¿Por qué no tenemos pelo en el cuerpo como otros mámíferos?
- Los humanos somos los únicos primates sin pelo
- Desapareció para eliminar el exceso de calor
- Un efecto negativo de perder pelo: la exposición a los rayos solares
Los humanos somos los únicos primates que carecemos de una capa de pelo bien cubriente que aísla y protege. Lucimos una piel desnuda y frágil y de colores variados. ¿Cuándo y por qué nos convertimos en monos desnudos? La ciencia cree que perdimos el pelo para mantener la cabeza fría. Y no es una metáfora.
La antropóloga estadounidense Nina Jablonski, de la Universidad Estatal de Pensilvania es una estudiosa de la piel del ser humano. Según sus investigaciones perdimos el pelo cuando aparecieron los homínidos que por primera vez estiraron su curvado cuerpo y retiraron los nudillos del suelo para situarse sobre dos patas.
“La ciencia cree que perdimos el pelo para mantener la cabeza fría“
Sucedió en el África ecuatorial hace un par de millones de años con la aparición de los primeros homínidos que andaban erguidos, como el homo ergaster. Un cuerpo erguido era todo ventajas a la hora de conseguir alimento: era más amenazante para los depredadores y suponía menos superficie corporal expuesta a las altas temperaturas.
Así podían cazar en las horas centrales del día cuando los otros grandes depredadores están más inactivos y no suponían competencia. La evolución favoreció la pérdida de pelo para evitar el sobrecalentamiento corporal y pudieran correr en un entorno como aquel con los rayos de sol incidiendo con saña.
Maneras de eliminar el exceso de calor
Hay diversas maneras entre los mamíferos de eliminar el exceso de calor. Los perros jadean y los gatos se lamen para cubrir con saliva su pelo. Los caballos sudan y los primates también. El denominador común de todas ellas es que usan la evaporación del agua para eliminar el calor.
La piel humana es muy rica en glándulas sudoríparas, que producen una fina capa acuosa que se evapora usando el calor del cuerpo y el ambiente. Si tuviéramos una capa gruesa de pelo, como la mayoría de los mamíferos, se compactaría con la humedad e impediría la fuga adecuada de calor.
“Con la pérdida del pelo, las glándulas sudoríparas se multiplicaron y nos convertimos en prodigiosos sudadores”, explicaba esta experta en la última reunión anual de la Asociación Americana para el Progreso de la Ciencias celebrada hace un par de semanas en Boston.
Opinan diferente otros expertos, como Mark Pagel, de la Universidad de Reading y Walter Bodmer, del Hospital John Radcliffe en Oxford, ambos en Reino Unido. Ellos apuntan que los humanos perdimos el pelo para liberarnos de los parásitos como garrapatas y pulgas y las enfermedades que transmiten.
Inconvenientes de perder el pelo
Una de los efectos colaterales negativos de la pérdida de pelo fue la indefensión ante la radiación ultravioleta de los rayos solares. Por eso se cree que se conservó el pelo de la parte superior de la cabeza y evolucionó el color oscuro de la piel. En definitiva, los primeros humanos sin pelo eran negros. Luego, cuando los primeros humanos modernos salieron de África hace unos 70.000 años y comenzaron la expansión por todo el planeta, se diversificaron los colores de la piel.
Hoy tenemos la piel de diferentes tonalidades según la zona geográfica de dónde seamos nativos. Por ejemplo, los pueblos de las zonas cercanas al ecuador tienen la piel oscura y los que son de cerca de los polos, clara o muy clara. Tenemos una variedad de tonalidades que van desde el marrón más oscuro, casi negro, al blanco prácticamente transparente.
¿Por qué existen distintos tonos de piel?
La teoría más aceptada para explicar las diferentes tonalidades de nuestra piel tiene que ver con la vitamina D. La vitamina D es fundamental para absorber el calcio y que éste se pueda depositar en los huesos y para que eso mismo suceda en un feto cuando la mujer está embarazada. Así que para que estemos sanos y la reproducción tenga éxito es necesario tener unos correctos niveles de vitamina D. Ni bajos, ni altos porque demasiada vitamina D es tóxica.
Para que la vitamina D pueda ejercer su función -fijar el calcio en los huesos- necesita luz ultravioleta. Así, las personas que viven en zonas donde hay mucha luz, tienen la piel es oscura para evitar, con melanina, que demasiados rayos ultravioletas incidan sobre su piel y produzcan más vitamina D de la necesaria.
Todo lo contrario sucede en las zonas del planeta donde hay poca luz. Allí, los humanos han de aprovechar cada pequeño rayo de luz, por eso su piel es tan blanca.
Hay una excepción en los habitantes de zonas con poca luz, los esquimales. Esta raza tiene la piel oscura pero vive en los polos. Es porque ellos, a través de la dieta tan rica en pescado, están más que surtidos de vitamina D.