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París apuesta por la belleza de lo imperfecto

  • Watanabe, Demeulemeester y Margiela crean nuevas reglas de estilo
  • Gaultier y Yamamoto juegan con la ambiguedad y rompen las normas

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Uno de los modelos del desfile de Yohji Yamamoto celebrado en París.
Uno de los modelos del desfile de Yohji Yamamoto celebrado en París.

En las pasarelas de Milán abundan los chicos guapos, efebos que venden carne y ropa de marca para seducir a jóvenes, y a adultos con complejo de Peter Pan, que quieren ser como ellos o acostarse con ellos. En París es distinto, o al menos lo está siendo hasta ahora.

En los desfiles vemos a hombres maduros, barbudos desgarbados, albinos, negros, altos, bajos, un abanico grande de gentes con las que puedes llegar a identificarte. En Maison Martin Margiela llaman la atención por sus largas cabelleras o sus calvas; poco más, el resto del protagonismo se lo lleva la ropa.

La casa, teniendo en cuenta ese abanico de personalidades, propone distintas siluetas y diferentes patrones. Hay pantalones estrechos y otros de campana, cazadoras perfecto de cuero y otras de borreguillo, abrigos de paño y otros de astracán, siempre en tonos tradicionalmente llamados masculinos y con una gran variedad de largos y anchos.

La pieza clave de la colección es la capa que vemos en estilo rockero como una nueva versión de la “perfecto” o en patchwork de pieles; en cuanto a los complementos es la bufanda, cálida y elegante, la que gana.

Fina estampa

Anna Demeulemeester dibuja una silueta esbelta y alargada que se viste con chaquetas entalladas, pantalones estrechos y botas de caña alta de cordones, casi todo en color negro.

Este color tiñe toda la colección dejando huecos a blancos, grises y azules. Pocos colores, pero que ofrecen distintas tonalidades gracias a la gran cantidad de tejidos diferentes que la belga utiliza.

Las prendas se superponen con gracia creando “looks multicapa” compuestos de camisa, chaleco, chaqueta y abrigo, éste a veces sin mangas. Un aire romántico recorre la colección que lleva grandes lazos alrededor del cuello, camisas blancas y capas, prenda que crea juegos de sombras al caminar y enfatiza ese perfil poético de caballero andante, de caminante sin rumbo fijo.

Pobres de luxe

En decoración triunfa el estilo “arte povera” y ahora lo vemos en la pasarela de Junya Watanabe. El diseñador crea outfits con superposición de prendas acolchadas, como un chaleco sobre un abrigo, y propone chaquetas patchwork que van cuajadas de parches a modo de remiendos.

Parches vemos también en los pantalones vaqueros, que hoy resulta raro ver porque parecen desterrados de las pasarelas. El diseñador los propone con el bajo por encima del tobillo y con tirantes, buscando ese look “vagabundo”.

Grises y marrones, sin fuerza ni personalidad, colorean con la clara misión de intentar que la prenda pase desapercibida para que aterrice en el cuerpo con la única intención de vestir.

Desayunos elegantes

Mi ovación para Dries Van Noten y su propuesta cálida, cómoda y versátil. La colección se titula The Morning After y habla de esos momentos tras una noche salvaje o del relax de un desayuno en la cama.

Azules y camel se mezclan, una vez más, en el armario del belga que mezcla estampados Paisley (de paramecios) con rayas y cuadros, manteniendo siempre ese un estilo relajado pero añadiendo un toque sensual. Ayudan las texturas amables como lanas, jacquards de sedas y cashemere, que llevan jerseys, camisas y pantalones.

Los abrigos se despegan del cuerpo mientas las prendas-batín se abrazan a él. La cazadora se vuelve imprescindible, el punto tiene un diseño relajado e informal y la mochila lucha por destronar al ya imprescindible bolso.

Sin límites

La moda es cultura y también un lenguaje. En su nueva colección, Jean Paul Gaultier habla de cambios sociales, de nuevos hábitos y de consumo. Su desfile fue una performance sobre un fondo de neón violeta en la que los modelos se desvestían para mostrar otras prendas o mostraban la doble funcionalidad de otras gracias a las cremalleras. Así, por ejemplo, un abrigo largo se convierte en una cazadora.

Casi todas las prendas juegan a travestirse y vemos una chaqueta de botones con patrón de jersey o un mono de cuerpo entero con look de traje. Juegos visuales que invitan a la reflexión y a abrir la mente a nuevas experiencias.

Al hilo, vimos al modelo Andrej Péjic que tan pronto desfile con ropa de hombre como lo hace con diseños de mujer, e incluso novia. Salió con sastre, en un look masculino, y también con diseños de ropa interior de estilo retro. ¿Morbo? No, moda.

De la falda al mono

Muy en la onda de Gaultier se ha expresado el gran Yohji Yamamoto. La falda es la prenda fetiche de esta colección que marca una nueva dirección en la aventura del vestuario masculino.

Toda la propuesta respira tranquilidad, sosiego y comodidad. Los abrigos, XXL, llegan enormes solapas; las prendas en punto, abrigos y jerséis, lucen estampados salvajes; y, aunque lo vimos en septiembre, el mono pide a gritos ser el must de la nueva temporada.

Más comercial ha sido la propuesta de Viktor&Rolf que huye de efectos visuales y patrones complejos para vestir a un hombre urbano con los colores de la ciudad.

Otros desfiles de la semana de la moda masculina de París: Mick Jagger inspira a los diseñadores de París. Un huevo hombre invade las pasarelas de París.