'Amor' ganará un Oscar que 'No' merece
- La cinta austríaca de Michael Haneke es la favorita absoluta
- 'NO', del chileno Pablo Larraín eleva el nivel de la categoría
La candidatura a la mejor película de habla no inglesa siempre copa gran atención a nivel mundial. Es el hueco que Hollywood deja para que el cine no estadounidense tenga su espacio, un lugar para poner una pica en el Flandes de la fábrica de los sueños, Los Ángeles.
Pero este año, un austríaco con vocación de pope del cine europeo se ha colado en multitud de categorías, incluso en la de mejor película, premio que los académicos no le otorgarán y que compensarán eligiendo a la estremecedora Amor, de Michael Haneke, como mejor película de habla no inglesa.
El poder autoritario en No y Un asunto real
De las cinco finalistas (una de ellas no he tenido la oportunidad de verla, la canadiense War Witch) destaca el hecho de que dos nos hablan del poder, de cómo influir en él y de cómo derribar un sistema autoritario basado en el terror, por medio de la inteligencia. Se trata de la danesa Un asunto real y de la chilena No. Es significativo que ambas historias, separadas por doscientos cincuenta años tengan tanto en común con escenarios tan dispares como Dinamarca, en los albores de la Ilustración, y Chile en el preámbulo final de la dictadura de Pinochet.
Un asunto real nos habla de intrigas de palacio en una corte corrupta; de soberbia, de romances, de venganzas, de lo difícil que resulta separar intereses personales y generales, y de la cantidad de manipuladores que acechan, entre bastidores, a todo tipo de gobiernos para influir en las decisiones del poder.
En No se pone de manifiesto que nadie se imaginaba en 1988 que una campaña publicitaria que podría haber diseñado Coca-Cola fuera el primer peldaño para instaurar la democracia en Chile, tras quince años de dictadura de Pinochet. Pero así fue. Tan sorprendente como se puede ver en esta gran película de Pablo Larraín. Un brillantísimo título que analiza el poder del mensaje publicitario, su capacidad de asimilación por la población, y la necesidad de entusiasmar a la misma con estímulos positivos que derriben el miedo e insuflen la energía necesaria para vislumbrar un futuro mejor.
La noruega Kon-Tiki es otra de las finalistas. A muchos les sonara el título por el documental que ganó el oscar en 1951. Película y documental narran la aventura real de un grupo de científicos escandinavos empeñados en demostrar que el origen de la población de la Polinesia era sudamericano, y no asiático como se pensaba. Para hacerlo construyeron una balsa de troncos, como se hubiera hecho en esa época y en esa zona geográfica, e iniciaron una travesía de 8000 kilómetros. Bien narrada y construida, la película se adentra en la descripción del líder del proyecto, en su ambición por llevarlo a cabo y en el precio personal que paga por conseguirlo.
Haneke, favorito absoluto
En Amor, Haneke hurga en nuestra interior, como de costumbre, y retuerce el dedo dentro de nuestras entrañas para que saquemos a la luz y compartamos su generosa descripción del sentimiento más universal. La capacidad de Haneke de conmocionarnos con un cine absolutamente honesto es infinita. Muchos de los títulos de su filmografía son ajustados ensayos sociológicos sobre el presente en los que habita una crítica y un corolario moral. No se puede poner ni un solo pero a este título. Sin embargo, las elecciones sobre películas son subjetivas, y dependen mucho de un estado emocional. La elección entre Amor y No además de subjetiva es absurda: ¿qué tiene que ver temática y formalmente el Amor de Haneke con el No de Larraín? Nada, absolutamente nada. Si hay algo que tengo claro es que Amor ganará un Oscar que No merece.