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El "verdadero arte popular" despliega sus brillos en el Thyssen con 'Hiperrealismo (1967-2012)'

  • La exposición estará abierta del 22 de marzo al 9 de junio
  • Reúne 66 obras de artistas de las tres generaciones del movimiento
  • Audrey Flack, artista pionera del 'Hiperrealismo', ha estado en la presentación
  • Pueden verse obras de Richard Estes, John Baeder, Ben Johnson o Don Jacot

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'El Arno al atardecer' (2007), Anthony Brunelli. Contemporary Fine Art Gallery.
'El Arno al atardecer' (2007), Anthony Brunelli. Contemporary Fine Art Gallery.

Un total de 66 cuadros que parecen auténticas fotografías por su increíble definición y nitidez y que representan objetos de la vida cotidiana han tomado el Museo Thyssen para deleitar al gran público desde este viernes hasta el próximo 9 de junio en la exposición "Hiperrealismo 1967-2012", una muestra del "verdadero arte popular de nuestro tiempo".

Así ha definido al hiperrealismo el director artístico del museo, Guillermo Solana, que persigue volver a conectar con el público con una exposición dedicada a un movimiento "que parece disfrutar de la más amplia acogida del público, el movimiento contemporáneo más popular del mundo"; y que reúne obras de los artistas más punteros de las tres generaciones que se han dedicado a él desde 1967.

Como estrella invitada en la presentación de esta exposición, la artista Audrey Flack, la única representante femenina de la primera generación de artistas hiperrealistas y precursora de la introducción del kitsch en el arte y una enamorada del barroco español y de la Virgen de la Macarena, que ha inmortalizado en varias ocasiones y que ha conseguido 'colocar' una en el Metropolitan de Nueva York.

La muestra está organizada por el Institut für Kulturaustausch (Instituto para el Intercambio Cultural de Alemania) y viene de la Kunsthalle de Tubinga (Alemania), para después viajar a Birmingham y otras ciudades europeas.

'Hiperrealismo (1967-2012)' presenta obras, además de dos de Flack, de sus compañeros de la primera generación de grandes maestros norteamericanos como Richard Estes, John Baeder, Robert Bechtle o Chuck Close; de los artistas de la segunda generación (1980-1990) que internacionalizaron el moviemiento, como Robert Gneieweck, Bertrand Meniel, Don Jacot o el italiano Anthony Brunelli; y de los artistas actuales, la tercera generación, con nombres como Roberto Bernardi, Ben Johnson o Robert Neffson.

De la incomprensión al populismo

Botes de ketchup, tabasco o mostaza, restaurantes de comida rápida (los 'american dinner' ahora otra vez de moda), golosinas de colores y formas imposibles, carrocerías, parachoques y motores brillantes y relucientes de automóviles y motocicletas o grandes panorámicas y paisajes urbanos, ya sea de los rascacielos de Nueva York o del río Arno en Florencia... son motivos recurrentes de los hiperrealistas. Y todos esos objetos cotidianos agigantados y en lienzos de gran formato.

Fragmentos de la vida cotidiana y objetos de consumo convertidos en motivo artístico y con la fotografía como base y referente (en Estados Unidos el movimiento se conoce como "Fotorrealismo"). Esta filosofía fue casi un sacrilegio cuando surgió a mediados de los 60, cuando el arte conceptual y la abstracción eran el súmmun artístico.

Farb Family Portrait, de Audrey Flack, es probablemente la primera pinutra hecha a partir de una diapositiva, explica su autora. "La crítica del New York Times salió el domingo y decía que era 'la obra más fea de todo el año'. Luego otro crítico dijo que era 'la más fea de la década'. No era fea, pero había pintado lo que se suponía que no había que pintar", revela la vital y simpática artista que piensa aprovechar su estancia en España para ir a Sevilla a ver a La Macarena.

"Empezamos a usar cámaras de fotos y eso fue algo revolucionario en su momento. El uso de algo fotográfico en la pintura era algo despreciable, pero nosotros decidimos utilizarlo", cuenta Audrey Flack sobre los inicios del movimiento hiperrealista en Estados Unidos a mediados de los 60 y que alcanzó su apogeo en los 70.

La experiencia visual al extremo

Para Solana, hiperrealismo y arte conceptual, movimientos contemporáneos y totalmente opuestos, son "los dos extremos en el periodo terminal de las neovanguardias" y, subraya que, en el "corazón y el alma" del fotorrealismo, estaba entonces y sigue estando "en llevar la experiencia visual al extremo".

Unido también íntimamente a "la sensibilidad pop", según ha explicado el responsable del Thyssen, el hiperrealismo tomó de los cuadros de artistas como Andy Warhol la fascinación por la iconografía de la sociedad de consumo y también imitó sus técnicas, como el uso de la fotoserigrafía para la pintura, aunque "dando una vuelta de tuerca" trabajando a partir de la fotografía y "simulando la nitidez fotográfica".

A juicio de Solana, el "secreto del éxito" de este movimiento para gozar del respaldo popular radica en que "apela a la pasión más fundamental que ha atraído al hombre hacia la pintura desde la noche de los tiempos: la fascinación por el ilusionismo, el trampantojo, la fascinación por la confusión entre lo vivo y lo pintado... el sueño por entrar en la pintura".

Bodegones, carreteras y ciudades

La exposición del Thyssen está dividida en cuatro apartados: uno dedicado a "Bodegones", con los pequeños objetos cotidianos amplificados y donde pueden verse las pinturas de Audrey Flack (Queen y Shiva Blue); un segundo titulado "En la carretera" y que se rinde a la fascinación por los vehículos; el tercero, titulado "Las ciudades", que es el corazón de la muestra con preciosas vistas de rascacielos o la impresionante panorámica de Londres de Ben Johson desde la azotea de la National Gallery; la última sección se titula "Los cuerpos" y se centra en un tema no tan central para los hiperrealistas como es la representación de la figura humana.

Dentro de estas secciones se mezclan artistas de varias generaciones y distinas técnicas de trabajo, que evolucionan desde la pintura tradicional con paleta y pincel a obras pintadas con pintura de coches que consiguen dar esa textura y esos brillos y reflejos que tanto gustan a los hiperrealistas o a programas de software que crean plantillas.

"Las técnicas han variado, pero al final el secreto del éxito permanente del fotorrealismo no reside en esas técnicas, sino en el cerebro del espectador. El trampantojo es una trampa para el ojo, un mecanismo donde nuestra mirada queda atrapada. Ese es el secreto del permanente interés de estas obras", ha concluido el director artístico del Thyssen.

¡A qué esperan para acudir a ser deslumbrados!