"Los empresarios te contratan por dos duros porque hay mucha gente disponible"
- “No hay trabajo para nadie”, la frase que más se repite en la cola del paro
- España roza los seis millones de parados con una tasa que supera el 26%
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El paro, en cifras
Tasa de paro: 26,02%
Paro juvenil: 55,13%
Paro femenino: 26,55%
Paro masculino: 25,58%
Hogares en paro: 1.833.700
Empleos destruidos: 363.300
Población activa: 22.922.400
Fuente: EPA cuarto trimestreFuente: EPA cuarto trimestre
En la oficina del SEPE (Servicio Público de Empleo Estatal), el antiguo INEM del barrio de Moratalaz en Madrid, no hay un momento de respiro.
Durante toda la mañana hay un goteo sin tregua de personas que acuden a “arreglar los papeles del paro” y engordan una estadística implacable que no parece tener fin en una crisis que se alarga a través del tiempo
En nuestro país, 5.965.400 personas no tienen trabajo y la tasa de paro alcanzaba el 26,02 % al cierre de 2012, según los últimos datos de la Encuesta de Población Activa que se han conocido este jueves.
Los datos son especialmente negativos para las familias, ya que el números de hogares con todos sus miembros en paro ha subido hasta situarse en 1.833.700 desempleados.
Tras la frialdad de las cifras, emerge el drama de miles de personas encarnado en la mirada perdida de Juan Luis, de 45 años, con un hogar donde todos sus miembros están sin trabajo; o en la desesperación de Roberto, que ya ha agotado la prestación y teme “que le quiten la casa”. Ellos son algunos de los rostros del paro en España.
“Lo que más me desmoraliza es que no se ve movimiento”
Juan Luis Corrales tiene 45 años, está casado, tiene dos hijos y lleva un año desempleado. En el hogar de este dependiente de recambios de automóvil todos están en paro y viven con los 800 euros que cobra de prestación.
Le desmoraliza la falta de movimiento en el mercado laboral y aunque cree que al final “encontrará algo”, piensa que su edad puede jugar en contra.
“Pago la manutención de mis hijos pidiendo a amigos y familia”
“Tenía mi propio taller de carpintería y tuve que cerrarlo”, cuenta Roberto Jiménez, ante la puerta del SEPE. Este autónomo y padre de dos hijos no cobra ningún tipo de ayuda y sobrevive gracias a la solidaridad de familiares y amigos.
Reitera que por más que busca “no hay trabajo para nadie” y su mayor preocupación es alejar la sombra del desahucio.Tiene una hipoteca “de más de 1.000 euros” que ahora paga su exmujer con un empleo temporal hasta junio.
“Prefiero trabajar de camarera en Inglaterra que estar parada en España”
Laura Sanz acompaña a su padre Agustín “al INEM” para echarle un mano con el papeleo. Tras más de cuatro décadas de vida laboral el cabeza de familia de 62 años está en la calle por la quiebra de su empresa. Agustín cobrará el paro hasta poder jubilarse.
Laura, de 34 años, lleva más de tres sin ocupación estable. Se plantea volver a emplearse de camarera en Inglaterra para no depender de su familia para todo: “ya no me llaman ni de los cursos”, afirma esta joven licenciada en Historia del Arte.
“Estoy harto de ampliar los estudios lo que quiero es trabajar”
Gabriel Álvarez, de 26 años, se considera afortunado. Ha trabajado dos años seguidos, después de estudiar para realizador de televisión. Ahora se plantea seguir formándose ante un panorama del que no se vislumbra mejoría. Reconoce que sus padres le animan para que no tire la toalla aunque los “jóvenes y los mayores de 50 lo tenemos más difícil”.
“He tenido contratos de dos y tres días”
Los recortes en la administración pública han afectado de lleno a Emilia Rodríguez, administrativa de 40 años y madre de dos hijas: “Llevaba 15 años encadenando contratos como interina pero ya lo han cortado”, cuenta.
Cree que los empresarios se aprovechan de la situación y fomentan la precariedad. “He tenido contratos de dos y tres días” recuerda serena esta mujer que ahora “sale y entra del paro”. Afirma que seguirá luchando por sus hijas, aunque los niños se dan cuenta de todo y ven como gente que ellos conocen “no tienen ni para comer”.
“Quiero volver a Rumanía pero me quedo por mi hija”
Tras 16 años en España, Ivana Burcei se plantea el retorno a su país natal, Rumanía. Comparte piso con otros cuatro compatriotas y tras agotar el paro viene a solicitar “los 400 euros”.
Su último trabajo fue en una farmacia de donde fue despedida porque “las cosas no iban bien”. Asegura convencida que por ser inmigrante “lo tiene peor” aunque “hay que tirar para adelante porque todo depende de los políticos”, apunta.
“Creo que a largo plazo mejoraré mi situación”
“He trabajado de administrativa, de cajera, hasta en un barco de camarera”, recuerda con media sonrisa Susana Molina sobre el devenir de su vida laboral.
Ha vuelto al paro tras haber trabajado diez meses de cajera; su marido, conductor de camiones, también está desempleado. A pesar de que la perspectiva de futuro es negativa, mantiene el optimismo: “creo que a largo plazo mejoraré mi situación porque siempre me he buscado la vida”.
“He pasado de directivo a parado”
Alberto Fernández, de 42 años, trabajaba hasta hace una semana como director de operaciones en una multinacional.
Los ajustes en su empresa, donde se han integrado varios departamentos “para ahorrar” han acabado con su puesto. Se siente algo desorientado ante su nueva situación porque llevaba sin parar “desde los 19 años”. Cree que ahora para remontar “deberá tirar de contactos”.