Químicos lanzan nuevas hipótesis sobre cómo preparaban los mayas su pigmento azul
- El azul maya se usó para decorar muros y piezas artísticas
- Se conocía su composición pero no su modo de preparación
- Los químicos apuntan a una variación de la temperatura al calentarlo
Un equipo de químicos de las universidades de Valencia (UV) y Politécnica de Valencia (UPV) ha encontrado nuevas pistas sobre la receta y el proceso de elaboración del azul maya, un pigmento muy resistente que cubrió muros de palacios, esculturas, códices y piezas de cerámica de los antiguos mayas. Concretamente, han detectado un pigmento, el dehidroíndigo, que se habría formado por oxidación del índigo durante el calentamiento que se requiere para fabricar el azul maya.
Así lo ha señalado a SINC el investigador de la UV, Antonio Doménech, uno de los miembros del equipo que ha planteado las nuevas hipótesis. Hasta ahora ha sido un misterio cómo se obtenía el pigmento azul que se caracteriza por su intenso color azul pero, sobre todo, por su gran resistencia al deterioro químico y biológico. De hecho se empleó hace siglos y cuando se analiza hoy parece casi inalterable.
Se sabe que sus ingredientes son un colorante vegetal, el índigo -el colorante de los pantalones vaqueros, que en Mesoamérica se obtiene de la planta Indigofera suffruticosa- y una arcilla, la paligorskita -una arcilla caracterizada por su estructura cristalina repleta de canales- pero los científicos desconocen cómo se preparaba.
No hay ningún documento que lo atestigüe y en los últimos años arqueólogos y científicos han tratado de desvelar el misterio, pero parece que los investigadores no se ponen de acuerdo.
Nuevas pistas sobre el azul maya
“El índigo es azul y el dehidroíndigo, amarillo -explica Antonio Doménech-, por lo que la presencia de ambos pigmentos en proporciones variables justificaría la tonalidad más o menos verdosa del azul maya. Es posible que los mayas supieran cómo obtener el tono deseado variando la temperatura de preparación, por ejemplo calentando durante más o menos tiempo la mezcla o echando más o menos leña al fuego”.
Otra de las cuestiones sin resolver es cómo se distribuyen las moléculas del colorante en la red cristalina de la paligorskita. Según algunos científicos, el índigo se adhiere al exterior de la estructura con forma de ‘ladrillo’ que tiene la arcilla, aunque también podría constituir una especie de ‘tapadera’ en la entrada de los canales.
Otros investigadores, sin embargo, consideran que el índigo penetra dentro los canales. Esta es la teoría que apoya el equipo valenciano, que acaba de presentar en la revista Microporous and Mesoporous Materials un estudio sobre las reacciones que pueden estar detrás de la formación del pigmento azul.
Proceso en dos etapas
Los resultados revelan que, cuando se calientan sus dos componentes a temperaturas de entre 120 y 180 ºC, se suceden dos etapas. En la primera, la más rápida, se evapora el agua de la paligorskita y el índigo se ancla a la arcilla, aunque una parte se oxida formando hidroíndigo.
En la segunda fase parece que se produce una difusión del colorante por los canales arcillosos. “El proceso es parecido a lo que ocurre cuando vertemos una gota de tinta en un vaso de agua”, compara Doménech, aunque reconoce que de momento “esto es un hipótesis”.
El equipo del investigador, como otros grupos en otras partes del mundo, también investiga el secreto de los desconocidos enlaces químicos que unen el componente orgánico al inorgánico. A ellos se debe la gran resistencia del azul maya.
Posible uso ceremonial del pigmento
Además de en palacios y edificios de la nobleza maya, tradicionalmente se asocia este pigmento con ceremonias rituales presididas por sacerdotes, que incluso lo pudieron utilizar durante los sacrificios humanos. En el fondo de algunos cenotes o pozos de la península de Yucatán, se han encontrado recipientes con restos del pigmento que apuntan hacía ese uso ceremonial.
Estudios como el que antropólogos estadounidenses presentaron en 2008, sobre un cuenco del cenote sagrado de Chichén Itzá, han llevado a algunos medios a considerar zanjado el problema del azul maya. “El recipiente contenía azul maya mezclado con incienso -copal-, así que se simplificó que se fabricaba únicamente calentando incienso”, manifiesta Doménech.
El investigador considera que la composición y funcionalidad del azul maya pudo variar a lo largo de los siglos: “Aunque harían falta bastantes muestras, sería posible establecer una evolución en sus propiedades y preparación a lo largo del período la cultura maya, entre el 150 a. C. y 800 d. C. aproximadamente, de forma que se podría establecer una cronología basada en el análisis del pigmento. Esto proporcionaba una visión mucho más ‘flexible’ de esta cultura, rompiendo esa visión monolítica tradicional sobre un ritualismo inflexible”.
Bolitas verdosas en La Blanca
Apoyando esta visión, el equipo también ha encontrado recientemente otros pigmentos distintos al azul maya pero que siguen el mismo patrón de colorante vegetal asociado con arcillas. En la antigua ciudad maya de La Blanca -actual Guatemala- han hallado bolitas verdosas con este material, que se supone se emplearon para estucar y decorar las paredes de los edificios palaciegos.
“Seguramente estos materiales no estaban al alcance del pueblo llano, pero ponen de manifiesto un uso más ‘cotidiano’ de los pigmentos, que no tendrían por qué restringirse a actividades rituales o ceremoniales”, apunta Doménech, que concluye: “El azul maya se puede considerar un material polifuncional, por la posibilidad que tiene de incorporar distintos componentes orgánicos a un soporte inorgánico, que, además, se pueden distribuir y reaccionar de forma diferente, y así proporcionar funcionalidades también distintas”.