Una noche de etiqueta, chaladuras, tropiezos y reivindicaciones
- Maribel Verdú consigue su segundo Goya "muerta de calor" pero contenta
- Candela Peña afirma que llevarse un Goya es "una chaladura"
- El cambio de sede ha conllevado una organización más incómoda del evento
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A pesar de lo lluviosa y poco lucida que empezaba a ser la tarde, la alfombra roja de los Goya 2013 ha logrado dar el punto glamuroso a una gala que, si bien ha sido larga -como las demás-, ha resultado divertida y ha tenido, quizás menos de lo que se esperaba, un toque reivindicativo.
De la difícil situación que atraviesa el mundo del cine se ha empezado a oir hablar desde que los asistentes a la gala han pisado la alfombra poco antes de las ocho de la tarde. Eva Hache, una de las primeras en llegar, consideraba que la noche del cine español podía ser escenario de quejas de todo tipo. “La gente puede decir lo que quiera, por supuesto que sí”, afirmaba sonriente e ilusionada a pesar del esfuerzo de tener que conducir esta fiesta por segundo año consecutivo. “Es un gran esfuerzo, y ya sé que el año pasado dije que no iba a repetir, pero les gustó tanto como quedó que me han convencido este año también”, ha confesado a RTVE.es.
Actores como José Corbacho o José Sacristán también han mencionado los recortes, las subidas del IVA y demás agonías. “La gente del cine sufre la política al igual que el resto de los ciudadanos, así que por qué no quejarse”, ha dicho el primero. Sacristán, premiado como mejor actor protagonista, “nuevo en esto de los Goya”, según ha dicho, ha explicado que comparte "las preocupaciones" de todos sus compañeros, pero que prefería que el director de la Academia de Cine, Enrique González Macho, fuera la única voz. “Me parece absurdo que salgamos todos en cada premio a decir lo mismo”, ha subrayado.
Dejando aparte las inclemencias que sufre el sector, la usual quiniela se ha puesto en marcha mientras actores y actrices contaban a la prensa de quién eran los modelos que vestían. “Pues yo creo que voy de Hugo Boss”, ha dicho un despistado José Coronado que luego ha tenido que corregirse al verse la etiqueta de la chaqueta. “No, de Armand Basi”, reconocía riéndose. “Lo bueno de no estar nominado es que no te pones nada nervioso”, admitía. Y puestos a elegir, ha confesado que a él le “va” el thriller y que le ha encantado Grupo 7.
"Blancanieves será una película recurrente en nuestra memoria"
Poco después de Coronado llegaba Maribel Verdú, elegantísima con su vestido de Dior. “Ojalá José me entregue el Goya, porque reconozco que me gustaría llevármelo”, ha dicho. “Pero lo mejor de llevarme este premio, si lo consigo, es poder decirle a Pablo Berguer todo lo que llevo dentro”, ha añadido.
Otra actriz nominada por su trabajo en Blancanieves era Ángela Molina, que ha explicado a su llegada al recinto que no estaba nerviosa. “Si me lo dan, empezaré a agradecer, y tengo tanto que agradecer que no sé si podré acabar”, ha confesado poco antes de sentenciar que “Blancanieves es una película que será recurrente en nuestra memoria”. Razón no le faltaba, a tenor de lo que sucedía horas más tarde.
Pablo Berger, director de la cinta, admitía que todos decían que Blancanieves era la favorita, pero que él no se lo quería creer. “Me gusta la idea de que Blancanieves es como un partido de fútbol. Qué buen equipo hemos hecho”, ha afirmado cogido del brazo de Macarena García, también premiada con el Goya a la mejor actriz revelación.
Una de sus contrincantes era precisamente Carmina Barrios, que ha llegado a la alfombra roja reconociendo que se había tomado un orfidal antes de salir de casa pero que, pese a la calma que ello le comportaba, le dolía mucho el pie. Preguntada por los 3 premios a los que aspiraba su familia, ha dicho: “Yo creo que se lo lleva mi hijo Paco”. María León, su hija, agarrándose a su madre, expresaba lo bien que se sentía por pertenecer a “esta familia”.
Una de las últimas en aparecer por la alfombra ha sido Concha Velasco. “Estoy agotada, porque me he puesto unos taconazos para que no me arrastren los pantalones y no puedo con ellos”. A pesar de la incomodidad, la premiada con un Goya de honor ha insistido en que ha visto todas las películas nominadas. “Soy miembro de la Academia, la número 121, que conste”.
Los premiados, corriendo de unas salas a otras
Una vez que ha empezado la gala, los premiados iban desordenadamente de una sala de prensa a otra -cabezón en brazos- "en función de las peticiones que habían hecho los medios de comunicación", según se nos afirmaba a algunos. Y es que el cambio de sede ha implicado una peor organización en lo que al "movimiento" de galardonados se refiere. Resultaba complicadísimo adivinar la trayectoria que iban a seguir, lo que ha hecho posible que más de un periodista llegara casi a pisar los zapatos de Javier Bardem o del mismísimo González Macho, que cuando se ha asomado a una de las salas ha preguntado: "¿Nos habéis puesto ya a todos a parir?".
La aparición de Maribel Verdú ha sido una de las más celebradas. La actriz ha estado posando para los fotógrafos durante un buen tiempo, aunque no ha querido hablar mucho porque estaba "asada de calor". “¡Qué fuerte! La próxima vez que me nominen voy a pedir que lo dé José Coronado, porque mi primer Goya también me lo dio él”, ha comentado nada más ponerse a hablar en una sala abarrotada. Verdú, una de las que más ha criticado la situación actual en España, ha aclarado que la gala no estaba siendo "tan reivindicativa".
“La gente puede decir lo que quiera en una gala. Yo he sido una de las pocas que he dicho tres cosas bien claras, pero creo que la libertad de expresión es de cada ciudadano, de cada uno de nosotros. Y yo he querido decir que el sistema está mal, independientemente del gobierno que haya”.
Candela Peña, premiada por su papel en Una pistola en cada mano, ha quitado importancia a “esto de los premios”: Que la película no haya tenido más presencia es una chaladura, sí, pero es que esto de los premios es así. ¿O tú crees que yo merezco este Goya más que Ángela Molina?”. Lo imposible ha sido contestar.