Miguel Delibes, hombre de tierra adentro, fue marino durante la guerra civil, con 18 años
- La guerra civil era, para Delibes, el drama de Caín y Abel
- Su paso por la Armada inspiró Madera de héroe, escrita en 1987
- . El "Galatea”, su primer destino, tiene dos blogs y su primer libro
Delibes perteneció a esa abnegada y sacrificada generación de la posguerra. Además, y por razones de edad, le tocó vivir la guerra civil. En 1938 se alistó voluntario en la Marina que combatía contra la República.“Me horrorizaba la idea del cuerpo a cuerpo; la guerra en el mar era más despersonalizada; el blanco era un barco, un avión, nunca un hombre. Yo lo veía como un mal menor”, afirmó Delibes en TVE en 1987.
El "Galatea", primer destino
Aquella corta experiencia, apenas 20 meses en la Armada, formará parte de su bagaje personal y literario. Su primer destino, el "Galatea”, un barco mercante botado en Glasgow el 3 de diciembre de 1896 con el nombre de Glenlee y que España adquirió en 1922 para convertirlo en buque-escuela de la Marina.
“Delibes pasó 20 meses en la Marina franquista “
Este velero centenario, que apareció en la película Raza (1941), tiene dos blogs, uno de Jaume Matamala, y otro de Arminio Sánchez Mora, autor del libro El Galatea. Un guiño al pasado, recién publicado, y una próxima novela, Aleta de tiburón. Delibes forma parte de su historia, junto con otros marinos como José Castrillón Mesa, Miguel Gómez Ruiz, Alberto Vera Meizoso y Arminio Sánchez Mora, todos nostálgicos del “Galatea", su barco.
El "peludo" Delibes
El 8 de febrero de 1938 Delibes embarcó en el Buque- Escuela "Galatea", con base en El Ferrol. Su presencia imponía, sobre todo para un joven de tierra adentro, que se vería empequeñecido ante un palo mayor de 54 metros y 22 velas, con una superficie de 22.000 metros cuadrados
Delibes era un “peludo” o novato, sin privilegios ante los veteranos. Dormía en el suelo en un cuarto común (sollado), que servía también de comedor. No tenía derecho a gancho para colgar su coy (hamaca). Dormiría poco ante el trabajo extenuante que le tocaba día a dia. Además de las maniobras en los gavieros o juaneteros, tenía que baldear, cada dos o tres días, la cubierta, y enfrentarse a las temibles guardias, que eran tres de cuatro horas cada una: prima, media y alba, como en cualquier buque de guerra.
Las "mascadas"
Y por si esto no fuera poco tuvo que acostumbrarse a las “mascadas”, el vómito continuo, provocado por el movimiento de la cubierta bajo su pies.Existían otros inconvenientes.
“Invadidos por las ratas, las chinches, los piojos, las ladillas y las curianas“
“Estábamos invadidos por las ratas, las chinches, los piojos, las ladillas y las curianas",(cucaracha rubia de cafeteras) éstas abundaban sin ningún tipo de rubor. Había tantas, que solían invadir las taquillas. A esto, hay que añadir el frío, el calor, los vientos, el hambre, la falta de agua dulce para el aseo personal, y el trato despiadado e inhumano de nuestros mandos”. Quien así habla es Gerardo Ureña Masa, marino como Delibes, pero que navegó en “El Galatea”, pero en los años cincuenta. Fue el héroe en la riada de Valencia de 1957.
“Hombres, arriba y abajo”
No conocemos cómo fue el bautismo de mar de Delibes. Tenemos, en cambio, el testimonio de un marinero de segunda, Gabriel Antonio Concepción, de La Palma, que pasó por el "Galatea” en 1941. Era voluntario como Delibes,. Hoy, a sus 90 años, sigue recordando aquella experiencia. "La Marina era por aquel entonces mucho más dura que la Legión. Realizábamos las maniobras descalzos, y con ropa de faena-es un decir-que consistía en una camisa y un pantalón corto. Por la mañana muy temprano formábamos en cubierta. Algunos compañeros no podían más, y se desmayaban exhaustos. Recuerdo perfectamente aquel frío intenso, y cómo nuestro `Galatea´ cabeceaba de babor y estribor. No he olvidado cómo se abrían los pies, y cómo en la cubierta quedaba marcado un hilillo de sangre, cuando formábamos”.
“La Marina era más dura que la Legión“
No había arnés ni otra medida de seguridad. Sólo una navaja bien dispuesta al cinto. Así trabajaban aquellos marinos de hierro, algunos, unos niños.“Yo no era muy alto, pero sí muy delgado y espigado”, nos sigue contando don Gabriel.” Era juanetero, a más de 30 metros de altura. No he olvidado las órdenes del contramaestre:`Gavieros y juaneteros, al pie de la jarcia, hombres, arriba y abajo´. Y todos, sin dudarlo, cumplíamos la misión asignada en el puesto que nos correspondía. `Gavieros y juaneteros, al pie de la jarcia, que por 5 duros y un chaquetón, un (marinero) nuevo´. Un chaquetón y cinco duros es lo que valía la vida de un marino en aquel entonces.
En el crucero "Canarias"
El 27 de abril de 1938 a Delibes les destinan al crucero “Canarias”, con base en Palma, que formaba parte de la llamada flota de bloqueo que tenía por misión cortar los suministros que llegaban por el Mediterráneo a la España republicana. A Delibes le destinaron a las baterías antiaéreas. Su número, el A377, es el mismo que llegará a tener el protagonista de Madera de héroe, Gervasio García de La Lastra.
La suerte o el destino le fue favorable. Su amigo, Luis María Ferrández, que tanto influyó para alistarse en la Marina, le tocó ir al “Baleares”, donde encontraría la muerte.
Condecorado
En la conmemoración del primer 18 de julio, se le concedió a Miguel Delibes la medalla de Campaña y la Cruz Roja por los servicios prestados. En mayo, unos meses antes de acabar la guerra civil, Delibes fue seleccionado para cursar en la Escuela Naval, carrera que no siguió. No tenía vocación. El día 31 de octubre de 1939 fue licenciado, regresando a Valladolid, su ciudad natal.
“Fue condecorado y propuesto para oficial“
Ingresó en la Escuela de Comercio. Tras finalizar esta carrera, inició la de Derecho y se matriculó en la Escuela de Artes y Oficios. En 1941 fue contratado como caricaturista en El Norte de Castilla, donde se publicó su primer artículo “El deporte de la caza mayor”. Delibes tenía 21 años.
El regreso al “Galatea”
En los años 70 Delibes es ya un escritor reconocido. Estaba de moda y era de buen tono leer sus obras. Por aquellos años, su hija Elisa recuerda todavía un viaje con sus padres y hermanos por el norte de España.Llegaron al Ferrol, donde estaba atracado como un pontón “El Buque Escuela Galatea”.
Delibes quiso ver el barco, y logró subir hasta la cubierta. Podemos imaginarnos la escena. Delibes se quedó en silencio, absorto con los recuerdos que le traían aquel barco de su adolescencia. Un momento que sus hijos y su mujer supieron respetar sin duda.
La guerra civil, conflicto generacional
Penas y alegrías se cruzarían en su camino los setenta. En 1975, leyó su discurso como académico de la Española,” El sentido del progreso desde mi obra”. En 1974 moría su mujer Ángeles de Castro, una pena de la que no se recuperaría.
Y en el trasfondo, la guerra civil, que marcó a todos los de su generación. "Yo lo que he tratado de hacer ha sido presentarla como la típica guerra fratricida: el drama de Caín y Abel".
Los “muñones del alma”
En 1987 se presentó su primer novela larga, Madera de héroe, Es su obra más autobiográfica. En TVE aclaró que no pretendía hacer una novela sobre la guerra civil, sino la crónica de unos personajes que se ven envueltos en ella.
”Si fuera posible hacer un estudio médico de las personas que participamos en aquella terrible guerra, resultaría que los mutilados psíquicos somos bastantes más que los mutilados físicos que airean sus muñones”. Así lo afirmó en TVE.
“La guerra dejó más mutilados psíquicos que físicos“
Delibes ignoraba el triste final de “El Galatea”, el barco en el que pasó su mili. Se encontraba en Sevilla, a la espera de ser convertido en centro de comunicaciones de la Expo, un proyecto que nunca se realizó. El velero histórico, que bordeó en 16 ocasiones el Cabo de Hornos, "el infierno" de los marinos, quedó como una chatarra inservible y alojamiento de los sin techo. El barco que superó dos guerras mundiales y la contienda civil española sucumbía sin remedio por la desidia hasta que la Armada decidió reflotarlo y subastarlo.
En 1992 lo compró la localidad de Glasgow en pública subasta por 40.000 euros, reunidos mediante suscripción popular. Róterdam fue hasta final un duro rival para hacerse con este histórico velero.
El “Galatea”, al final del camino
En 2006 los Reyes visitaron en su domicilio de Valladolid a Miguel Delibes, Charlaron durante media hora de los nietos, la caza y los libros. El escritor estaba muy enfermo por un cáncer de colón que le diagnosticaron en 1998, el año en el que terminaron los trabajos de restauración del “Galatea” en Glasgow.
En 2008 Delibes recibió una carta inesperada de un marino del “Galatea”. Se llamaba Jesús Aguirre González, y era de la misma quinta de Delibes. Y en su carta le preguntaba si alguna vez coincidieron en el duro bregar de la mar. Y le daba pistas, por si el nombre no le decía nada. “En el Galatea tenía el número 202, y estaba en el rancho con el cabo Otero, un marinero bastante mayor que tenía un hijo en el mismo rancho de nuestra edad (18 años)”.
“Hace 70 años de aquella lucha fatal“
Delibes contesta en el mismo una respuesta apresurada, rápida, y con un ligero temblor. “Yo estuve un año en `El Canarias´, pero apenas recuerdo el nombre de los compañeros más afines. Lo siento. En todo caso hace ya 70 años de aquella lucha fatal. Un saludo afectuoso”. Fue uno de sus últimos escritos
El Velero
Dos años después, el día 12 de marzo de 2010, a los 89 años, moriría Delibes, tal vez para emprender otras rutas, otras navegaciones por el mar de la eternidad. Su “Galatea”, bautizado como "Glenlee”, permanecía ya definitivamente amarrado en Glasgow, convertido en museo flotante y sin un recuerdo del paso de Delibes. Es para los escoceses y los turistas “El velero”, “The Tall Ship", pues no hay otro igual.