Capriles, a por el segundo asalto a la presidencia
- El candidato de la oposición llega con más experiencia y un tono más agresivo
- Las encuestas le dan como seguro perdedor pero espera que Maduro pierda apoyo
- Abogado de 40 años, se presenta como la promesa del cambio frente al chavismo
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Henrique Capriles es el héroe de las batallas perdidas. Cayó derrotado frente a Hugo Chávez en las elecciones presidenciales de octubre de 2012, pero obtuvo un respaldo de seis millones de votos que supo a triunfo. Luego, perdió los comicios regionales aunque retuvo el poder en el estado de MIranda, donde es gobernador. Y, ahora, según las encuestas, se lanza a otra lucha imposible contra el fantasma del fallecido presidente y su "apostól" Nicolás Maduro. Son dos contra uno.
Sin embargo, Henrique Capriles no da ninguna batalla por perdida. Tampoco la del próximo 14 de abril. Llega al segundo round por la presidencia con más experiencia y con una carisma renovado. El joven abogado ha conseguido concentrar la mayor marcha opositora en Caracas en los últimos 14 años y mantener unida a una escurridiza oposición antichavista.
Pese a que Chávez bendice la campaña de su heredero desde el más allá (incluso reencarnado en un pajarito), Capriles se ha presentado con ánimo y opciones de medirse de tú a tú con el "heredero" del comandante de la revolución bolivariana. "Nicolás no le llega al tobillo al presidente Chávez", repite en cada mítin, evitando nombrar el apellido del candidato oficialista.
La promesa del cambio
Capriles, que con 40 años ya ha sido presidente de la Cámara de Diputados, alcalde y gobernador, quiere también convertirse en el presidente más joven del país.
Descendiente de judíos del gueto de Varsovia y biznieto de víctimas del campo de exterminio de Treblinka, Capriles se licenció como abogado especialista en Derecho económico y tras trabajar en algunos bufettes y empresas familiares, se ha dedicado por completo a su vocación política.
Fue uno de los fundadores del partido Primero Justicia. Diputado por el Estado de Zulia en 1998, se convirtió en la persona más joven en ser presidente de la desaparecida Cámara de Diputados y luego en alcalde de Baruta, cuando vivió su peor momento político al ser encarcelado por no evitar los disturbios durante el golpe de Estado a Chávez en 2002. Por dos veces ha vencido a vicepresidentes chavistas como gobernador de Miranda, un estado que abarca parte de Caracas y es uno de los más importantes del país.
"Ya llevo dos vicepresidentes raspados (derrotados), la tercera es la vencida", dijo recientemente en alusión, quien ocupó el cargo de vicepresidente hasta la muerte de Chávez.
Con el féretro del líder bolivariano aún pendiente del funeral de Estado, la coalición opositora Mesa de Unidad Democrática le reelegió como candidato presidencial para defender un proyecto de "centro izquierda liberal" que promete el cambio en una Venezuela "exhausta" de chavismo.
Lula como referente político
Salud, vivienda, educación, empleo y seguridad fueron los ejes de su programa electoral en octubre y, seis meses después, se mantienen intactos. No renuncia a los planes sociales del chavismo pero sí quiere revisar los problemas de inseguridad, corrupción y falta de productividad en el país.
En lugar de la Cuba castrista, padrina de Chávez y Maduro, "el Flaco" propone un modelo de Venezuela a semejanza del Brasil de Luiz Inacio Lula da Silva, por su concepto de Estado "orientador", con programas de hambre cero e impulsor de la justicia social.
“Venezuela somos todos es su lema de campaña“
Con un estilo más agresivo pero sin renunciar al discurso conciliador -"Venezuela somos todos" es su eslógan-, Capriles ha vuelto a recorrer el país en jornadas maratonianas de hasta tres mítines diarios para sacar el máximo partido a la campaña electoral más corta de Venezuela.
"¡Vamos Nicolás! Ponte a hacer campaña y recorre el país, sin cadenas, sin abusar del poder, sin utilizar los recursos de los venezolanos", le ha dicho Capriles a Maduro, criticando el uso indiscriminado que el oficialista hace de los medios de comunicación para impusar su candidatura.
La abstención como aliada
La mayoría de las encuestas dan como perdedor al candidato opositor con una diferencia de entre 10 y 20 puntos. El aliento de Chávez y la fuerza huracanada de sus millones de seguidores son un tsunami difícil de esquivar, pero Capriles confía en que la movilización chavista se diluya.
Históricamente, los votos al Gobierno en las elecciones en las que Chávez no está directamente en las papeletas se han reducido drásticamente al tiempo que han crecido los de la oposición. Esta vez, la suerte de Chávez no está en juego, lo que podría disuadir a muchos chavistas de acudir a las urnas y dar alguna opción a Capriles.
De hecho, la oposición podría disfrutar de una agridulce derrota si logra conservar el mismo número de votos que hace seis meses y Maduro pierde los buenos resultados cosechados por su mentor. La abstención será clave.
Desde que tomó las riendas del país, Maduro ha devaluado la moneda nacional un 40% y la inflación sigue en aumento. Antes, el carisma de Chávez conseguía el "perdón" de sus seguidores, pero ahora no hay garantías de cuál será el comportamiento de los chavistas.
El "burguesito", como le llamaba Chávez y sigue calificándole Maduro, trata de desmarcarse de sus orígenes de familia acomodada vinculada a los medios de comunicación y las salas de cine, y con sus habituales pantalones vaqueros, camiseta y gorra de béisbol con los colores de la bandera venezolana se presenta como un "muchachito" del pueblo.
Nunca se ha casado y tampoco tiene hijos. Miles de seguidoras le admiran por su aspecto físico y su pasión por el deporte. Los medios le atribuyen novias constantemente, pero sus únicos amores confirmados hasta ahora son el béisbol y la política.