Santa María entierra a su jóvenes muertos en el incendio: "Podía haber sido cualquiera"
- Medio centenar de víctimas del incendio en la discoteca serán enterradas hoy
- El último saldo es del 231 muertos y 79 personas hospitalizadas
- La localidad brasileña, conmocionada, se ha volcado con los familiares
En medio de un ambiente de conmoción, en la ciudad brasileña de Santa María han comenzado a recibir sepultura este lunes las víctimas del incendio de la discoteca Kiss, que en la madrugada del domingo causó 231 muertos y al menos 112 heridos.
En el Cementerio Ecuménico Municipal y al Parque Jardín Santa Rita se han congregado esta mañana los familiares, amigos y compañeros de estudio de los jóvenes fallecidos para darles su último adiós.
Una de las primeras víctimas a la que se dio sepultura fue Tanise Lopes Cielo, en cuyo féretro se había colocado un ramo de flores y una fotografía de la joven. Dos mujeres permanecieron hasta el último instante llorando abrazadas al féretro de Tanise, en medio del silencio de los presentes.
Muchos de los fallecidos son estudiantes de distintas facultades de la Universidad Federal de Santa María (UFSM), que celebraban una fiesta de integración en la discoteca siniestrada. La UFSM es una de las ocho universidades de esta ciudad de 261.000 habitantes, de los cuales más del 10% son estudiantes de educación superior. Entre los fallecidos hay también ocho militares, al parecer pertenecientes a la base que la Fuerza Aérea tiene en Santa María.
Las familias piden intimidad
Grupos de personas, muchos de ellos jóvenes universitarios como la mayoría de las víctimas, acompañaban a los ataúdes en su llegada al camposanto donde, según informaciones de las autoridades, serán inhumados 34 cadáveres.
En la puerta del cementerio la madre de uno de los fallecidos ha pedido a los cámaras de televisión que se abstuviesen de grabar las dolorosas escenas, y poco después el pariente de otra víctima increpó y empujó a uno de ellos que seguía tomando imágenes.
La mayoría de los muertos serán sepultados en Santa María pero también en otras ciudades vecinas de donde eran oriundos algunos de los jóvenes.
La alcaldía de Santa María se hará cargo del traslado de quienes no tengan recursos para llevar a sus seres queridos fallecidos hasta su lugar de origen.
La cifra de fallecidos fue rebajada durante la madrugada por las autoridades de 233 a 231, aunque todo indica que esta no será la definitiva. El ministro brasileño de Salud, Alexandre Padilha, ha informado que quedan 79 personas hospitalizadas en cuidados intensivos de un total de 112 lesionados. Cerca del 80% sufrieron una intoxicación por inhalación de humo y el 20% restante son heridos con quemaduras graves.
Sin consuelo
El Centro Deportivo Municipal, un complejo de gimnasio donde todavía descansan decenas de ataúdes, ha sido durante todo el día un bullicioso trajín de familiares y amigos, a los que se sumaron 500 voluntarios, entre ellos médicos, psicólogos, además de policías, militares, religiosos y periodistas.
"Sabemos que podía haber sido cualquiera de nosotros. No hay una persona que no esté estremecida en Santa María. Fue una cosa grave, sin explicación", afirma a Efe el doctor Cléber Lotes, un médico que acudió a trabajar como voluntario para atender a los familiares de posibles ataques de ansiedad o de caídas de tensión.
A la entrada del gimnasio, una interminable lista de nombres de fallecidos, actualizada a cada rato, recibía a los visitantes y daba la medida de la magnitud de lo ocurrido.
"Da miedo. Nunca pensamos que algo así ocurriera a la que gente que conocemos. Hoy he visto cómo enterraban a muchos de mis amigos, personas cercanas a mí. Vi a dos hermanos muertos, a hermanos enterrando a hermanos y ahora mismo me enteré de que otro de mis amigos ha fallecido", relata el joven Matheus Viegas a Reuters.
Todos los féretros tenían un cartel a los pies para identificar al difunto y sobre alguno de ellos había objetos personales, como un pingüino de peluche, fotografías o banderas de equipos de fútbol de la región, del Gremio y del Internacional de Porto Alegre, que este domingo cancelaron la jornada de liga en señal de luto.
Cadáveres sin reclamar
En las conversaciones íntimas, los parientes recomponían el rompecabezas de la madrugada del domingo, para tratar de entender cómo en escasos minutos las chispas de un espectáculo pirotécnico en el escenario se propagaron por toda la discoteca Kiss, convirtiéndose en una trampa mortal para la mayoría de los asistentes a una fiesta de universitarios.
La banda que provocó el incendio podría ser acusada de homicidio imprudente. El incendio comenzó cuando fue encendido en el palco un equipo de fuegos pirotécnicos conocido como "Lluvia de plata", cuyas chispas alcanzaron la espuma utilizada como aislante acústico en el techo del establecimiento. El pánico provocado por la rápida expansión de la humareda y las puertas cerradas por los vigilantes figuran entre las causas de la tragedia.
Un joven estudiante, Mattheus Dias, todavía con los ojos enrojecidos y cariacontecido, explica que le costará asimilar la tragedia, en la que él perdió una exnovia que "quería mucho" y a algunos conocidos.
La mayoría de los parientes y amigos más cercanos, sobrecogidos, declinaron a hablar con la prensa y muchos optaron por trasladar sus velatorios a lugares más íntimos, como iglesias o uno de los dos cementerios de la localidad, que permanecieron abiertos toda la noche.
Unas pocas decenas de cuerpos, identificados pero no reclamados por los familiares, que todavía no habían conseguido llegar a esta localidad a 290 kilómetros de Porto Alegre, pasaron la noche en la morgue instalada en otro pabellón del complejo deportivo al que solo tenía acceso la policía.