Juanjo Oliva propone vestir costura en el salón de casa
- Juanjo Oliva viste a mujeres ajenas al protocolo
- Davidelfin y Arzuaga definen un nuevo concepto de elegancia
- Devota&Lomba y Ágatha Ruiz de la Prada reinterpretan sus estilos
Duyos ha subido al desván para buscar el viejo costurero. Dentro hay retales de los vestidos que las modistas hacían a medida a su tía y abuela, recuerdos de viajes y colores de postales de una España muy especial, la suya.
En la colección vemos vestidos de línea fuída, que bailan al caminar, y otros más estructurados. Destaca el uso de la napa como tejido. El diseñador la trata para que resulte ligera y suave, y la vemos en vestidos, pantalones y camisas. Su textura contrasta con otras. Vemos delicadas prendas en encaje de mohair, abrigos en lana con lúrex, vestidos en crêpe de seda con volantes… y en muchos casos con patrones inspirados en el cine de Buñuel o Berlanga.
De ellos también aprende. Duyos interpreta códigos e iconos de la cultura española: capas, zapatos con tacón de asta de toro, sombreros de aire cordobés en pelo de castor y prendas con deliciosos pliegues inspirados en los hábitos de Zurbarán. Delicioso.
AA, armadillos y arquitectura
La reina de los pliegues era Amaya Arzuaga… hasta ahora. La burgalesa, que presenta en Madrid su línea AA, abandona este motivo para presentar prendas más limpias, relajadas. Su tijera, en cambio, sigue inquieta y recorta siluetas inspiradas en el caparazón de un armadillo.
Arzuaga utiliza muy pocos colores. El negro es la base de toda la colección, en la que también entran un rojo y un verde billar, intensos, con personalidad. La burgalesa los propone en total look, o los combina en mayor o menor grado, en vestidos bicolor, en detalles.
Las siluetas se despegan, se busca el oversized, siempre en el reto de combinar sport urbano y costura. Algunas prendas piden caricias. Cazadoras y capas de cuero stretch, punto (ese punto que tanto nos gusta), fieltro. Amaya ha presentado también prendas para hombre, pocas pero con mensaje contundente: “viste, vive”.
Aires de ida y vuelta
Devota&Lomba, que también ha presentado hombre, viste a una mujer en blancos y negros, con topos, rayas y otros motivos geométricos. Las aspas de un molinillo de viento le llevan aires de los 80, y vemos ciertas prendas con lanas de textura envejecida y patrones vintage.
Lomba tan solo utiliza lanas y sedas, entre las que destaca la versión terciopelo en tono azul suave. También tienen importancia las prendas que muestran el revés de los tejidos, delicadas, solo para caprichosas. Caprichosos también son los cortes, las asimetrías, las solapas triangulares y el orden del desfile.
Desfile, entendido como manifestación artística y espectáculo, ha sido el de Ágatha Ruiz de la Prada. La creadora, otra superviviente, reinterpreta diseños como el vestido corazón que aparece ahora acolchado, o el vestido aro que hoy ha salido en versión muelle.
El color, siempre en tonos Ágatha, aporta un plus de vida a vestidos de noche en tejidos luxe, algunos recuerdan a Yves, a Sybilla o Pertegaz. Las modelos llevaban la cara tapada con una especie de pasamontañas con la zona de los ojos velada por un corazón de transparencias, que recuerda a David Delfín. Tanto como el vestido de retales blancos con el que ha cerrado el desfile.
El lujo de lo íntimo
Una mujer se viste con un exquisito vestido y unas joyas heredadas, se dirige al salón de su casa, pone música, se prepara un coctel y disfruta del momento. Sola. Como el personaje de Julianne Moore en Un Hombre Soltero, de Tom Ford.
Esta secuencia inspira a Juanjo Oliva para crear el vestuario de esta dama, una propuesta para vivirla en casa, en el sofá. La idea es reducir el estrés provocado por el “Ay, qué me pongo para la cena en el Ritz”, reducir la presión del protocolo.
Oliva tinta en falsos negros. Marino, morado, granate y botella dejan que un camel, diurno, salga con fuerza. La carta de colores se completa con verdes agua y rosas tocador, ideales en un vestido twint-set. Y es que el diseñador piensa en esas mujeres que de pronto viajan a países cálidos en enero y precisan de un vestuario crucero.
La comodidad, el lujo soft, es el plus de la colección, y se acentúa con prendas en tejidos ricos que no se arrugan, como un mono en seda que casi parece un pijama. Los zapatos llevan el tacón rebajado y se customizan con un estampado camuflaje o un barniz de cobre.
Todos los vestidos, de apariencia rígida, van estructurados pero no pesan; algunos incluso son elásticos, como una camiseta. Destacan por su elegancia los vestidos en una organza muy abierta, casi un mikado, coloreado en tono nacarado y que son un guiño nupcial.
El broche, aunque cada vestido era un broche de lujo, lo han puesto diseños en organza estampada que van forrados con tul. Especialmente bello ha sido uno que lleva escote palabra de honor a la caja y la falda más corta por delante para ver el calzado. Antes del desfile, hemos tenido unos momentos al bies con Oliva.
Alicia, siempre en el recuerdo
Davidelfín, que estuvo en el sofá de La Vida al Bies hace poco, nos adelantó algunos detalles de la colección y nos contó que echaba mucho de menos a su perrita, Alicia. A ella va dedicada la propuesta que se llama Missing.
Casi todas las salidas van en distintos tonos de blanco y tan solo vemos un look negro al final. El punto de partida es una prenda que se apoya sobre el cuerpo, como queriendo congelar ese instante en el que nos probamos una prenda sobre lo que llevamos puesto para vernos en el espejo.
Vestidos y pantalones parecen, eso, colocados sobre otras prendas, siempre con un preciso trabajo de patronaje y costura. Todo está en su sitio, perfecto. Ella, Alicia, se merece lo mejor y David se lo hace saber; a ella y a nosotros. Como si quisiera contarle un cuento a su pequeña, el diseñador revisa el cuento de Lewis Carroll y toma prestados corazones y rosas que se pintan de rojo y se aplican en algunas prendas.
Vemos prendas muy urbanas, vestidos-sudadera y una nueva perfecto, que se mezclan con detalles de mercería, manualidades de abuela bordadas con cariño.
La consigna es contrastar y mezclar
Sara Coleman es una entusiasta de lo artesano, de lo natural y de la moda real. Su propuesta se protege de tendencias extremas, caducas, para llenar, año tras año, un armario sin estridencias.
Vestidos bicolor, para múltiples momentos, se cruzan en la pasarela con otros que muestran un perfecto equilibrio entre textura y forma. El azul noche marca la propuesta, y se mezcla con otros que juegan al contraste.
Mohair, lana y cashemere se tejen de forma irregular para dar una imagen rústica, auténtica, natural y con un aire abstracto. Lo vemos en cálidos abrigos, o en detalles, y también como un estampado sobre gasa.
Ion Fiz sigue la tónica de esta edición, marcada por los contraste. Su colección, Sui Géneris, se esmera en ofrecer diferentes ideas, creando un abanico de tendencias para una mujer muy sofisticada que sueña con la alta costura.
Vemos maxivestidos con maxicinturones y minifaldas; diseños con cristales o plumas, y looks de aire masculino. La línea se verticaliza para reducir el volumen sin perder fluidez y movimiento.
Sedas, lana y el imprescindible lúrex destacan en su bandera de tejidos, teñida de tonos tranquilos como crema, arena y perla, pero también de azul petróleo, marino, morado y negro.