Ainhoa Arteta encarna a Doña Elvira en el Don Giovanni 'diferente' de Tcherniakov para el Real
- Sitúa el drama en un hogar burgués 'actual'
- Russell Braun, Paul Groves, Christine Schäfer y Mojca Erdmann en el reparto
- Se estrena este miércoles y se ofrecen 8 funciones hasta el 24 de abril
- La función del 18 de abril será transmitida en directo por Radio Clásica-RNE
A partir de este miércoles, el Teatro Real nos ofrece un Don Giovanni de Mozart, firmado escénicamente por el ruso Dmitri Tcherniakov, que pretende ser diferente y romper nuestros esquemas sobre el libertino más retratado por la literatura y la música y analizado desde diversas disciplinas; incluso por el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud.
Alejo Pérez, a quien ya pudimos ver en Ainadamar de Golijov, la pasada temporada en el Real, es el director musical de esta nueva producción del Teatro Real, en coproducción con el Festival de Aix-en-Provence, el Bolshoi de Moscú la Canadian Opera Company de Toronto, que se estrenó hace tres años en el Festival de Aix-en-Provence.
Este Don Giovanni cuenta con un reparto más que interesante especialmente en los tres grandes papeles femeninos. Tres cantantes reconocidas actualmente en el panorama internacional como Ainhoa Arteta (Donna Elvira) y las sopranos alemanas Christine Schäfer (Donna Anna), y Mojca Erdmann
Hay que recordar que la soprano tolosana Ainhoa Arteta estuvo años alejada del coliseo madrileño. Y que no debutó en una ópera, gracias a una sustitución de última hora, hasta 2012 con Cyrano de Alfano junto a Plácido Domingo.Ahora interpreta a Doña Elvira –que en este montaje es curiosamente “esposa” de Don Giovanni- en lo que ella considera su verdadero debut en el Real.
En los papeles masculinos, se cuenta con las voces del barítono canadiense Russell Braun (Don Giovanni), Paul Groves (Don Ottavio) y Kyle Ketelsen (Leporello).
Don Giovanni trastocado
"Entiendo que cambiar de época una ópera puede aportar una nueva visión pero en este caso trasladar un drama que ocurre en España en el siglo XVII a una supuesta época actual y vestir a las damas como las chicas que podemos ver aquí mismo, saliendo del teatro, no sé qué aporta". Este era la reflexión en voz alta de una espectadora al término de uno de los ensayos de este Don Giovanni.
No será la única opinión de incomprensión ante una lectura tan personal como ésta en la que Tcherniakov ha querido dibujar a un Don Juan solitario, marginal, y más complicado que en otras versiones. Un hombre “ajado y cansado” que quiere dar la vuelta a los valores burgueses –que realmente nacerían algo más tarde que él- y volver a los orígenes, “a lo natural, a lo animal”.
Un Don Juan presionado constantemente por una “familia burguesa” que aparece en todo momento en escena; incluso en escenas como la de la cena en las que tradicionalmente no figuraba, como su encuentro con el difunto convidado de piedra.
Forman un mundo que se opone a don Giovanni, un forastero que tiene "la misión" de liberar a la gente de sus reglas pero la reacción es confabularse contra él para liberarse de su "venenosa" influencia.
Zerlina en vaqueros, Dona Elvira en anorak
Para construir esta visión, el director no ha dudado un momento encerrar el drama giocoso en un salón burgués un tanto anodino y atemporal (podría corresponder a principios del XX) de cualquier lugar. En cambiar parentescos.
En vestir a los personajes, con ropas corrientes actuales, como el anorak de Donna Elvira. Es cierto que personajes como Zerlina viste –jeans y zapatillas deportivas- como cualquier quinceañera de las que circulan por cualquier ciudad. Y que con todo ello, ha restado solemnidad y dignidad a los que antaño eran damas y caballeros españoles.
El objetivo sería subrayar los rasgos más descarnados de un Don Juan a quien vemos beber directamente de su botella de Marzimino en la famosa escena de la cena.
De todos modos, quienes recelen de tanto cambio pueden estar seguros de que algunos pilares de la obra se mantienen. Así el convidado de piedra sonará diferente más profundo cuando vuelve de la muerte y Don Juan desoirá los consejos de todos para que vuelva por el camino socialmente correcto, hasta el final.
Y por supuesto escucharán, como no podía ser menos -eso no lo cambiaría- las joyas musicales que contiene, como el aria del catálogo o el dúo Là ci darem la mano, por citar tan sólo dos de los muchos momentos musicales geniales de Don Giovanni.
Morirá, no tragado por la tierra ni alcanzado por un rayo, sino más bien por las palabras de todos los personajes cuya vida ha trastocado. Y el final será el de siempre:
"Tal es el fin de quienes hacen el mal: la muerte del pecador siempre refleja su vida"