El 'poder popular' de Venezuela: las comunas que buscan el socialismo más allá de Chávez
- Unas 250 colectividades muy organizadas son un pilar de la revolución
- Asumen la gestión de servicios básicos sobre principios de sostenibilidad
- La descentralización se enfrenta a resistencias en el estado tradicional
El proceso revolucionario liderado por Hugo Chávez tiene su pilar más fuerte en las comunas, una forma de democracia directa a nivel local que financia el estado y que, independientemente del nuevo escenario tras el fallecimiento del presidente de Venezuela, pueden representar un papel clave en la política del país.
Las comunas, organizaciones de vecinos bastante desarrolladas y que han asumido servicios básicos, son la mayor expresión del famoso socialismo del siglo XXI que ha predicado el presidente venezolano desde que llegó al poder a finales de los años 90.
Pero su desarrollo, contemplado en diversas leyes, es lento -como suele ocurrir en cualquier proyecto de democracia directa, en el que cuenta la opinión de todas las personas-. De hecho, nada más ganar las elecciones presidenciales de octubre, Chávez criticó públicamente a su gabinete por no haber impulsado suficiente ese modelo. “Comuna o nada, o si no, ¿qué es lo que hacemos aquí?”, se preguntó durante un consejo de ministros en el que encargó a su delfín Nicolás Maduro impulsar el “poder popular”.
““Nicolás, te encomiendo esto como te encomendaría mi vida”“
“Nicolás, te encomiendo esto como te encomendaría mi vida”, le dijo en directo en la reunión televisada. Y eso que, paradójicamente, el desarrollo de las comunas debe restar peso a las estructuras tradicionales del estado y al propio líder.
Aunque hay un ministerio propio para ese fin (Ministerio del Poder Popular para las Comunas y Protección Social), la iniciativa corresponde obviamente a la sociedad.
Las comunas, esencia del poder popular
La forma más básica son los consejos comunales, asambleas de barrio en la que los vecinos se unen no solo para hacer reivindicaciones, sino para llevar a la práctica algunas de ellas. De esta forma, y más allá del simple apoyo mutuo, los colectivos crean desde bibliotecas o centros sociales, hasta proyectos complejos, como un ambulatorio. Para ello evalúan las necesidades propias, se organizan en comisiones de trabajo, presentan un proyecto y, si es “sostenible” y el beneficio revierte en la comunidad, este recibe financiación del estado [documento oficial sobre el procedimiento, en pdf].
Y es algo que va más allá del cooperativismo, la forma de producción más social dentro del capitalismo y que se favoreció mucho en Venezuela hasta 2008. “Las empresas que se generan son parte de la misma comunidad, no solo del grupito que las fomenta”, explica a RTVE.es el geógrafo venezolano Hernán Zamora.
“Tradicionalmente se seguía este esquema: me reúno, planifico y pido al gobierno que haga las infraestructuras. Con este sistema es diferente: me organizo para identificar necesidades y veo cómo, desde la actividad productiva, me incorporo a la resolución de esas necesidades”, explica el experto, que usa la primera persona del singular para destacar el protagonismo de todos los participantes.
El siguiente ámbito territorial del poder popular es la comuna, de las que hay unas 250 en todo el país. En cada una se reúnen voceros (portavoces) elegidos por los consejos comunales de cada barrio junto a otros colectivos (asociaciones culturales, deportivas, gremiales...) de ese territorio, normalmente una ciudad pequeña o una zona de una ciudad grande.
Un proyecto ejemplar: Ataroa
Es el caso de la comuna Ataroa, que reúne a medio centenar de consejos comunales del sur de Barquisimeto (la cuarta ciudad más grande de Venezuela) y otros tantos colectivos sociales, y donde, entre otras pequeñas empresas, se ha formado una de ladrillos (bloquera) que provee de material a las obras que se hacen en esos barrios.
Otros proyectos no entran en el terreno productivo, pero no son menos ambiciosos. Por ejemplo, la comuna ha asumido la gestión de un sistema de transporte urbano con ocho autobuses, o la de una televisión, Lara TV, en la que participa Gerardo Rojas, que explica a RTVE.es su trayectoria política hasta llegar a formar parte del Parlamento de Ataroa en nombre de ese colectivo.
Empezó a manifestarse cuando estudiaba secundaria a finales de los 80, en un momento de gran represión en el país (Caracazo) y de políticas liberales “que tenían al límite a la población”. Entonces montó una biblioteca con otros compañeros en su barrio, La Carusieña, donde había tradición de organización social, y el proyecto deriva en la creación de una radio comunitaria que, a finales de los 90, impulsa el debate ciudadano que Chávez plantea cuando llega al poder y plantea la redacción de una nueva constitución.
Desde entonces, la organización social "ha crecido en paralelo” al Gobierno socialista y “algunas comunidades han transformado totalmente su vida”, explica Rojas, que apela también a una “dinámica histórica en la que la gente resuelve naturalmente sus problemas”. Con todo, la experiencia no ha estado exenta de problemas internos y externos, pugnas por acaparar cierto poder, burocracia, y conflicto con otras instituciones del Estado.
El estado Lara, al que pertenece Barquisimeto, está gobernado por un exchavista, Henri Falcón. Desde las filas de la oposición, el rechazo al modelo es cada vez mayor. “Es importante que el país sepa que las comunas no son el pueblo organizado, sino mecanismos para que un partido político controle la vida de todo nuestro pueblo; y eso es ilegal”, dijo hace poco el excandidato presidencial Henrique Capriles. Sin embargo, la organización en consejos comunales es habitual también en barrios opositores.
En total, el Consejo Federal de Gobierno destina entre un 18 y 25% del PIB, procedente de los ingresos por el petróleo, a las iniciativas de sociedad civil, organizada en consejos comunales o a través de las instituciones tradicionales (alcaldías) y gobernaciones.
Con todo, en el hipotético caso de que la oposición se hiciera con el poder, el sistema no sería fácilmente reversible: más allá de derogar numerosas leyes, y de enfrentarse a unas comunidades muy politizadas, estaría el problema de la gestión de los servicios que estas han asumido y que el estado nunca había prestado allí. No en vano, algunas de estas personas no tenían ni carné identidad (ciudadanía) ni derechos de ningún tipo, ni siquiera educación.
"Yo no veo inviable la consolidación del estado comunal, pero sin duda alguna que es un poco difícil porque son procesos que no se decretan. Lo que seguro que va a haber es un gran esfuerzo para que esa meta se logre y, si no se logra, por lo menos se va aproximando”, ha dicho a Efe el politólogo Nicmer Evans, quien también alude al sitema como un "procedimiento generado naturalmente" por la tradición organizativa de la ciudadanía venezolana.
Las complejas relaciones institucionales
Para evitar duplicidades, las solicitudes de financiación se hacen a través de una misma aplicación informática. “No es lo eficiente que se desea, pero está empezando y ya hay experiencias muy interesantes”, afirma el doctor, que ha participado en proyectos gubernamentales en esta materia.
Se trata en definitiva de encontrar un equilibrio de competencias, que quizá haya encontrado su máxima expresión en Carora, también en Lara, donde la alcaldía ha cedido grandes atribuciones y recursos a la comuna. Una descentralización ejemplar que se estudia en otros países latinoamericanos.
Una anécdota puede explicar esta fase de “coexistencia medianamente pacífica”. Zamora cuenta que propuso a una funcionaria del Gobierno colgar en internet toda la información disponible para que las comunidades pudieran hacer la evaluación técnica de sus propios proyectos, con criterios profesionales; y que la empleada le respondió: “¿Y entonces cuál va a ser mi trabajo a partir de ahora?”
“Es la contradicción entre el Estado que hay y el que se quiere construir”, el ideal socialista, concluye. Un proceso que lleva 14 años en marcha, pero que tiene un largo camino por delante para cambiar una economía basada en el petróleo por otra sostenible y centrada en el bienestar.
Con Chávez o sin él, el proceso bolivariano se enfrenta al reto de desarrollar en paralelo, con sus choques y contradicciones, el estado socialista y el poder popular.