Las rivales de Paco Delgado en los Oscar al mejor vestuario
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- Entrevista con Collen Atwood, nominada por Blancanieves, la leyenda del cazador
Anna Karenina
El vestuario corre a cargo de una Jacqueline Durran. Para ella es la tercera nominación tras las recibidas por Expiación. Más allá de la pasión y Orgullo y Prejuicio. La acción de Anna Karenina se centra a mediados del siglo XIX pero el realizador aconsejó a Durran que se acercara a moda de 1950. La figurinista aceptó encantada ya que en esos años la alta costura se inspiraba en décadas anteriores.
Las protagonistas de la película pertenecen a la aristocracia rusa que en esa época se vestía al gusto francés. Por eso revisaron los archivos de 1870 de las grandes casas de moda y además estudiaron dibujos de creadores posteriores como Dior o Balenciaga. Todo el vestuario desprende lujo, riqueza, coquetería y grandes dosis de sofisticación.
Está compuesto por 16 looks y cada uno de los vestidos llevó más de cuarenta horas de trabajo. Las joyas tienen un protagonismo especial y entre ellas llama la atención el collar de diamantes prestado por Chanel, un sueño de dos millones de dólares, que Keira Nightley luce tan solo en la escena del baile.
Lincoln
No se trata de la época más glamurosa de los EE.UU. pero Joanna Johnston ha hecho un gran trabajo de naturalismo y realismo. Las dos grandes estrellas de la cinta son el expresidente de EE.UU., interpretado por Day-Lewis y Mary Todd Field, su esposa. Él, alto y desgarbado, lleva trajes en tonos marrones y sombreros de copa negros. Ella, más bajita, luce brillantes vestidos con adornos de pasamanería, como flecos, encajes y florecillas.
Johnston encontró reliquias en antiguas tiendas y en talleres de sastres de Virginia, donde se rodó gran parte de la película. Todo el vestuario está al servicio de la historia y su deber es pasar desapercibido. Ella lo consigue, ya con crinolinas y una paleta de colores vintage recrea con naturalidad el armario de la época. Entre los colores clave de la película está el negro y la figurinista consigue dar diferentes tonalidades gracias a la compleja carta de tejidos.
Es la primera vez que logra una nominación pero su trabajo goza del reconocimiento de la industria y ha firmado el vestuario de películas como Forrest Gump, el Sexto Sentido, Love Actually, La Guerra de los Mundos, o Caballo de Batalla de Spielberg.
Blancanieves y la leyenda del cazador
Blancanieves suena a cuento, a final feliz y a color. Pero en esta versión destaca por los tonos oscuros, por el look dark y el gusto gótico. En este escenario encaja perfectamente la malvada madrastra interpretada por Charlize Theron. Ella es la protagonista indiscutible y su vestuario destaca por la grandiosidad y el espectáculo.
La creadora, Collen Atwood, es una de las grandes de Hollywood y tiene un currículo envidiable: 9 nominaciones y tres Oscar, conseguidos por Alicia en el País de las Maravillas, Memorias de una Geisha y Chicago. Atwood ha creado para Theron trajes de alta costura que, gracias a la magia del cine, se transforman en esculturas orgánicas, esqueletos con forma de insecto o pájaros.
Para Blancanieves, Kristen Steward, tuvo que olvidarse del típico vestido en blanco, azul y rojo para empezar de cero. Esta nueva heroína lleva armaduras y la diseñadora tuvo que lograr que las piezas parecieran pesadas corazas protectoras pero que, a la vez, fueran ligeras para permitir libertad de movimientos. Atwood viajó a Londres y a Estambul para comprar prendas artesanales, tejidos tintados a mano y piezas tejidas por manos expertas.
Mirror Mirror
Esta versión también es diferente, de entrada porque la madrastra es Julia Roberts. Lejos del estilo oscuro y tenebroso de Charlize Theron, Roberts viste diseños en rojo sangre y furia, dorados y blancos radiantes. Tonos que chocan con la carta de colores pastel que lleva la dulce Blancanieves.
La directora de vestuario, Eiko Ishioka, recibe esta nominación a título póstumo (murió en enero de 2012) y quizá esto podría jugar a su favor. Esta figurinista, ganadora del Oscar por Drácula de Bram Stoker, se inspiró en los patrones barrocos de los siglos XVI al XIX.
Los cuentos son fantasía, y fantasía en grandes dosis utilizó la figurinista para crear aparatosos vestidos, hasta 300, en colores brillantes para el resto del reparto. Destacan también los tocados hechos a mano y las mascaras utilizadas en el baile que se hicieron a mano reproduciendo caras de animales.