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La Moda Imposible: innovación, riesgo y ruptura

  • El Museo del Traje expone 55 conjuntos transgresores que hicieron historia
  • La exposición puede visitarse hasta el 16 de junio de 2013
  • Décadas de historia con los diseños de Rabanne, Valentino, Mugler, Arzuaga o Davidelfin

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La-Moda-Imposible. En el Museo-del-Traje hasta el 16 de junio de 2013.

Resulta curioso, y un tanto cómico, que esta exposición se titule La Moda Imposible. Y es que cuando la recorres te encuentras con prendas que bien podrían estar en los escaparates de las tiendas en los que nos detenemos cada día. Hoy.

En los años 50 y 60, estas piezas escandalizaron, asombraron y enamoraron a las jóvenes de aquellas épocas. Unas, por el patrón; otras, por el color; y otras, por el material del que estaban confeccionadas. En esta muestra se pueden contemplar 55 conjuntos que un día llamaron la atención por innovadores, arriesgados o novedosos.

Las salas se dividen en cuatro conceptos: materia, color, estructura y mensaje. Cuatro campos por los que las agujas más transgresoras han desarrollado su talento.

Materia

En los años 50 se vivió una apertura en lo social y en el consumo. Los diseñadores empiezan a utilizar otros tejidos, a explorar. Desde el principio de los tiempos la mujer y el hombre se han vestido para abrigarse pero con el paso del tiempo las prendas pierden funcionalidad y adquieren una nueva dimensión.

El uso de nuevos materiales cambia el adn de las prendas y los avances químicos o los tecnológicos permiten ir más allá para conseguir piezas inéditas, prendas que hacen historia.

En la exposición vemos diseños en lana y vinilo, y otros realizados en plástico y metal. Luego llegaron otros materiales, como el poliuretano, el acetato... pero lo absolutamente moderno, por su mensaje social, fue el reciclaje y la tendencia que hoy persiste no es otra que el arte de mezclar.

En este apartado destacan las prendas futuristas de Paco Rabanne, un vestido de Helmut Lang en esterilla de seda que parece papel y el vestido Rhodoïd de láminas de acetato. También el modelo de Davidelfín construido con vendas de elastano, una prenda única que revuelve culturas y mezcla elementos sociales.

Color

Los tintes sintéticos marcaron la revolución del color y los creadores, a lo largo de la historia del vestir, han utilizado la paleta cromática para dar un nuevo aire a un tejido, describir la función de una prenda o plasmar las inspiraciones de culturas lejanas.

En los años 60 se introducen nuevos tonos de color, y a partir de entonces se juega con los estampados, que se vuelven atrevidos debido a la influencia de las vanguardias artísticas.

Movimientos como la música disco o acid house en los años 80 tuvieron en el color al mejor de los aliados. La explosión cromática se une a la musical en un ejercicio global que dejará paso a una década diferente, casi opuesta, marcada por el minimalismo. Gris y blanco se declinan hasta la saciedad en los 90 para conseguir un sinfín de tonalidades. Con ellas se tiñe de monotonía una de las etapas menos creativas, en cuanto a plasticidad, de la moda.

Los motivos psicodélicos de Missoni, los estampados en seda labrada de influencia africana de Yves Saint Laurent y la policromía barroca de Lacroix reflejan algunas de las ideas de los cambios e innovaciones cromáticos.

Estructura

Esta sala es quizá la que mejor recoge la idea de la exposición. Los creadores que más arriesgaron con las tijeras pudieron crear prendas que desafiaban a la historia, con cortes novedosos, volúmenes inventados y siluetas que marcan una nueva relación con el cuerpo de la mujer.

Vionnet y, en especial, el gran Balenciaga marcaron nuevas pautas que hoy aún siguen presentes en las pasarelas. Después vinieron otros como Rei Kawakubo e Issey Miyake, que reinventaron las proporciones y reinterpretaron conceptos de siglos pasados.

El hombre y la mujer han utilizado la moda desde siempre para desvirtuar su cuerpo, para cambiarlo de cara a la galería. Polisones, corsés, tacones, plataformas… todo ha servido para este fin. Después han tomado el relevo la deconstrucción de las prendas y las asimetrías para definir los nuevos patrones.

Un abrigo de Amaya Arzuaga que reúne varios códigos de la historia de la indumentaria española o los plisados de claro estilo arquitectónico de Miyake destacan en esta zona de la muestra.

Mensaje

Las sudaderas y las camisetas con palabras o frases no faltan ahora en nuestros armarios. La moda es cultura y la cultura es una forma de comunicación. Por eso, en las últimas décadas, los tejidos han servido de pizarra sobre la que escribir un pensamiento, una idea o una reivindicación.

Unas veces se hacía a través del color, del estampado; otras, con el uso de la palabra. Las personas hemos llevado prendas para expresarnos pero también nos hemos convertido, sin saberlo, en vallas publicitarias al servicio de las firmas.

El logo vive sus momentos más bajos pero antes se llegó a rendirle culto hasta extremos inusitados. Los mensajes varían con las tendencias influidos por el contexto social. La política, el arte, el deporte e incluso la religión han dictado frases, prestado símbolos e inspirado conceptos que han terminado impresos en la ropa.

El límite entre libertad de expresión y propaganda se difumina, y un claro ejemplo es el vestido Souper Dress, un diseño en papel hecho con dibujos de la famosa lata de sopa Campbell´s que se vendía por correo a un dólar.

Otro de los más llamativos, y que es la imagen de la exposición, es el abrigo de la colección Final Home. Una prenda que habla de supervivencia, protección y reciclaje, y que responde a la siguiente pregunta: “si perdiéramos nuestra casa por culpa de un desastre, una guerra o el desempleo, como diseñador de moda ¿qué clase de prendas propondría?

Moda a la carta

Al final del recorrido vemos un espacio especial con prendas que hablan del look. Este concepto habla de la expresión y la forma de vestirse siguiendo los gustos propios. Un concepto que se extiende desde la tendencia vintage hasta el Do It Yourself (háztelo tú mismo).

Aquí vemos el retro escandaloso de Yves Saint Laurent, las réplicas atemporales de Maison Martin Margiela y las cajas de Paco Rabanne con todo lo necesario (piezas y herramientas) para que las mujeres fabricaran su propio vestido.

Ideas surgidas en los 60, 70 y 80 porque hubo diseñadores que siguieron sus criterios y no hicieron caso a quien les dijo… ¡eso es imposible!