Cuatro candidatos para una Italia 'indignada'
- El cómico Beppe Grillo ha dado la sorpresa en la recta final de campaña
- Berlusconi y sus promesas populistas vuelven a tener opciones de ganar
- Monti, el candidato de la Unión Europea se ha desplomado en los sondeos
El centroizquierdista Bersani es el favorito pero no lo tendrá fácil
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Después de un año de tecnocracia, los italianos acuden a las urnas para elegir a un líder que les saque de una crisis vertiginosa y una escandalosa espiral de corrupción. Este es el panorama con el que los italianos votaron al inicio de los 90. Dos décadas después, la historia tristemente se parece. En 1996, una coalición de centroizquierda que lideraba los sondeos derrotó a Silvio Berlusconi. Hoy, el líder del Partido Demócrata, Pier Luigi Bersani espera emular a Romano Prodi.
Pero las elecciones italianas son impredecibles y siempre deparan alguna sorpresa. Esta vez la revelación de la campaña ha sido un ascendente Beppe Grillo, el cómico antisistema que, según los sondeos, puede capitalizar el voto de protesta. En las encuestas que manejan los partidos, su Movimiento Cinco Estrellas sería la segunda fuerza más votada, por detrás de Bersani y por delante del centroderecha de Berlusconi, dejando a un desdibujado Mario Monti en cuarta posición.
El tsunami de Beppe Grillo
Abarrotando plazas y respondiendo tweets, Grillo ha roto los esquemas tradicionales de las campañas electorales en Italia. Sin pisar un plató de televisión ni conceder una entrevista, ha llegado a cientos de miles de ciudadanos hartos de abusos y corrupción.
“Nos atacan, se mueren de miedo, saben que estamos obteniendo algo excepcional”, ha proclamado el humorista de 64 años, micrófono en mano, ante sus fervientes seguidores por todas las plazas del país.
Queda por ver si el tsunami tour se traduce en una marea de votos que puede hacer naufragar la nave de un hasta ahora insumergible Berlusconi.
La resurrección de Berlusconi
Il Cavaliere ha tirado de sus mejores armas, propuestas populistas y omnipresencia mediática, para recuperar todo el terreno perdido durante un año de batallas en los juzgados. Pero, a juzgar por los últimos sondeos publicados hace 15 días que le otorgaban un 26% de los votos, parece que sus corruptelas y escándalos sexuales no le pasarán factura en las urnas.
Berlusconi sabe cómo llegar (al bolsillo) de los italianos. Esta semana envió una carta con apariencia de "comunicado urgente de Hacienda" en la que explicaba a las familias cómo podrán recuperar el dinero pagado en 2012 por el impuesto sobre la vivienda habitual, una estrategia electoral que está siendo investigada por la Fiscalia de Roma por irregular. También ha prometido crear cuatro millones de puestos de trabajo.
Desde Bruselas y otras capitales europeas se siguen con atención y nerviosismo estas elecciones. Berlusconi ha culpado a Angela Merkel de haber acabado con su carrera. Su regreso es visto como una amenaza a la estabilidad de Italia y del euro.
“Si hay una cosa que no es Berlusconi, es el candidato aprobado por Merkel-Draghi-Lagarde. Y él espera que esto sea precisamente lo que le catapulte hasta la victoria”, señala Joe Weisenthal en el Business Insider.
Berlusconi ha acaparado todas las horas de las cadenas de televisión italianas con sus bromas de escaso gusto que aún le funcionan. Cabeza de lista de su coalición, ha llegado a un acuerdo con su socio, la Liga Norte, para no ser jefe de Gobierno si gana, sino titular de Economía. Inmunidad (judicial) y no poder es lo que se juega Il Cavaliere en estos comicios.
La metamorfosis de Monti
El que sí aspira a primer ministro aunque no vaya en las listas es Mario Monti. El reconocido excomisario europeo ya no viste piel de tecnócrata. Se ha reconvertido en político centrista y, aunque no va en las listas que llevan su nombre, “Elección Cívica, agenda de Monti por Italia”, porque ya es senador vitalicio y no puede optar a otro escaño, su figura es el principal reclamo de una coalición que, dadas las peculiaridades del sistema electoral y parlamentario italiano, puede ser la llave que permita gobernar al centroizquierda si no logra una mayoría amplia.
El candidato de la Unión Europea no cuaja entre los italianos. Un año de recortes y reformas descafeinadas han mantenido a raya la prima de riesgo, pero han minado la confianza en un político que llegó impuesto por Bruselas. Monti es, para Berlín y otras capitales europeas, la garantía de estabilidad pese a que las previsiones económicas de la Comisión difundidas este viernes demuestran que la receta de austeridad no funciona. El PIB de Italia caerá un 1% en 2013, el doble de lo estimado.
Algunos economistas advierten, en cambio, que sin Monti al timón la reacción de los mercados puede ser letal. “El miedo es que las elecciones produzcan un voto significativo de rechazo al actual plan de austeridad y a la necesidad de ir más allá con las reformas”, señala en Bloomberg Raj Badiani, economista jefe del IHS Global Insight para Italia. “Esto podría provocar un repunte inmediato en los rendimientos de los bonos tras las elecciones”.
El dilema de Bersani
Bersani y Monti han jugado al ratón y al gato en la recta final de la campaña. Ambos sugirieron al principio una alianza para frenar a Silvio Berlusconi, pero en los últimos días se han distanciado conscientes, quizás, de que esa unión de conveniencia podría espantar a los votantes más a la izquierda de la coalición de Bersani. El propio líder de Izquierda, Ecología y Libertad, Nichi Vendola, ha advertido que no pactará con el exbanquero.
Además de sus coqueteos y desplantes con Monti, el escándalo financiero en torno al banco Monte dei Paschi di Siena (MPS), ligado al Partido Demócrata, también amenaza con desmovilizar a un cada vez más desconcertado electorado de izquierdas.
“Una vez más tengo la sensación de que he votado no para poner a Italia en la senda correcta, sino para evitar un terrible desastre”, señala Daniela, una periodista italiana afincada en Bruselas, que ya ha votado por correo. “¿Cuándo seremos capaz de tener un buen líder?”, se pregunta.
“Matteo Renzi (el alcalde de Florencia derrotado por Bersani en las primarias del PD) habría sido el cambio en la buena dirección. Estoy segura de que hasta Merkel habría encontrado difícil resistirse a su inteligente y genial determinación”, asegura.
En manos de emigrantes e indecisos
El voto de los emigrantes, que deciden 12 escaños en la Cámara y 6 en el Senado, terminó siendo decisivo en las elecciones de 2006. Al igual que el de los indecisos. Al contrario que Daniela, un 30% de italianos, según las encuestas, no tiene decidido si votará ni a quién.
En Italia la abstención suele ser baja–en los últimos comicios alcanzó el máximo con un 19,6%- así que se espera que, al final, la mitad de los indecisos voten durante todo el domingo y el lunes hasta las tres de la tarde, si la apatía y decepción con su clase política (o el temporal de nieve en el norte) no les convencen de quedarse en casa. Y ya se sabe: en Italia todo puede pasar.