Las participaciones preferentes, un producto complejo a medio camino entre el bono y la acción
- Las participaciones preferentes son bonos de deuda sin fecha de vencimiento
- Su rentabilidad depende de los beneficios de la empresa emisora
- Además, la entidad financiera no está obligada a devolver la inversión inicial
- Miles de personas las contrataron pensando que era un plazo fijo sin riesgo
Las participaciones preferentes son productos complejos, perpetuos y con una rentabilidad supeditada a que la entidad emisora tenga beneficios. Las preferentes son un híbrido, están a medio camino entre un bono y una acción: funcionan como un bono porque son títulos de deuda por los que se recibe una remuneración en función de los beneficios, pero también tienen características de las acciones porque, por ejemplo, no tienen vencimiento.
Durante años la tenencia de estos bonos no supuso un problema, ya que cuando el cliente deseaba recuperar su dinero solo tenía que solicitarlo a su entidad financiera, que vendía el producto a otra persona, normalmente al mismo precio.
El problema vino cuando se recrudeció la crisis financiera. Algunos inversores no recibían remuneración por su dinero y determinados bancos no devolvían la cantidad invertida al ahorrador (no estaban obligados) cuando éste lo solicitaba. De esta forma, miles de personas vieron atrapados sus ahorros. Según las asociaciones de consumidores, la comercialización fue irregular: los inversores no conocían los riesgos y pensaban que dejaban su dinero en un plazo fijo seguro.
¿Qué son las participaciones preferentes?
Las participaciones preferentes son bonos de deuda perpetua. A diferencia de otros productos financieros, no tienen vencimiento, lo que significa que el banco no tiene por qué devolver el capital inicial si no quiere, algo similar a lo que ocurre con las acciones.
Los intereses que generan, la ganancia para los inversores, están ligados a que la entidad emisora registre beneficios. Cuando las entidades financieras no pasan por dificultades y tienen ganancias, "las retribuciones pueden llegar a ser del 7%, 8% o del 10%", según David Cano, socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI), en declaraciones a RNE.
Pero cuando la entidad financiera pasa tiene problemas, asegura Cano, las preferentes se convierten en algo parecido a una acción, con las implicaciones negativas que tiene y sin derecho a voto. Y eso supone que no se cobran intereses (el dividendo) y que pierde parte de su valor.
Cuando ocurre esto, y al no estar obligada la entidad a devolver la inversión, los compradores de preferentes ven su dinero atrapado: no pueden disponer de él y no reciben los intereses por su inversión.
El problema estalla cuando se cierra el mercado secundario por la crisis económica. Entonces los tenedores de preferentes no pueden venderlas porque no hay demanda (nadie quiere comprarlas) y quien tiene interés por hacerlo ofrece mucho menos de la inversión inicial.
¿Qué garantía tiene el producto?
Ninguna. No están garantizados por el Fondo de Garantía de Depósitos, que avala las cuentas corrientes y depósitos con hasta 100.000 euros por persona y entidad.
En el caso de concurso de acreedores, la posición del inversor que haya adquirido preferentes se encuentra justo delante de los accionistas, si los hubiera.
Por este motivo se denominan participaciones preferentes: no tienen derechos políticos, pero en caso de quiebra cobran antes que los accionistas, que son siempre los últimos en cobrar.
¿Por qué se comercializan?
En un principio estaban pensadas para inversores institucionales, como fondos de inversión. Se empezaron a vender en 2003 para captar fondos, en muchos casos entre simples ahorradores sin capacidad para comprender los riesgos que llevaban asociados.
En España comercializaron de forma masiva desde 2009, coincidiendo con la restricción de liquidez para los bancos en los mercados y la caída de la remuneración de los depósitos corrientes que ofrecían los bancos a sus clientes, lo que animó a los inversores.
Las participaciones preferentes son legales y están sometidas a la legislación de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Las condiciones de su emisión y compra están recogidas en los folletos explicativos correspondientes.
Al ser un producto tan complejo se tenía que superar un test de idoneidad para adquirirlas. En este cuestionario el interesado decía haber comprendido los riesgos y la complejidad de las preferentes. Si no lo superaban, en teoría, no podían comprarlas.
¿Qué denuncian los afectados?
Muchos de los clientes creían estar contratando un depósito a plazo fijo, con alta remuneración, pero garantizado. El problema es que, según denuncian algunos de ellos afectados, no se ha correspondido la palabra oral con la escrita: a muchos se les aseguró, antes de firmar, una cosa, y acabaron firmando por otra sin mirar la letra pequeña.
El producto, muy complejo y difícil de entender, fue adquirido hasta por personas que no sabían ni leer ni escribir, lo que demuestra que algunos firmaron con su huella.
Los afectados han ido a la Justicia y varias sentencias ya han declarado nulos los contratos, obligando a las entidades a devolver capital e intereses.
Para recuperar su inversión, al menos en parte, muchos de los clientes que compraron preferentes han aceptado el canje que le han ofrecido los propios bancos.
La mayor parte de las entidades financieras están ofreciendo canjes de preferentes por acciones u otros productos, como depósitos, que permiten recuperar parte del dinero pasado un tiempo. En muchos casos estas operaciones han significado una pérdida para el ahorrador.
¿Cuántos afectados hay y de cuánto dinero hablamos?
Se calcula que más de un millón de clientes vieron atrapados sus ahorros en las preferentes, según las asociaciones de consumidores, que han llevado el caso ante la Justicia.
Según el Gobierno, más de 5.600 millones de euros siguen en manos de pequeños ahorradores en enero de 2013, frente a los 22.500 millones que había en mayo de 2011.