasado noviembre, China emitió un nuevo pasaporte que provocó inmediatamente las protestas de algunos de sus vecinos. Además de incorporar un chip informático, el documento incluía un mapa nacional que incluía como propios varios territorios en disputa. 

Durante 2012, Pekín ha incrementado las patrullas en el Mar de China y ha reforzado su marina de guerra, que ya cuenta con su primer portaviones.

Son señales de un protagonismo y una seguridad crecientes del gigante asiático, que quiere ocupar un lugar en la escena internacional acorde con su posición como segunda potencia económica mundial. Esta nueva actitud, que algunos llaman "nueva asertividad" de China en el exterior, está ocasionando numerosos roces.

"Cada vez más,  China quiere ejercer el poder que le da su peso en la economía global", explica, en declaraciones a RTVE.es, Sean Golden, profesor de Estudios de Asia Oriental en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) e investigador asociado del Centro de Estudios y Documentación Internacionales de la Ciudad Condal (CIDOB).

Durante 2013, China hará oficial el relevo en las estructuras del estado que se acordó en el Congreso del Partido Comunista (PCCh). Xi Jinping sustituirá a Hu Jintao como presidente del país en marzo.

"A comienzos del siglo XIX China era un imperio, hasta la intervención de las potencias extranjeras. Xi Jinping ha dicho que quiere recuperar el sueño chino", explica Golden.

Nuevo perfil internacional

Esta declaración de intenciones supone un cambio de perspectiva en la política de Pekín. "Hasta 2002 la política china era adoptar un perfil bajo y hacer aportaciones positivas. Pero a partir de ese año Hu Jintao empezó a hablar de que China debía recuperar su lugar", subraya Golden. 

"Han dejado atrás el perfil bajo y hablan de cómo convertir China en el país preeminente en el entorno mundial", añade.

Las aspiraciones de Pekín de recuperar el espacio que ha perdido desde el siglo XIX le han llevado a disputar islas con Vietnam y con Japón, sin olvidar que sigue considerando a Taiwan como una provincia rebelde. Las muestras de fervor nacionalista se han multiplicado en las calles durante este pasado año.

Esta nueva postura, sin embargo,  enfrenta a China con Estados Unidos, quien ha advertido a Pekín en varias ocasiones. China sigue siendo además el principal sostén de Corea del Norte, que ha provocado las iras de Washington en 2012 con el lanzamiento de un satélite artificial.

Las reclamaciones de China y la influencia de EE.UU. dificultan las posibles alianzas regionales, aunque se están haciendo esfuerzos de mayor cooperación económica. En la última cumbre de la ASEAN, China, Japón y Corea acordaron abrir las negociaciones para un tratado de libre comercio en 2013.

Sin llegar al enfrentamiento

Sean Golden cree, sin embargo, que el gigante de 1300 millones de habitantes necesita 20 años para modernizarse y resolver sus problemas internos, antes de arriesgarse a mantener un contencioso exterior.

"Están pensando en cómo evitar los problemas de la URSS. No quieren arruinarse en una carrera armamentística, están investigando la ciberguerra e invirtiendo en un programa espacial importante", afirma el profesor de la UAB. 

"No veo que China quiera usar su peso militar en los próximos 10 años - continúa - Pero sí su peso económico, para ampliar su influencia en el Banco Mundial o el FMI, por ejemplo, con alianzas Sur-Sur con países como Brasil".

Según Golden, la prioridad de las autoridades chinas son los negocios, no la guerra, ya que esta podría hacer realidad los peores temores de los jerarcas del PCCh. "Lo que da legimitidad al régimen es su capacidad de gestionar bien el crecimiento económico sostenido. Cualquier tipo de guerra solo haria daño a la economía, y una recesión podría disparar el descontento social".