Josh Radnor: "Nuestra sociedad se centra en el futuro, que es una ilusión"
- El protagonista de Cómo conocí a vuestra madre dirige Amor y letras
- Una cinta independiente sobre la madurez con Elizabeth Olsen y Zac Efron
Cualquier sitio del que nunca sales es una cárcel. El diálogo de Amor y Letras bien puede valer para su actor, guionista y director: Josh Radnor. El protagonista de las ocho temporadas de la telecomedia Cómo conocí a vuestra madre escapa otra vez de la pequeña pantalla para dirigir su segunda película. Amor y letras se estrena el 15 de marzo en España tras su paso por Sundance y la Seminci durante 2012, y Radnor está en Madrid para presentar su pequeña historia de nostalgia universitaria, transición a la madurez y amor a la literatura.
"Trabajar en Como conocí a vuestra madre ha sido en algunas etapas muy claustrofóbico”, explica Radnor. “La televisión es interesante porque he interpretado el papel de Ted durante muchos años, así que hacer estas películas me ha dado esa sensación de libertad y de ser capaz de hacer otras cosas. Pero ya se acerca al final (este año grabará los últimos ocho episodios) así que puedo ver la luz al final del túnel. Además, ha sido divertido pero aun así es mucho tiempo para interpretar un personaje”.
HappyThankYouMorePlease (2010), su fresco debut en la dirección, obtuvo Premio del público a la mejor película en el Festival de Sundance de 2012. Con Amor y letras, Radnor consolida sus señas de identidad, es decir, historias sencillas y personales, con conflictos comunes a los young adult y el cine independiente estadounidense: relaciones de pareja y aceptación del paso del tiempo.
Radnor (38 años) interpreta a Jesse, un joven de treinta y tantos desencantado que regresa unos días a su antigua universidad donde comenzará a sentir atracción por una joven estudiante de 19 años que interpreta Elizabeth Olsen, la menor y más exitosa de las hermanas actrices. El punto de partida es indagar en el malestar generacional.
“Ves a esta persona que tiene mucha formación pero está muy triste. ¿Qué significa la felicidad? ¿Qué significa sabiduría?”, se pregunta el director. “Cuando empiezas a aprender de ti mismo, aprendes que tienes puntos oscuros y defectos”.
Sobre letras y notas
Como todo cine indie que se precie, aparecen las referencias culturales. Los personajes de Amor y letras se relacionan a través de sus filias musicales y aficiones lectoras, aunque Radnor evita los títulos reales de las trilogías vampíricas u obras maestras intensas que aparecen en la película.
“Me encanta la música clásica”, avanza Radnor sobre una des sus aficiones, proyectada en la película en forma de 6ª sinfonía de Beethoven sobre los paisajes urbanos de Manhattan. “Pero es difícil: hay libros que tienen mucho significado para mí, y no sé si tienen significado para otros, ni siquiera sé si tienen el mismo significado para mí ahora que cuando los leí. Cuando salió el disco O de Damien rice, sentía como si mi interior hubiera escrito esas canciones y ahora no es que no me guste, es que ya no se relaciona con lo que soy. Hay canciones, películas y músicas que nos golpean exactamente el momento justo”.
Entre esos libros, Radnor elige La broma infinita de David Foster Wallace. En la película, el personaje de una cínica y brillante profesora de literatura sugiere que el amor por el arte no nos salvará de nada. “Tengo teorías al respecto que no voy a compartir porque es mi propia historia”, desgrana Radnor. “No creo que la infelicidad de ese personaje tenga que ver con la literatura sino con asuntos personales. Está respirando fuego y tratando de herir todo lo que se encuentra. A veces la gente infeliz disfruta con la miseria de los demás”.
Eterna búsqueda de la felicidad
Al final todo se reduce a la simple aceptación de uno mismo. Un camino hacia la sabiduría que ilumina el personaje del reconvertido ídolo adolescente Zac Efron. “Es el personaje sabio de la película. Encuentre donde se encuentre, está siempre en su hogar. Ha superado algunos problemas y ha llegado a la conclusión que los problemas no existe, que los creamos nosotros. Es un personaje abierto de corazón, sincero, nunca irónico, y sabía que Zac tenía esas cualidades en él para interpretarlo”, sostiene.
¿Y cuál es la llave de la felicidad? “Lo que nos impide ser felices es que la mente no tiene una agenda sobre las cosas que deberíamos hacer o los lugares en los que deberíamos estar. Por eso me interesa la meditación y las prácticas espirituales, porque tratan de medir la mente y centrarnos en el presente. En nuestra sociedad se centra en el fututo, futuro, futuro. Pero es una ilusión porque el futuro no existe. Todo sucede en el presente”, afirma.
No depositar las esperanzas en el porvenir, y también de evitar la melancolía por el pasado, podría ser el resumen de Amor y letras. “No, yo ya no tengo nostalgia de la época universitaria”, afirma con seguridad. “Trato de hacer a mis personajes más aislados del mundo de lo que yo estoy, aunque a veces me sienta como un alien. Quizá me identificará más con él protagonista cuando tenía 27. Pero hay que tener cuidado al identificar porque no solo he escrito ese personaje, sino todos los de la película. El chico sabio y el chico perdido también son partes de mí”.