'Tierra prometida', el reencuentro de Matt Damon y Gus Van Sant en torno al 'fracking'
- La película aborda la polémica fractura hidráulica o fracking
- Damon pone el guion y Van Sant dirige, como en El indomable Will Hunting
- Van Sant habla del guion y su trabajo con Damon en un vídeo exclusiva de RTVE.es
- Protagonizada por Damon y Frances McDormand, se estrena este 19 de abril
FICHA TÉCNICA
Título: Tierra prometida
Título original: Promised Land
Año: 2012
Duración: 106 min.
País: Estados Unidos
Director: Gus Van Sant
Guion: Matt Damon, John Krasinski
Música: Danny Elfman
Fotografía: Linus Sandgren
Reparto: Matt Damon, John Krasinski, Lucas Black, Frances McDormand, Rosemarie DeWitt, Hal Holbrook, Titus Welliver, Tim Guinee, Scoot McNairy, Terry Kinney, Johnny Cicco, Rosemary Howard, Sara Lindsey, Lennon Wynn, John W. Iwanonkiw, Lexi Cowan, Kristin Slaysman, Joe Coyle, Jennifer Obed, Carla Bianco
Productora: Universal Pictures / Focus Features / Participant Media / Imagen Nation
Once años después de su última colaboración, en Gerry (2002), el tándem Matt Damon y Gus Van Sant vuelve a trabajar codo con codo, el primer como guionista y actor y el segundo como director, en Tierra prometida, que se estrena este viernes 19 de abril en España, tras recibir una mención especial en la Berlinale.
La película explota -nunca mejor dicho- el polémico, y muy de actualidad, tema de la fractura hidráulica (fracking, en inglés), una técnica para aumentar la extracción de gas natural y petróleo del subsuelo que consiste en la inyección a presión en el terreno de agua y productos químicos y que ha generado una gran alarma por sus riesgos medioambientales. En España, sin ir más lejos, se han concedido ya varios permisos de exploración y en Cantabria se ha prohibido esta técnica.
En Tierra prometida, Matt Damon interpreta a Steve Butler, un representante de la compañía de gas Global Crosspower Solutions que llega junto a su compañera de trabajo Sue Thomason (Frances McDormand) a McKinley, un pueblo duramente golpeado por la crisis financiera de los últimos años. Ambos están convencidos de que los habitantes de McKinley estarán encantados de aceptar la oferta de su empresa a cambio de dejarles perforar pozos en sus granjas.
Pero el trabajo se complica profesionalmente cuando el respetado profesor de instituto Frank Yates (Hal Holbrook) reúne a los habitantes para explicarles de qué se trata, y personalmente cuando Steve conoce a Alice (Rosemarie DeWitt). Pero las cosas se ponen mucho peor con la llegada del ecologista Dustin Noble (John Krasinski).
"Un tema serio con toques entretenidos"
"El guion era muy divertido, entretenido e informativo. Se parecía mucho a El indomable Will Hunting (1997) porque trata temas muy serios sin dejar de ser entretenido", afirma Gus Van Sant en un vídeo de la película que RTVE.es te adelanta en exclusiva.
Van Sant habla así de las similitudes con la cinta por cuyo guion Matt Damon ganó el Oscar junto a Ben Affleck y que fue el primer trabajo juntos de quienes ahora son grandes amigos: "Es muy fácil trabajar con Matt. Es capaz de entenderme bien sin tener que decir mucho. Sabe interpretar mis intenciones, leer mi mente", comenta el director de Kentucky, dos veces nominado al premio de la Academia a mejor director; por aquella primera colaboración con Damon y, más recientemente, con Mi nombre es Harvey Milk (2008).
Aunque Gus van Sant casi llegó por accidente a la dirección de Tierra prometida, que en un principio iba a ser el primer trabajo como realizador de Damon. Pero sus muchos compromisos le imposibilitaban dirigir también este proyecto, su tercer guion para el cine, que coescribe junto al también actor protagonista Krasinski -como actor lo hemos visto en No es tan fácil (2009) o Hasta que el cura nos separe (2007) y como guionista hizo sus pinitos en Brief interviews with Hideous Men junto al escritor David Foster Wallece, que se suicidó cuando empezaba a ser considerado uno de los escritores más influyentes en EE.UU.
Matt Damon mandó un correo electrónico a Gus Van Sant antes de embarcarse en un avión contándole el problema que tenía y enviándole el guion y cuando aterrizó, dos horas después, ya tenía su 'sí'. "Ya tenemos director, y no cualquier director, ¡el mejor!", le contó a Krasinski.
Hacer pensar al espectador
En un primer momento, el guion, basado en una historia de Dave Eggers, iba a abordar los problemas de la energía eólica, pero el tema no funcionaba desde el punto de vista dramático, pero rápidamente encontraron el fracking como telón de fondo. "Es un tema muy actual y es perfecto para explorar la identidad del estadounidense de hoy en día. Las ganancias y las pérdidas potenciales son enormes. Y para los granjeros es una decisión difícil", explica Krasinski.
No obstante, Tierra prometida no apoya ninguna de las posiciones: "El público decidirá lo que pensar sobre este tema", afirma el coguionista; mientras que Damon apunta: "Queremos que la película catalice las conversaciones y haga pensar. No la rodamos con el fin de dar respuestas, aunque estoy seguro de que las hay".
El lugar donde se desarrolla la historia es McKinley, un pueblo ficticio que en realidad es Avonmore, Pensilvania, que representa a la América rural que está sumida en la crisis y que debe elegir entre salvar económicamente a sus hijos o salvar su comunidad.
Esta idea queda muy clara en una de las frases que le espeta un granjero al personaje de Steve Butler, el representante de Global: "La razón por la que estáis aquí es porque somos pobres. ¿Cuántos pozos tenéis en Manhattan?".
La película tiene un muy sólido elenco de actores, con un Matt Damon y una Frances McDormand -Moonrise Kingdom (2012), y ganadora del Oscar con Fargo (1996)- que dan credibilidad a cualquier cosa que hagan y que son capaces ellos solos de llenar la pantalla, y sin echarse a codazos. Krasinski, el veterano Hal Holbrook (Lincoln, 2012), Rosemarie DeWitt (La boda de Rachel, 2008) y Titus Welliver (Argo, 2012) completan un reparto en el que Gus Van Sant vuelve a contar con gente del pueblo en el que rodaron para darle mayor verosimilitud.
En Tierra prometida el humor resulta un buen hilo conductor para no hacer excesivamente denso un tema muy grave y donde descubrimos las malas prácticas de las grandes empresas de gas, los sobornos a las autoridades y el juego sucio hasta los límites más insospechados. No obstante, el final poco creíble y utópico no permite hablar de una película redonda.