Las diosas abandonan Versace para abrazar a Zuhair Murad
Las diosas del Olimpo han abandonado el templo de Versace para abrazar a el de Zuhair Murad. El libanés, menos famoso que Elie Saab, triunfa en las alfombras rojas y ahora pretende hacerlo en París, buscando el favor de esa mujer de gustos barrocos que gusta vender sensualidad y riqueza.
Si en la colección de costura anterior vimos una gran variedad de colores intensos y mucho negro en esta destaca la tiranía del oro y del blanco que bañan casi todas las salidas. El resto, pocas, se visten de plata, azul porcelana, maquillaje o visón.
En oro se bordan o estampan motivos decorativos y flores, como le gustaba hacer al añorado Gianni. Vemos vestidos de adornos estructurados en un mismo estilo que van mutando al cambiar el largo de la falda, el escote, la tonalidad, o al admitir pinceladas en negro.
Junto a los vestidos-diosa, inspiración en la fantasía de la Roma clásica, vemos monos con pantalón corto, bodys en plata vintage y abrigos de ricos tejidos cuajados de bordados. Las plumas de las capas del César y el laurel de su corona destacan en la pasarela con arrogancia, haciendo gala de su poder.
Murad es uno de los más reclamados en Hollywood. Suyo era el comentadísimo vestido nude con transparencias que Kristen Stwart llevó al estreno de su nueva película en Los Ángeles. El libanés viste por igual a jóvenes estrellas como Taylor Swift, sensuales latinas como Jennifer López o elegantes y glamurosas francesitas como Marion Cotillard.
A la sombra de Valentino
La fiebre por la jardinera sigue arrasando en París y ahora son los italianos, Maria Grazia Chiuri y Piccioli Pierpaolo, directores creativos de la casa Valentino, quienes ofrecen su particular visión de un carmen. Lo hacen fijándose en las flores pero también en la arquitectura de estos espacios lúdicos y de ocio.
El desfile comienza con un vestido en tul de seda de color nude que va bordado con una filigrana que formas ribetes decorativos y que recuerda a las puertas de los jardines, un trabajo realizado envolviendo fibras de lana con 220 metros de seda. Un motivo que se repite, esta vez en negro, en una capa elegante y absolutamente moderna.
Después de esto, poco más. La parte central del desfile es un catálogo aburrido e innecesario de vestidos sosos, ideas repetidas y colores tristes. Destacan, por su fealdad, vestidos con transparencias cubiertos con tiras de volantes y otros en gris verdoso con un volante sobre uno de los hombros que ya ha dejado de hacer hasta Alberta Ferretti.
Elegancia descafeinada y sin azúcar
Los bostezos aumentaron con una serie de salidas en tonos crema que recuerdan a los vestiditos que las niñas llevaban, entre lágrimas, cuando hacían la comunión allá por los años 70; también a algunos de Estibaliz, la de Sergio. “Tú volverás”, cantaba en Eurovisión y esa visión fatídica se ha materializado ahora.
El desfile, en palabras de los diseñadores, pretende conjugar delicadeza, naturaleza, arquitectura y belleza para conseguir un look atemporal, pero no lo consiguen. La propuesta navega entre la revisión de algunos clásicos de la firma y las tímidas, y fatídicas, aportaciones de los italianos.
"Queremos describir la bella artesanía de alta costura, pero sin que se sienta el esfuerzo que se precisa para realizarla, contaba Piccioli.
El "rojo" más deseado
El vestido rojo, símbolo de la casa y objeto de deseo por mujeres de todo el mundo, se presenta en diferentes versiones. Con escote palabra de honor, en corto o en largo; con juegos de superposiciones de tul plisado y encajes; y en lana con capa que esconde los brazos, quizá el mejor, por ese guiño al look de las vírgenes renacentistas.
Las flores se aplican o bordan en muchos vestidos. A veces formando tapices monocromáticos y otras un patchwork de pétalos que resulta encantador.
Valentino Garavani, retirado en 2007 se sentó en la primera fila y aplaudió con ganas “Hacen cosas fantásticas y tienen mucho entusiasmo”, dijo tras el desfile. “Es bueno para ellos y para mi nombre que sigue subiendo, subiendo, subiendo y subiendo”. Es fácil disimular cuando de la cara se ha borrado toda la expresión.
Margiela y Van Herpen, tecnología y experimentación
Después le tocó el turno a Maison Martin Margiela. Su propuesta parece fría y deshilvanada pero esconde buenos trabajos de artesanía realizados con plumas. La tecnica del patchwork se emplea para sumar retales de distinto color, forma y textura que crean llamativas prendas. Destacan los reflejos art decó, los metalizados vintage y las líneas relajadas que aportan movimiento a los vestidos de coctel.
Iris Van Herpen ha debutado en la alta costura con una colección futurista y osada. La holandesa ha trabajado con artistas de la impresión 3D y la arquitectura para crear vestidos-escultura que mezclan materiales de distinta naturaleza que aportan volumen y movimiento.
Las prendas visten y envuelven el cuerpo como armaduras protectoras, siempre con formas orgánicas y guiños a la vida submarina.