Juan Diego Flórez: "Siempre quise ser el Nadir de 'Los pescadores de perlas'"
- Con Patrizia Ciofi encabeza el reparto de la ópera de Bizet en el Real
- Tres funciones en versión concierto: 25, 28 y 31 de marzo
- El director israelí Daniel Oren debuta con este montaje en Madrid
- Escucha antes del estreno a Flórez cantando 'Des savanes et des fôrets'
Juan Diego Flórez
Uno de los tenores belcantistas más destacados de todos los tiempos, comenzó sus estudios musicales en su ciudad natal, Lima (Perú), continuándolos en el Instituto Curtis de Filadel¿a. Su debut o¿cial tuvo lugar en 1996 con Matilde di Shabran en el Festival Rossini de Pésaro.
Desde entonces ha realizado una meteórica carrera internacional, basada en obras de Donizetti, Bellini y Rossini, en La Scala de Milán, el Metropolitan de Nueva York, la Staatsoper de Viena, el Covent Garden de Londres y la Opéra national de París.
Entre sus más recientes actuaciones destacan los personajes del vizconde de Sirval (Linda di Chamounix) en el Liceu de Barcelona, Nemorino (L’elisir d’amore) en el Metropolitan de Nueva York, Tonio (La ¿lle du régiment) en la Opéra national de Paris y Nadir (Les pêcheurs de perles) en la Ópera de Las Palmas. En el Real ha participado en Il barbiere di Siviglia y Orfeo ed Euridice, en versión de concierto, y en un recital lírico de Grandes Voces (www.juandiego¿orez.com)
Este lunes, y los días 28 y 31 de marzo el Teatro Real ofrecerá tres funciones de Les Pêcheurs de perles (Los pescadores de perlas), primera ópera importante de las trece que compuso Georges Bizet (1838-1875) en su corta vida.
Escrita cuando el compositor tenía apenas 25 años, en la partitura afloran ya algunos de los rasgos que caracterizarían su lenguaje musical posterior, como su arrebatadora vena melódica, su instrumentación rica y depurada, su predilección por el exotismo y la búsqueda de recursos armónicos que más tarde perfilarían la identidad de la ópera francesa.
Como cuenta Rafael Banús (El fantasma de la ópera/Radio Clásica-RNE) en las notas al programa de producción, Les pêcheurs de perles (Los pescadores de perlas) se ha convertido hoy en una rareza, pero fue uno de los títulos más queridos por el público hasta la Segunda Guerra Mundial.
Desde entonces vuelve a los teatros con cuentagotas, siempre que haya un tenor deseoso de cantar “Je crois entendre encore”. Sin embargo, la ópera alcanzó el éxito mucho después de la muerte del compositor. Las críticas que recibió Bizet en el momento del estreno fueron bastante ásperas.
Al autor francés se le reprocharon, sobre todo, sus excesivas concesiones a Wagner y a Verdi, siendo Hector Berlioz uno de los pocos que reconoció inmediatamente el valor de la partitura, la primera en la que realmente se dejaba sentir el espíritu innovador del músico francés. Toda la obra está impregnada de un fascinante melodismo, y hay numerosas páginas que se han hecho justamente célebres, como la mencionada romanza de Nadir o su dúo con Zurga, una de las más hermosas piezas para voces masculinas.
Una ópera recibida con aspereza
En la época del estreno, el 30 de septiembre de 1863, en el Théâtre Lyrique de Paris, Bizet contaba veinticinco años, y aún no había logrado establecerse en el mundo musical de la capital francesa, si bien ya había realizado algunos intentos con Le docteur Miracle (con la que ganó un premio instituido por Jacques Offenbach) y Don Procopio (muy in¿uida por el estilo de Gaetano Donizetti).
El encargo de escribir esta gran ópera en tres actos surgió tras haber sido un antiguo vencedor del prestigioso Premio de Roma del Conservatorio. A pesar de la buena acogida del público, la crítica en general se mostró hostil, y la obra no se repuso en la breve vida de su autor.
Como la partitura autógrafa se perdió, las primeras producciones se basaron en versiones alteradas, si bien en las últimas décadas se han realizado importantes esfuerzos para reconstruir la ópera según las intenciones del compositor. Hay que reconocer que las opiniones actuales sobre la obra son más amables que las de sus contemporáneos, y han sabido apreciar su extraordinaria vena melódica y su capacidad para crear una instrumentación de gran poder evocativo.
El tenor Juan Diego Flórez, que cantó por última vez en el Teatro Real en I Puritani, de Bellini, en abril de 2010, encarnará al desdichado Nadir.
En ese papel podrá lucir sus cebradas dotes interpretativas en la famosa romanza 'Je crois entendre encore', en el sobrecogedor dúo con Zurga -que interpreta junto al barítono polaco Mariusz Kwiecie-, 'Au fond du temple saint', o en los dúos de amor con la soprano Patrizia Ciofi, aclamada por el público del Teatro Real en L’elisir d’amore, Tancredi y Rigoletto, en pasadas temporadas. Completa el cuarteto protagonista el bajo italiano Roberto Tagliavini, que cantó, como Flórez, en las funciones de I puritani de hace tres años.
Al frente de los solistas estará el director israelí Daniel Oren, de reconocido prestigio en la interpretación del repertorio operístico del romanticismo, y con una gran experiencia en el foso, ya que fue director musical de las Óperas de Roma, Trieste, Nápoles, Génova y es actualmente director artístico de la Ópera de Salerno.
Flórez : "Elijo los roles sin presión"
Juan Diego Flórez sigue creciendo como cantante, como fenómeno mediático y como músico versátil, quizás luchando por deshacerse de la etiqueta de tenor rossiniano que durante algún tiempo se le colocó casi en exclusiva.
Durante los últimos años lo hemos visto interpretando Così fan tutte, Linda di Chamounix, Orphée et Euridice… y ahora llega con Les pêcheurs de perles, en el papel de Nadir, que, según asegura, “es un rol que siempre he querido hacer”, como ha contado a Pep Gorgori para el dossier-programa de mano que elabora para cada estreno el Teatro Real.
Tiene -como cuenta en esa entrevista - el privilegio de poder escoger él mismo los papeles, de modo que “elijo todos los roles sin presión, lo que siento que pueda cantar”.
Llega a Madrid con el personaje rodado y a punto para hacer disfrutar una vez más a sus fans. Su primer Nadir se escuchó hace pocos meses en Las Palmas de Gran Canaria, donde el cantante encuentra un público fiel. De ahí que estrenar papeles en la tierra de su admirado Alfredo Kraus empiece a ser una tradición en su carrera.
Su admiración por Kraus es solo comparable a la que sintió por Luciano Pavarotti, al punto que considera “uno de los momentos más importantes de mi carrera” cuando empezó a escuchar sus voces en el radiocasete: “Me fascinaba cómo podían hacer esos agudos luminosos, comunicar con el público de esa manera y desatar ese furor”.
Admirado Kraus
Flórez explica que aprendió muchísimo de Alfredo Kraus y que “en algunos aspectos me parezco a él: su respiración, sus agudos, su elegancia, su línea podríamos decir aristocrática…”. De Pavarotti asegura haber recogido “la comunicación a través de la voz, y esa calidez”, aunque hay una diferencia: “Su voz era un don divino, que incluso se notaba cuando simplemente hablaba. Era bella gracias a los armónicos”. “Yo tengo una voz más seca cuando hablo”, admite.
Años después de escuchar aquellos casetes sería el tenor modenés quien diera un espaldarazo definitivo a su carrera. Al retirarse de los escenarios, en 2003, se refirió a él como su verdadero heredero: destacó su inteligencia, su técnica y su “bellísima voz”. Desde entonces, Flórez se ha afincado en lo más alto del estrellato y ha sabido mantenerse ahí.
Una posición que muchos envidiarían, cierto, pero que cuando se alcanza parece tener un matiz diferente: “Los halagos pesan. Es una presión muy grande, pero está bien tenerla”, afirma. “Lo importante es hacer bien las cosas, soy muy perfeccionista, siempre me gusta dar al público lo mejor, me esfuerzo mucho, siempre estudio”.
Para Flórez, “cada representación es de alguna manera un examen”. Recuerda que “cuando era más joven, no me preocupaba demasiado si una función no era tan buena como las demás, pero ahora las cosas han cambiado, y es un reto tras otro”. Es el precio de la fama, “pero no me quejo”. “Parece que todo el mundo está esperando a poder criticar algo, porque ahora todos los focos están sobre mí”, pero “esto me motiva para estar siempre en buena forma, revisando continuamente mi técnica, mi expresión y mi interpretación”. Y asegura: “en cierto modo, necesito ese tipo de presión”.
Un tenor mediático
Pero además de la técnica está la comunicación. También en este campo destaca Flórez. Tenor mediático, se sabe en deuda con su público y por eso intenta estar a la altura: “Creo que soy uno de los más próximos con el público, con mis fans. Los seguidores son los que te hacen, y algunos son tan entregados que merecen sin duda tu tiempo, tu sonrisa y tus besos”. “Algunos de ellos se organizan en grupos e incluso viajan juntos para asistir a las funciones”, hace notar.
Aunque Los pescadores de perlas ha quedado inevitablemente a la sombra de la popularísima Carmen, ya en ella se aprecian muchos de los rasgos que Bizet dejaría para la posteridad. Instrumentación brillante y delicada, y melodías sugerentes para lucimiento de los solistas, pensando siempre en cómo transmitir emociones al público, configuran una partitura con páginas memorables. Al ya mencionado dúo de la amistad, “Au fond du temple saint”, se le añade el dúo de amor entre Nadir y Leïla, además de arias como “Je crois entendre encore”. Un lujo en el repertorio de tenores como Flórez. No es de extrañar que sea un papel que destacados artistas han querido interpretar.
Sobre los próximos papeles en los cuales podremos escucharle guarda una cierta discreción, pero tiene claro que seguirá incorporando personajes a su repertorio. Para él, cantar y estudiar nuevas obras es una experiencia emocionante, comparable con estar en la cresta de una ola subido en una tabla de windsurf.
“Acostumbraba a practicar el surf en Perú. Tienes la misma sensación que cuando estás cantando esas cabalettas y coloraturas: estás en lo alto de la ola, y sientes la energía creciendo y creciendo bajo tus pies”. Símil marino, pues, para una obra ambientada en un pueblo de pescadores. Flórez en estado puro para deleite no sólo de sus incondicionales.