Alfredo Landa, nada más y nada menos que un actor
- Semánticamente el 'landismo' le equipara a Fellini, Hitchcock o Buñuel
- Fue un grande del cine, a la altura de Mastroianni, Gassman o Trintignant
Las malas noticias, nunca vienen solas. Al menos últimamente en lo que al cine se refiere, que es lo que nos toca. Es jueves por la tarde. Estamos cerrando el programa en una semana en la que hemos tenido que improvisar cambios importantes, primero por la muerte de un grande como Ray Harryhausen. Luego, esta misma mañana, tras saber que Michael Haneke era merecedor del Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2013.
Tras luchar contra viento y marea para solventar los cambios, y con un programa ya prácticamente terminado, acabamos de enterarnos del fallecimiento de Alfredo Landa, quien el pasado 3 de marzo había cumplido 80 años.
Se había retirado, discreta pero tajantemente hace un tiempo. A sus espaldas, mucho más que un puñado de películas.
Así a botepronto, se me ocurre, que de él puede decirse que es el único actor español que dio origen a un género propio, ese que se conoció como "landismo", que no fue otra cosas que una forma de películas propias de un país subdesarrollado en las que Alfredo Landa interpretaba sistemáticamente a un español medio lleno de tics y con un tan desenfrenado como ridículo apetito sexual por el género opuesto.
Más allá de la calidad de aquellas películas, ese "movimiento" propio, personal e intransferible que es el "Landismo" le equiparan en importancia semántica, en lo que al cine se refiere, a otros forjadores de nombres propios en el cine, como Fellini (Felliniano), Hitchcock (Hitchcockiano) o Buñuel (Buñuelesco), entre otros muchos.
Algo más que 'landismo'
Y a pesar de todo, Alfrdedo Landa Areta, nacido en Pamplona, Navarra, un 3 de marzo de 1933, fue tan solo un actor. Nada más y nada menos.
Sería injusto reducir su larguísima y fructífera carrera al "landismo", aún cuando entre aquellas películas las hubiera de calidad.
Lo cierto es que Alfredo Landa ha sido uno de los grandes del cine español. Algo que debemos repetir con cierta vehemencia cada vez que alguno de ellos nos abandona.
Lo mismo puede decirse de otros grandes que nos han ido dejando en los últimos años, Fernando Fernán Gómez, José Luis López Vázquez, Manuel Aleixandre, o más recientemente Sara Montiel.
Estoy seguro que de haber podido desarrollar su trabajo en un país menos castigado y en una cinematografía menos raquítica, los nombres que he citado, junto al de Alfredo Landa, estarían en la Historia del Cine al lado de otros como Marcello Mastroianni, Vittorio Gassman o Jean Luis Trintignant.
Si triste es reconocer que su falta de reconocimiento fuera de nuestras fronteras se debió a ver su su trabajo condicionado por la posguerra y por las difíciles condiciones en la que el cine español de aquellos tiempos se movía, más triste aún es corroborar que es algo que parece no haber cambiado demasiado.
120 películas que dan para mucho
120 películas dan para mucho. Sus comienzos en el cine fueron como actor de doblaje. Luego, ya ante las cámaras, debutó con esa obra maestra del cine (de aquí y de fuera) que es Atraco a las 3, en 1962. Su última película, Luz de Domingo, data de 2007, y fue dirigida por José Luis Garci, con quien hizo hasta siete películas.
Tras el Landismo, un cuerpo de películas bien definido y formado por la increíble cifra de 35 títulos, y que abarca desde No desearás al vecino del quinto (la película más vista del cine español hasta Torrente II) hasta El puente, de Juan Antonio Bardem, en 1976, llegó finalmente el reconocimiento a su capacidad como actor.
Es una época que se vio culminada con el reconocimiento en el Festival de Cannes por su trabajo en Los santos inocentes en 1984, y por su aparición en otro tipo de películas, como El bosque animado que buscaban la risa en el espectador de una forma mas inteligente que antaño.
La semana que viene, Días de Cine dedicará a Alfredo Landa, ya sin prisas, el reportaje que se merece.